miércoles, diciembre 14, 2011
Historia de una Fuga
Recientemente en FB una antigua amiga comentó algo en mi muro... me hizo recordr una vieja historia y desde entonces no he podido dejar de pensar en esto, así que lo pongo aquí:
Alguna vez cursé el kinder, ¿lo sabían? y aunque pensaba que no era muy común entonces ahora resulta que sí lo era: cuando entré al primer año de kinder ya sabía leer un poco. A fuerza de coscorrones mi primo y paciencia mi madre ambos me enseñaron a leer y escribir antes de matricularme en «La Venadita» y claro, antes de usar esa batita que se supone iba a evitar que me atascara la ropa de pintura y restos de comida del lonche.
Para esas fechas ya contaba con el que a la fecha, es mi más viejo amigo: Noé. Lo conocí cuando nos cambiamos de casa mi madre y yo. Era mi nuevo vecino. Entramos juntos al kinder y debo decir que ahora que escribo esto y pienso que hace más de ¡treinta años! que lo conozco, se me hacen pocos.
En fin, Noé y yo íbamos al kinder donde conocí (¿quién no?) al segundo amor de mi vida: La maestra Patty. Altísima (¡debía de medir como 1.60!), rubia (y al mismo tiempo, morena¿?¿?), con una mirada de ángel (bueno, no más bien no) y por supuesto, bellísima (¿qué? aún no había cumplido yo los cinco años!) Obvia decir que ambos fuimos culpables de ese tórrido amor... pero a pesar de que estaba a punto de caer perdidamente enamorado de ella y dejarme llevar por el sentimiento, algo no andaba del todo bien: simplemente no congeniábamos del todo. Ya saben: «Tú muy maestra y yo muy párvulo» Así que tras varios días en los que hubo entre nosotros el-clásico-estira-y-afloja-de-todas-las-parejas-novicias decidí que no iba a seguir soportando sus desplantes de niña grandota.
Así que un buen día me fui. Cansado de asolearme en el patio a la hora de recreo, del sándwich mojado que se pega en el paladar y de las paletas que Inés me regalaba con tal de que le enseñara a contener la respiración hasta cien (obvio yo hacía trampilla, pero no se daba cuenta) decidí que Patty y yo no podíamos compartir ese espacio así que me fugué del kinder.
Pero, obvio necesitaba un sidekick, un partner. Así que Noé fue mi coartada y mi cómplice. Nos escabullimos entre la resbaladilla de jirafa y los botes de basura con cabeza de oso y de pato y salimos por la puerta trasera. Debimos caminar aproximadamente un día y medio, sin comida, ni agua y a merced de los buitres que hambrientos nos vigilaban desde...
…ok exageré de nuevo.
Caminamos unas cuadras, y cruzamos las vías del tren que pasaba cerca de la casa, hasta que llegamos a su casa. Noé estaba nervioso y buscaba la alacena, el closet, un lugar para esconderse, mientras que yo, experimentado explorador me metí debajo de la cama de su hermana. Algo debió de salir mal, porque yo esperaba que sobrevolaran helicópteros y que un comando armado entrara rompiendo las ventanas, para rescatarnos, pero no. Fue ella.
Patty.
¡SAL DE AHÍ ABAJO AHORA MISMO!
Y me jaló de los pies. Volví al kinder a terminar la media hora que me restaba de clases y algo serio debió pasar entonces, porque Patty lloraba sin consuelo, la directora nos veía con esa mirada acusadora, yo temía por el regreso a casa y el castigo que me tocaría.
¿Y Noé? no lo sé, debieron de regañarlo también, pero nunca supe qué pasó exactamente. Tal vez más adelante escriba más sobre él, pues siempre ha sido mi mejor amigo, y tiene unas fabulosas aventuras.
A la siguiente semana volví a clases, a actuar como todos los demás: a manchar mi bata de crayola y pintura para dedos y creo que seguí presumiendo a mis compañeros que aguantaba más que nadie la respiración. De primer año de kinder me pasaron a tercero, porque sabía leer y hacer cuentas básicas, pero me reubicaron en segundo porque resulté muy chavo para estar en tercero, snif.
Tampoco supe que fue de Patty, pero de seguro que se encontró a alguien «más maduro». Ella debió de seguir su vida.
Yo también.
------
P.D: No me había fijado y mi blog ya cumplió seis años (a ver si ya posteo algo interesante, ¿verdad?)
Etiquetas:
Aventuras en el Ritmo,
De mi vida,
Ellas Tienen la Culpa,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Inocentadas,
Me acuerdo... Me acuerdo...,
Que bonito,
Snif,
Ternurita
martes, noviembre 29, 2011
Autobiográfico
Hay gente que insiste en que por medio de la lectura de un blog se puede hacer un extenso análisis psicológico de su autor, sin tomar en cuenta que el escritor puede fantasear (más bien se dedica a hacerlo) inventar o de plano falsear anécdotas, hechos que le sucedieron a otro, situaciones conocidas, etc.
He grabado como tres pilotos de un podcast personal, con la intención de subirlos aquí, pero me he encontrado con que resultan sumamente introspectivos. La situación no consigue agradarme del todo, es como si la interfase de mi blog me permitiera escribir con más confianza que la que me proporciona hablar con mi propia voz. Pero sigo haciendo pruebas. Será que de pronto me escucho y encuentro que lo que tengo que decir acerca de un tema es bastante estúpido, jajaja. Así que igual y un día...
¿Y los cuentos? tengo como tres o cuatro arranques de algunas historias que me han gustado... pero por extrañas razones siguen sin cuajar. Creo que estoy comprendiendo algunas de las situaciones propias de un escritor que se dedica a otras muchas actividades, además de reinventarse el mundo en el que vive y tratar de entretener a quienes se toman tiempo para leer algo. Y una de esas situaciones es que, no importa que desarrolles una disciplina (hay quienes escriben mínimo una cuartilla diaria) o un verdadero oficio, con metas y horarios para el trabajo definidos con claridad, la actividad de un escritor depende mucho de su sensibilidad hacia el tema. Como sea, me sigue gustando más la narrativa breve.
Me encanta, por ejemplo, intentar giros inesperados que involucren elipsis (a este no le he puesto título, así que si se les ocurre uno, puede ser que se lo ponga):
«Esa noche, Cristina volvió a desnudarse frente a Miguel para seducirlo. Pero él ya estaba perdido desde antes: Al distinguir de nuevo el lunar con forma de coma en la parte trasera del hombro de ella pensó que se parecía muchísimo a la marca de la puta que había asesinado la noche anterior en el callejón.
Así que le hizo el amor a Cristina de nuevo por la mañana. La sostenía entre sus brazos mientras el agua de la regadera corría por sus cuerpos. Con lujuria recorría sus curvas con la esponja. Cristina se dejaba hacer. Languidecía bajo el chorro de agua caliente, hermosa pero ausente.
Era ya entrada la tarde cuando dio un último sorbo a su café. Las esposas en sus manos apretaban con fuerza y empezaban a hincársele implacables mientras el policía le ayudaba a incorporarse. Afuera, las luces de la patrulla horadaban la creciente oscuridad. Nunca encontraron el otro cuerpo. Y Miguel se quedó añorándola durante las noches en que deshilaba su insomnio lentamente a través del humo que dejaba salir por la celda. Las noches trocaron en años, hasta que una de esas noches ella volvió. Llena de tierra, la cara negra y los dientes más negros aún. Podridos.
Miguel se puso de pie. Abrió los brazos para recibirla mientras ella se refugiaba en su regazo. Miguel sintió la mordida en el cuello, pero también se dejó hacer por ella.
–Hola mi amor –susurró mientras se vaciaba.»
FIN.
He grabado como tres pilotos de un podcast personal, con la intención de subirlos aquí, pero me he encontrado con que resultan sumamente introspectivos. La situación no consigue agradarme del todo, es como si la interfase de mi blog me permitiera escribir con más confianza que la que me proporciona hablar con mi propia voz. Pero sigo haciendo pruebas. Será que de pronto me escucho y encuentro que lo que tengo que decir acerca de un tema es bastante estúpido, jajaja. Así que igual y un día...
¿Y los cuentos? tengo como tres o cuatro arranques de algunas historias que me han gustado... pero por extrañas razones siguen sin cuajar. Creo que estoy comprendiendo algunas de las situaciones propias de un escritor que se dedica a otras muchas actividades, además de reinventarse el mundo en el que vive y tratar de entretener a quienes se toman tiempo para leer algo. Y una de esas situaciones es que, no importa que desarrolles una disciplina (hay quienes escriben mínimo una cuartilla diaria) o un verdadero oficio, con metas y horarios para el trabajo definidos con claridad, la actividad de un escritor depende mucho de su sensibilidad hacia el tema. Como sea, me sigue gustando más la narrativa breve.
Me encanta, por ejemplo, intentar giros inesperados que involucren elipsis (a este no le he puesto título, así que si se les ocurre uno, puede ser que se lo ponga):
«Esa noche, Cristina volvió a desnudarse frente a Miguel para seducirlo. Pero él ya estaba perdido desde antes: Al distinguir de nuevo el lunar con forma de coma en la parte trasera del hombro de ella pensó que se parecía muchísimo a la marca de la puta que había asesinado la noche anterior en el callejón.
Así que le hizo el amor a Cristina de nuevo por la mañana. La sostenía entre sus brazos mientras el agua de la regadera corría por sus cuerpos. Con lujuria recorría sus curvas con la esponja. Cristina se dejaba hacer. Languidecía bajo el chorro de agua caliente, hermosa pero ausente.
Era ya entrada la tarde cuando dio un último sorbo a su café. Las esposas en sus manos apretaban con fuerza y empezaban a hincársele implacables mientras el policía le ayudaba a incorporarse. Afuera, las luces de la patrulla horadaban la creciente oscuridad. Nunca encontraron el otro cuerpo. Y Miguel se quedó añorándola durante las noches en que deshilaba su insomnio lentamente a través del humo que dejaba salir por la celda. Las noches trocaron en años, hasta que una de esas noches ella volvió. Llena de tierra, la cara negra y los dientes más negros aún. Podridos.
Miguel se puso de pie. Abrió los brazos para recibirla mientras ella se refugiaba en su regazo. Miguel sintió la mordida en el cuello, pero también se dejó hacer por ella.
–Hola mi amor –susurró mientras se vaciaba.»
FIN.
miércoles, octubre 26, 2011
No se azoten
Si algo sucede de forma común con los blogs y la interacción entre al autor y los dos o tres lectores que pueda llegar a tener (como es mi caso, snif) es que la múltiples ocupaciones o los nuevos compromisos a veces "echan mosca" para dedicarle tiempo a este mi hermoso remedo de blog, con el consabido reclamo de mis tres lectorcitos.
Y tienen razón. Si hay algo que es significativo para cuidar es esa relación entre lectorcito-autor desobligado. Por lo cual les pido de antemano una disculpa. Peeero este no es un blog baldío: sigo con mis proyectos de escribir narrativa corta, azotarme de vez en cuando y demás ñoñerías, sólo que algunas las posteo en Facebook, otras las hago "en la vida rial" y eso es todo: no pasa nada.
Aunque muchos han migrado sus cositas a FB, Posterus y otros se han lanzado de lleno al microblogging (con plataformas como Twitter) y le apuestan sus centavitos de fama de 15 minutos a foursquarear cuanto sitio visitan y por esa causa han abandonado sus blogs, no es mi caso. Particularmente, me gusta mi blog. Me encanta escribir, me encanta la fotografía, y lo iré posteando poco a poco en este espacio. Nomás les pido un poquito de paciencia. Ni dejo de ser yo mismo, ni abandono nada.
Y si se desesperan por no encontrar novedades, o se aburren, pues les pido una disculpa, ya pronto verán cosas nuevas... así es este mundillo. Ya deberían saberlo. Así que relax. Como dicen por ahí: "ahí voy, ahí voooyy"
lunes, octubre 10, 2011
Levitación Tres... más fotos
Etiquetas:
De mi vida,
Fenómenos,
Fotos Vaciladoras,
Levitacion,
Misterios Insondables,
Que bonito
lunes, octubre 03, 2011
Medianoche en París (Woody Allen 2011)
Si de entrada es que me animo a tratar de "criticar" u opinar acerca de una película es porque verla me motivó a hacerlo. Triste caso de las películas que no mueven a nada, ni a quejarse, ni a elogios.
Vamos por partes:
1.- Woody Allen me da ( o más bien, "me daba") como cansancio. Siempre he pensado que lo han sobrevaluado a lo largo de tantos años de producciones que francamente a mí muchas de las veces me han dado flojerita.Eso y las poses de la mayoría de "los artistas"
2.- Percibí cierta mirada tendenciosa en algunas expresiones de los protagonistas: por un lado la inútil discusión entre los "buenos" (obvio los republicanos) y los "malos" (o viceversa, depende de tu propia inclinación) Además de inútil la encontré un poco forzada en los diálogos. Eso me lleva a
3.- La pose de Hemingway se me hizo muy superficial. Es decir, al tipo lo limitaron a representar a un macho-alfa-galán y ya. Cuando es probable que hubiera enriquecido más la trama. De igual manera se le da el tratamiento a Picasso y otros artistas que desfilan por la película. Las intervenciones del escritor (Hemingway) son más frecuentes y significativas, por lo que tal vez hubieran sido más sustanciosas, pero no: Se la pasa diciendo como clisés sus frases más famosas, Snif.
4.- Aunque me identifiqué chido con el rol del protagonista en ocasiones me pareció como si se tratara de un escuincle berrinchudo que no sabe ni que hacer con la obra que trae entre manos.
5.- El papel del sabihondo que conoce datos triviales (¿Paul?) de París y los museos era importante, pero los alegatos muy pobres para alguien que decían que era una pirinola con doctorados y no-se-qué-tantos títulos. De hueva estar recetándose sus peroratas como si estuviéramos jugando "Maratón" o "Quince datos inútiles que debes saber en una conversación acerca de cultura general"
6.- En cambio, la aparición de Adrien Brody como Dalí me hizo carcajear, junto con la de los actores que representaban a Man Ray y Buñuel. Como idea de retrato del esnobismo de la época funciona. El comportamiento de tipos de esa generación de artistas me encantó, aunque no comprendí del todo que el protagonista (O.Wilson) le haya querido "dar consejos" a Buñuel para la historia de "El Angel Exterminador" (otra peli que me encanta). Creo que las acciones de un personaje deben estar enfocadas a algo en particular y previsto, si no quedan como simples parches o remiendos que nada aportan a la trama ni la enriquecen. En cambio me llamó la atención un detalle tan raro como el de la guía de turistas del museo (neta sí es Carla Bruni, la primera dama francesa, ¡bellísima mujer!) y eso sí me hace suponer más cosas. Debo decir que al principio no le presté atención, pero como se le hizo hincapié a la personaja por ponérsele "al tú por tú" al ridículo que se andaba cenando a la prometida del escritor, caí en la cuenta de que era importante el rol y miren nada más...
7.- Entiendo que Woody Allen ha tratado de representar a algunas ciudades como personajes dentro de las mismas historias que cuenta, por eso me gustaron las secuencias de tomas de París, aunque tal vez haya estado un poco de más hacer hincapié (como tooodo mundo) en la Torre Eiffel, un clisé más, pero bueno, se le disculpa al cineasta porque ya está viejito y porque el resto de las tomas que recrean el ambiente me gustó mucho.
8.- Aunque la línea cómica de Woody Allen a mí sismpre se me ha hecho algo insulsa (humor "demasiado fino" pues) en esta película sí me entretuvo bastante.
9.- Aunque trata de desmitificar en parte la idea del típico escritor, creo que consigue mantener esa atmósfera de glamour, de misterio y de incertidumbre que rodea a la producción literaria, eso está chido si consideramos que a través de ese concepto es que logra hilar una buena historia, entretenida, con ciertos tintes de película que no tiene una pose determinada ni forzada. La idea esa de que siempre "épocas pasadas fueron mejores" se me hace un buen pretexto para la historia que se cuenta, pero sí considero que es sólo eso: un pretexto para narrar. No es el centro de la historia. Ni siquiera lo es aunque se aborden el concepto del salto en el tiempo.
10.- Definitivamente me gustan las películas que dejan un buen sabor de boca, y no me refiero a que tengan un final feliz, sino que resuelvan las incógnitas de la trama con maestría y buen "trenzado" de historias y personajes. Creo que en mi caso particular, Woody Allen y esta peliculita se merecen un reconocimiento, aunque también pienso que hay un cambio sustancial aquí: La película y el concepto se mezclan con lo palomero y lleno de clisés. Es como decir que Woody Allen trató de ser menos ambicioso y más terrenal con su historia.
No sé ustedes, pero eso a mí sí me gusta.
Vamos por partes:
1.- Woody Allen me da ( o más bien, "me daba") como cansancio. Siempre he pensado que lo han sobrevaluado a lo largo de tantos años de producciones que francamente a mí muchas de las veces me han dado flojerita.Eso y las poses de la mayoría de "los artistas"
2.- Percibí cierta mirada tendenciosa en algunas expresiones de los protagonistas: por un lado la inútil discusión entre los "buenos" (obvio los republicanos) y los "malos" (o viceversa, depende de tu propia inclinación) Además de inútil la encontré un poco forzada en los diálogos. Eso me lleva a
3.- La pose de Hemingway se me hizo muy superficial. Es decir, al tipo lo limitaron a representar a un macho-alfa-galán y ya. Cuando es probable que hubiera enriquecido más la trama. De igual manera se le da el tratamiento a Picasso y otros artistas que desfilan por la película. Las intervenciones del escritor (Hemingway) son más frecuentes y significativas, por lo que tal vez hubieran sido más sustanciosas, pero no: Se la pasa diciendo como clisés sus frases más famosas, Snif.
4.- Aunque me identifiqué chido con el rol del protagonista en ocasiones me pareció como si se tratara de un escuincle berrinchudo que no sabe ni que hacer con la obra que trae entre manos.
5.- El papel del sabihondo que conoce datos triviales (¿Paul?) de París y los museos era importante, pero los alegatos muy pobres para alguien que decían que era una pirinola con doctorados y no-se-qué-tantos títulos. De hueva estar recetándose sus peroratas como si estuviéramos jugando "Maratón" o "Quince datos inútiles que debes saber en una conversación acerca de cultura general"
6.- En cambio, la aparición de Adrien Brody como Dalí me hizo carcajear, junto con la de los actores que representaban a Man Ray y Buñuel. Como idea de retrato del esnobismo de la época funciona. El comportamiento de tipos de esa generación de artistas me encantó, aunque no comprendí del todo que el protagonista (O.Wilson) le haya querido "dar consejos" a Buñuel para la historia de "El Angel Exterminador" (otra peli que me encanta). Creo que las acciones de un personaje deben estar enfocadas a algo en particular y previsto, si no quedan como simples parches o remiendos que nada aportan a la trama ni la enriquecen. En cambio me llamó la atención un detalle tan raro como el de la guía de turistas del museo (neta sí es Carla Bruni, la primera dama francesa, ¡bellísima mujer!) y eso sí me hace suponer más cosas. Debo decir que al principio no le presté atención, pero como se le hizo hincapié a la personaja por ponérsele "al tú por tú" al ridículo que se andaba cenando a la prometida del escritor, caí en la cuenta de que era importante el rol y miren nada más...
7.- Entiendo que Woody Allen ha tratado de representar a algunas ciudades como personajes dentro de las mismas historias que cuenta, por eso me gustaron las secuencias de tomas de París, aunque tal vez haya estado un poco de más hacer hincapié (como tooodo mundo) en la Torre Eiffel, un clisé más, pero bueno, se le disculpa al cineasta porque ya está viejito y porque el resto de las tomas que recrean el ambiente me gustó mucho.
8.- Aunque la línea cómica de Woody Allen a mí sismpre se me ha hecho algo insulsa (humor "demasiado fino" pues) en esta película sí me entretuvo bastante.
9.- Aunque trata de desmitificar en parte la idea del típico escritor, creo que consigue mantener esa atmósfera de glamour, de misterio y de incertidumbre que rodea a la producción literaria, eso está chido si consideramos que a través de ese concepto es que logra hilar una buena historia, entretenida, con ciertos tintes de película que no tiene una pose determinada ni forzada. La idea esa de que siempre "épocas pasadas fueron mejores" se me hace un buen pretexto para la historia que se cuenta, pero sí considero que es sólo eso: un pretexto para narrar. No es el centro de la historia. Ni siquiera lo es aunque se aborden el concepto del salto en el tiempo.
10.- Definitivamente me gustan las películas que dejan un buen sabor de boca, y no me refiero a que tengan un final feliz, sino que resuelvan las incógnitas de la trama con maestría y buen "trenzado" de historias y personajes. Creo que en mi caso particular, Woody Allen y esta peliculita se merecen un reconocimiento, aunque también pienso que hay un cambio sustancial aquí: La película y el concepto se mezclan con lo palomero y lleno de clisés. Es como decir que Woody Allen trató de ser menos ambicioso y más terrenal con su historia.
No sé ustedes, pero eso a mí sí me gusta.
lunes, septiembre 26, 2011
Levitar Episodio Dos
Etiquetas:
De mi vida,
Fenómenos,
Fotos Vaciladoras,
Levitacion,
Misterios Insondables
jueves, septiembre 22, 2011
Levitación
Esta vez no les tecleo mucho... considero que es bueno dejar un pequeño espacio (para ustedes y para mí) y ya volveremos con los pendientes del cuentito por entregas y demás azotes... No he dejado de postear, es sólo que ando un poco ocupadín... ¿Les parece?
Ok... Levitación. Flotar en el aire. Alguien me habló de volar y levantarse del suelo. Y yo dije «Ok! va»
Esta es mi propuesta de imágenes de Desafío a la Gravedad.
¿La inspiración? no sé si merezcan que se las diga o merezcan un coscorrón por no saberla.
Aquí andamos, de todas formas. Por si algo se les ofrece.
lunes, agosto 15, 2011
Azotes varios
1.
No sé que piensa la gente que me manda solicitudes «de amistad» por FB sin indicar ni su nombre, ni incluir una imagen que me permita reconocerlos y decidir si acepto o no. Han de pensar que todavía cuento con mi tercer ojo que me permite «ver más allá de lo evidente» como al greñudo de los Thundercats.
2.
Definitivamente, me vale si soy repetitivo. Ayer confirmé lo que siempre rebuzno aquí, y lo diré una vez más: LAS MUJERES NO DEBEN MANEJAR. O si lo hacen, que alguien les enseñe para que sirve el botoncito rojo en el tablero del auto que flashea tan pronto lo presionan. Es como magia, neta: nos permite a los demás adivinar el futuro, por ejemplo:
-Esta mujer se va a detener de improviso.
-Esta mujer se va a retocar el maquillaje.
-Esta mujer acaba de recibir una importante llamada telefónica, que la interrumpe de ir leyendo su revista favorita mientras maneja en hora pico.
-Esta mujer acaba de enamorarse
-Esta mujer es presa de un ataque hormonal que hace que le den convulsiones.
3.
Odio los prejuicios. Es decir, los míos me parecen ser los únicos válidos. Lo siento, pero así es. Hoy en la mañana me tope con una personita que sin decirme agua va, dijo algo como «aaahh! tú eres diseñador gráfico verdad??» y agregó un resoplido así como «hmmm» Sin decirme con claridad si le molesta, le impresiona o es un dato que le sirve para acumular más información inútil… Sin embargo, odio las ideas preconcebidas que no sean mías.
4.
Acabo de descubrir que efectivamente no me desagrada lavar la ropa, si tengo cerca un par de cervezas o copas de vino. Y ayer tenía cerros de ropa sin lavar y ni media cerveza caliente. Snif.
5.
¿Ya lo había dicho? LAS MUJERES NO DEBEN MANEJAR. Ok, ok…
6.
Hace poco leí que alguien osó entrar a este respetable blog y me llamó "simplísimo urbanita" y alegó en este post que me compadecía porque veía que sólo soltaba ironias y traumas… desde entonces que no me recupero de semejante ofensa. Por eso no he escrito tan a menudo como antes. Las terapias me ocupan la mayor parte de mi tiempo y de verdad es difícil vivir el día a día cargando este tipo de afrentas, los mares de las playas se van… se tiñen los colores de gris… ¡hoy todo es soledaaaaad!
7.
Quiero más tiempo para patinar.
8.
También quiero una bici, snif.
9.
La semana pasada tuve que circular en camión urbano, y cuando le hice la parada a uno de estos panzones-choferes-sudorosos-escucha-cumbias para preguntarle por donde circulaba, muy atentamente me cerró la puerta sin contestarme para luego arrancar. Infeliz.
10.
Aplica lo mismo para los taxistas. ¿Qué no se supone que la práctica hace al maestro? entonces ¿por qué estos engendros manejan tan mal?
Bueno, suficiente por hoy… y si me van a preguntar por el cuentito que tenemos pendiente ustedes y yo: estoy en eso, paciencia… tengan paciencia, que la paciencia es una virtud.
Y ya, basta.
No sé que piensa la gente que me manda solicitudes «de amistad» por FB sin indicar ni su nombre, ni incluir una imagen que me permita reconocerlos y decidir si acepto o no. Han de pensar que todavía cuento con mi tercer ojo que me permite «ver más allá de lo evidente» como al greñudo de los Thundercats.
2.
Definitivamente, me vale si soy repetitivo. Ayer confirmé lo que siempre rebuzno aquí, y lo diré una vez más: LAS MUJERES NO DEBEN MANEJAR. O si lo hacen, que alguien les enseñe para que sirve el botoncito rojo en el tablero del auto que flashea tan pronto lo presionan. Es como magia, neta: nos permite a los demás adivinar el futuro, por ejemplo:
-Esta mujer se va a detener de improviso.
-Esta mujer se va a retocar el maquillaje.
-Esta mujer acaba de recibir una importante llamada telefónica, que la interrumpe de ir leyendo su revista favorita mientras maneja en hora pico.
-Esta mujer acaba de enamorarse
-Esta mujer es presa de un ataque hormonal que hace que le den convulsiones.
3.
Odio los prejuicios. Es decir, los míos me parecen ser los únicos válidos. Lo siento, pero así es. Hoy en la mañana me tope con una personita que sin decirme agua va, dijo algo como «aaahh! tú eres diseñador gráfico verdad??» y agregó un resoplido así como «hmmm» Sin decirme con claridad si le molesta, le impresiona o es un dato que le sirve para acumular más información inútil… Sin embargo, odio las ideas preconcebidas que no sean mías.
4.
Acabo de descubrir que efectivamente no me desagrada lavar la ropa, si tengo cerca un par de cervezas o copas de vino. Y ayer tenía cerros de ropa sin lavar y ni media cerveza caliente. Snif.
5.
¿Ya lo había dicho? LAS MUJERES NO DEBEN MANEJAR. Ok, ok…
6.
Hace poco leí que alguien osó entrar a este respetable blog y me llamó "simplísimo urbanita" y alegó en este post que me compadecía porque veía que sólo soltaba ironias y traumas… desde entonces que no me recupero de semejante ofensa. Por eso no he escrito tan a menudo como antes. Las terapias me ocupan la mayor parte de mi tiempo y de verdad es difícil vivir el día a día cargando este tipo de afrentas, los mares de las playas se van… se tiñen los colores de gris… ¡hoy todo es soledaaaaad!
7.
Quiero más tiempo para patinar.
8.
También quiero una bici, snif.
9.
La semana pasada tuve que circular en camión urbano, y cuando le hice la parada a uno de estos panzones-choferes-sudorosos-escucha-cumbias para preguntarle por donde circulaba, muy atentamente me cerró la puerta sin contestarme para luego arrancar. Infeliz.
10.
Aplica lo mismo para los taxistas. ¿Qué no se supone que la práctica hace al maestro? entonces ¿por qué estos engendros manejan tan mal?
Bueno, suficiente por hoy… y si me van a preguntar por el cuentito que tenemos pendiente ustedes y yo: estoy en eso, paciencia… tengan paciencia, que la paciencia es una virtud.
Y ya, basta.
Etiquetas:
Aclaraciones,
Azotajes,
De mi vida,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Que bonito,
Quejumbroso Yo?,
Ternurita
miércoles, julio 27, 2011
Cuentito entrega VII
Seguimos con la séptima entrega del cuentito sin nombre. A ver qué les parece, disculpen la tardanza, pero es parte de un complot, un plan maligno para tenerlos en ascuas y luego, cuando menos lo esperen… bueno… mejor así lo dejamos.
VII
Esperó a que terminara el disco —¿Me vas a decir qué pasó cabrón? —Me preguntó mientras recogía sus piernas sobre el sofá y encendía otro cigarrillo.
Con sinceridad, no entendía a qué se refería. Me explico, no estaba borracho ni tampoco él. Aunque sí habíamos bebido, parecía que estábamos lejos de nuestra cuota habitual. Así que me concentré en la pregunta.
—¿Me vas a decir…?
—No sé a qué te refieres, Luis… no ha pasado nada
—Cuando llegamos tenías una cara… pensé que alguien había muerto, que te andaban buscando o que te habían asaltado, estabas pálido. Como desencajado.
—Estuve echándole desde temprano…
—No mames, se nota cuando andas pedo y cuando es otra cosa, pero si no me quieres decir…
—Es que… —me concentré de nuevo en la pregunta que Luis había hecho hace unos doscientos años. No pude recordarla. Miré mi vaso con hielo. ¿Había bebido ron o tequila?
—Como quieras, güey, no hay pex, nomás quería que supieras que si algo se te ofrece, aquí estamos
—Sí, sí… lo sé, pero es que neta no pasó nada… ¿te sirvo otra? Algo dentro de mí pareció revolotear de nuevo, desde la boca del estómago amenazaba con salir a flote.
Me dio su vaso y lo llené. Hice igual con el mío y comprobé que era el ron de siempre, pero mi mente parecía envuelta en una leve bruma que no me dejaba ver más allá de un palmo. Bruma rojiza, encendida.
Bebimos ese trago en medio del silencio. Cuando me incorporé para buscar otro cd Luis se levantó también.
—Me voy, ya me siento con sueño y la neta voy lejos, paso a tu baño antes. Asentí en silencio mientras veía el humo de mi cigarro que se consumía en el cenicero. Se detuvo antes del pasillo.
—¿Es por lo de Lupe? Güey, perdóname si…
—Tú no tienes por qué andar metiéndote en mis asuntos, lo que yo haga con Lupe es asunto mío —espeté.
—Lo sé, pero es que neta yo no estaba investigando, fui a cortarme el pelo…
—Déjalo así, neta —de pronto volvió la furia contenida, por fin la pude reconocer —no hace falta que se metan, en buen plan te lo digo… No se metan —yo mecía mi vaso y observaba los hielos girar dentro. A pesar de sentir ese coraje no quería levantar la mirada hacia él.
Luis estaba de pie sin ir al baño. Pensé que me miraba con interés, pero en realidad miraba detrás mío.
Sobre la mesita del teléfono descansaba la muñeca. Puta muñeca.
Con los pies abiertos, la boca dibujaba una “o” los bracitos de trapo colgando a los lados, sus ojos muy abiertos, como si estuviera realmente sorprendida. Helado, me quedé viéndola fijamente, yo debía tener los labios en la misma posición. Súbitamente la furia se trocó en un fino terror que recorría con sus puntas aguzadas mi espina dando toquecitos. Se me resbaló el vaso de las manos.
VII
Esperó a que terminara el disco —¿Me vas a decir qué pasó cabrón? —Me preguntó mientras recogía sus piernas sobre el sofá y encendía otro cigarrillo.
Con sinceridad, no entendía a qué se refería. Me explico, no estaba borracho ni tampoco él. Aunque sí habíamos bebido, parecía que estábamos lejos de nuestra cuota habitual. Así que me concentré en la pregunta.
—¿Me vas a decir…?
—No sé a qué te refieres, Luis… no ha pasado nada
—Cuando llegamos tenías una cara… pensé que alguien había muerto, que te andaban buscando o que te habían asaltado, estabas pálido. Como desencajado.
—Estuve echándole desde temprano…
—No mames, se nota cuando andas pedo y cuando es otra cosa, pero si no me quieres decir…
—Es que… —me concentré de nuevo en la pregunta que Luis había hecho hace unos doscientos años. No pude recordarla. Miré mi vaso con hielo. ¿Había bebido ron o tequila?
—Como quieras, güey, no hay pex, nomás quería que supieras que si algo se te ofrece, aquí estamos
—Sí, sí… lo sé, pero es que neta no pasó nada… ¿te sirvo otra? Algo dentro de mí pareció revolotear de nuevo, desde la boca del estómago amenazaba con salir a flote.
Me dio su vaso y lo llené. Hice igual con el mío y comprobé que era el ron de siempre, pero mi mente parecía envuelta en una leve bruma que no me dejaba ver más allá de un palmo. Bruma rojiza, encendida.
Bebimos ese trago en medio del silencio. Cuando me incorporé para buscar otro cd Luis se levantó también.
—Me voy, ya me siento con sueño y la neta voy lejos, paso a tu baño antes. Asentí en silencio mientras veía el humo de mi cigarro que se consumía en el cenicero. Se detuvo antes del pasillo.
—¿Es por lo de Lupe? Güey, perdóname si…
—Tú no tienes por qué andar metiéndote en mis asuntos, lo que yo haga con Lupe es asunto mío —espeté.
—Lo sé, pero es que neta yo no estaba investigando, fui a cortarme el pelo…
—Déjalo así, neta —de pronto volvió la furia contenida, por fin la pude reconocer —no hace falta que se metan, en buen plan te lo digo… No se metan —yo mecía mi vaso y observaba los hielos girar dentro. A pesar de sentir ese coraje no quería levantar la mirada hacia él.
Luis estaba de pie sin ir al baño. Pensé que me miraba con interés, pero en realidad miraba detrás mío.
Sobre la mesita del teléfono descansaba la muñeca. Puta muñeca.
Con los pies abiertos, la boca dibujaba una “o” los bracitos de trapo colgando a los lados, sus ojos muy abiertos, como si estuviera realmente sorprendida. Helado, me quedé viéndola fijamente, yo debía tener los labios en la misma posición. Súbitamente la furia se trocó en un fino terror que recorría con sus puntas aguzadas mi espina dando toquecitos. Se me resbaló el vaso de las manos.
Etiquetas:
Cuentitos,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Metatextos,
Que bonito
martes, julio 19, 2011
Cuentito entrega VI
Seguimos esta vez con la entrega numero VI del cuentito sin título.
Saludos.
Corrijo: el tiempo corría en medio de una taquicardia: marchaba y se detenía con brusquedad. Alternaba entre lo trepidante y lo ausente. Abismo jadeante que me succionaba hacia un pozo profundo, palpitante. Terrible. Volutas de humo que se elevaban en el centro de un hervidero de agua negra llena de gusanos. La puerta empezó a cerrarse, cómplice de lo fatal. En medio de la escena en slowmotion alcancé la perilla como si me aferrara a una boya en medio de un mar picado y mortal. Negros escualos debían circundarme, porque todo a mi alrededor se movía como revueltas aguas agitadas. Chillé con un grito ahogado mientras alcanzaba a salir del cuarto. Tal vez esquivé una dentellada mortal, jamás lo sabré a ciencia cierta. Alcancé la perilla de la puerta como quien se aferra a una saliente metálica que arde al rojo vivo. Pero salí.
Se quedaron con las ganas. Por esta ocasión.
Minutos más tarde, estaba sentado en mi querido sillón, en la estancia del depa. En algún momento me serví un trago. El ron que circulaba por mi cuerpo había conseguido tranquilizarme un poco. Traté de recordar un mal chiste: “Bebo para olvidar…” ¿Olvidar qué? No conseguía integrar el texto completo, así que carecía de gracia, si es que alguna vez la tuvo. La escena del cuarto parecía muy lejana, impresa en los tonos sepia de una vieja fotografía que se pudre inexorablemente.
Lupe no estaba. No tenía idea de su paradero. A veces era así, pero esa ausencia ahora significaba más. Curioso que una ausencia llene el espacio.
Los temblores casi habían desaparecido cuando de pronto el estrépito del timbre del teléfono me hizo gritar de nuevo. Tiré más de la mitad del trago sin querer. Contesté al segundo timbrazo. Era Luis.
—¡Güey, estamos afuera de tu casa! —Dudé en aceptar que vinieran a casa, pero definitivamente no quería estar solo. Esta vez no. Tump, tump, tump. Toc-toc-toc. Me asomé por la puerta entreabierta. Cuando Luis me vio colgó su sonrisa de manera peculiar. Martín y Pablo se asomaron detrás de él para mirarme. Ernesto había tenido que trabajar tarde.
—¿Qué pasó güey? ¿Qué tienes? ¿Quién se murió?
Abrí la puerta para que pasaran y aunque quise disimular eché una ojeada breve al pasillo. Nadie. Cerré la puerta y puse el seguro para luego girar la perilla y botarlo con un clic.
—¿Qué traes? ¿pasó algo? ¿Interrumpimos…?
—Nada —mentí y tomé sus bolsas para llevarlas al fregadero de la cocina. Esperé a que se sentaran y regresé tratando de aparentar normalidad. Algunas copas de más. Mis ojos enrojecidos podían avalar mi coartada, así que eso fue lo que dije mientras llevaba vasos y servía el hielo en una charola de plástico. No permití que preguntaran más, y en menos de 10 minutos ya estábamos oyendo música: “Voy a buscar la paz interior… en tu interior… te voy a partir en dos…” Aunque la estrofa que cantaba El Kala de alguna manera me resultaba inquietante, en general la presencia de mis amigos me sirvió, porque casi no podía recordar el episodio de la recámara (¿alguna vez sucedió realmente?)
Cosa rara, Martín y Pablo se despidieron rápido. Pensé que Luis se iría con ellos, pero se mantenía sentado en el sofá, luego se servía otro trago, luego trasculcaba mis discos, ponía algo y se volvía a instalar en el sofá. Yo me mantenía haciendo como que escuchaba con atención la música. Luis me veía con fijeza. Expectante.
Saludos.
Corrijo: el tiempo corría en medio de una taquicardia: marchaba y se detenía con brusquedad. Alternaba entre lo trepidante y lo ausente. Abismo jadeante que me succionaba hacia un pozo profundo, palpitante. Terrible. Volutas de humo que se elevaban en el centro de un hervidero de agua negra llena de gusanos. La puerta empezó a cerrarse, cómplice de lo fatal. En medio de la escena en slowmotion alcancé la perilla como si me aferrara a una boya en medio de un mar picado y mortal. Negros escualos debían circundarme, porque todo a mi alrededor se movía como revueltas aguas agitadas. Chillé con un grito ahogado mientras alcanzaba a salir del cuarto. Tal vez esquivé una dentellada mortal, jamás lo sabré a ciencia cierta. Alcancé la perilla de la puerta como quien se aferra a una saliente metálica que arde al rojo vivo. Pero salí.
Se quedaron con las ganas. Por esta ocasión.
Minutos más tarde, estaba sentado en mi querido sillón, en la estancia del depa. En algún momento me serví un trago. El ron que circulaba por mi cuerpo había conseguido tranquilizarme un poco. Traté de recordar un mal chiste: “Bebo para olvidar…” ¿Olvidar qué? No conseguía integrar el texto completo, así que carecía de gracia, si es que alguna vez la tuvo. La escena del cuarto parecía muy lejana, impresa en los tonos sepia de una vieja fotografía que se pudre inexorablemente.
Lupe no estaba. No tenía idea de su paradero. A veces era así, pero esa ausencia ahora significaba más. Curioso que una ausencia llene el espacio.
Los temblores casi habían desaparecido cuando de pronto el estrépito del timbre del teléfono me hizo gritar de nuevo. Tiré más de la mitad del trago sin querer. Contesté al segundo timbrazo. Era Luis.
—¡Güey, estamos afuera de tu casa! —Dudé en aceptar que vinieran a casa, pero definitivamente no quería estar solo. Esta vez no. Tump, tump, tump. Toc-toc-toc. Me asomé por la puerta entreabierta. Cuando Luis me vio colgó su sonrisa de manera peculiar. Martín y Pablo se asomaron detrás de él para mirarme. Ernesto había tenido que trabajar tarde.
—¿Qué pasó güey? ¿Qué tienes? ¿Quién se murió?
Abrí la puerta para que pasaran y aunque quise disimular eché una ojeada breve al pasillo. Nadie. Cerré la puerta y puse el seguro para luego girar la perilla y botarlo con un clic.
—¿Qué traes? ¿pasó algo? ¿Interrumpimos…?
—Nada —mentí y tomé sus bolsas para llevarlas al fregadero de la cocina. Esperé a que se sentaran y regresé tratando de aparentar normalidad. Algunas copas de más. Mis ojos enrojecidos podían avalar mi coartada, así que eso fue lo que dije mientras llevaba vasos y servía el hielo en una charola de plástico. No permití que preguntaran más, y en menos de 10 minutos ya estábamos oyendo música: “Voy a buscar la paz interior… en tu interior… te voy a partir en dos…” Aunque la estrofa que cantaba El Kala de alguna manera me resultaba inquietante, en general la presencia de mis amigos me sirvió, porque casi no podía recordar el episodio de la recámara (¿alguna vez sucedió realmente?)
Cosa rara, Martín y Pablo se despidieron rápido. Pensé que Luis se iría con ellos, pero se mantenía sentado en el sofá, luego se servía otro trago, luego trasculcaba mis discos, ponía algo y se volvía a instalar en el sofá. Yo me mantenía haciendo como que escuchaba con atención la música. Luis me veía con fijeza. Expectante.
martes, julio 12, 2011
Cuentito entrega V
Seguimos con el cuentito por entregas, he estado algo atareado con otras cosas y por eso es que se me puede pasar el lunes de entrega, pero, mis queridos tres lectorcitos lo comprenden, ¿verdad?
V.
No pude contener la carcajada –¿Neto? no mameees! ¿Cómo bruja? –Por mi mente danzaron imágenes de cartas de tarot, perfumes y veladoras con oraciones. Mis risas hicieron que las chavitas de la mesa de al lado –seguramente se echaron la pinta –voltearan a vernos con curiosidad. Una de ellas estaba mandando mensajes en su celular. Lo cerró de inmediato para poner atención. Codazos.
–Pues eso dijeron mi, que era bruja y de las cabronas. Con fama. Que ya debía varias chambas bien gruesas.
–Chale, ¡pensé que ibas a decir algo en serio! ¡Jajajaja! ¡No maa...!
–Te lo juro cabrón, es una bruja. Aguas.
Los siguientes minutos del rollo medio los escuché. Cuando Ernesto terminó, ambos cafés estaban fríos. Respetuoso puse atención hasta el final, y sólo le corté cuando empezó a repetirse con algunas variantes. Yo ya estaba molesto, así que le di las gracias, pagué la cuenta de los dos y me despedí alegando que tenía cosas que hacer. Le aseguré que había comprendido lo que me había dicho. Ernesto tomó su maletín, cerró su saco y se encaminó a la salida del café, olvidando el periódico sobre la mesa. Antes de salir sacó su celular para hacer una llamada. El periódico me lo llevé yo.
Llegando a casa, recordé que no había tendido la cama. Una arregladita al campo de batalla y luego a preparar algo para comer. Y esa sensación de enojo volvió a vibrar dentro de mí, leve, como espuma que sube poco a poco.
La muñeca de la Lupe me miraba desde el buró. Estaba sentada con los brazos caídos a los lados, las piernas abiertas y la pequeña cabeza ladeada como si llevara largo tiempo reflexionando en algo. Expectante. Le arrojé una almohada para cubrirla.
Colocaba el cobertor color marfil cuando me di cuenta de que estaba sucio. Evidencias de pasión. Sin poder explicarme lo intempestivo de mis acciones, arranqué la ropa de cama furioso, la hice bola y la arrojé al bote mientras resoplaba con un gruñido.
Cuando me volví hacia el closet eché una mirada con el rabillo del ojo hacia donde había arrojado la almohada que ahora estaba en el suelo. La muñeca me miraba con ojos ligeramente entornados. La reté en medio del silencio de la habitación.
–¿Qué? ¿Te vas al bote también? ¿O directo a la basura?
La muñeca no contestó.
Me di la vuelta hacia el closet y empecé a hurgar dentro para sacar un nuevo juego de sábanas y edredón.
–¡A la chingada, te vas a la chingada mi reina! ¡Directito y sin escalas!
Desde el buró la muñeca seguía viendo con los ojos entornados hacia el piso. ¿Parecía divertida con la situación? Saqué la ropa de cama. El tenue olor a suavizante de telas se me antojó demasiado dulzón. Dulce coraje el que sentía yo también. Ya no revoloteaba en mi estómago. Flotaba sobre la superficie de mi conciencia.
–De todas formas, ni eres mía –empecé a pensar que no le hablaba al juguete en realidad –No me dices nada, no haces nada, eres… eres… de a mentiras…
En silencio, la muñeca parecía estar de acuerdo con lo que yo decía.
Tender la cama me tranquilizó a final de cuentas. Sintiéndome un poco más dueño de la situación terminé de acomodar los cojines y las almohadas. Me di la vuelta para salir, pero recordé al juguete de la Lupe. La tomaría para dirigirme hacia la cocina. Al bote de basura. Desaparecerla para nunca más volverla a ver. Si había preguntas lo más sencillo era hacerme pendejo. No sé nada. No la vi. ¡Quien sabe! Sin miramientos la tomé de un bracito para cargarla y llevarla hacia su fin. Una mortaja de plástico en estuche de acero cepillado. Diseño de moda. Más que adecuado para una muñeca vieja, así que la tomé sin compasión.
Estaba tibia. Estaba caliente.
Con repugnancia la solté… No.
La aventé al piso con una mueca de asco mientras restregaba mi mano en la pernera del pantalón –¿Qué carajos…?
Latía.
Parpadeé miles de veces. Debía verme ridículo ahí: de pie en medio del santuario del amor, mirando al suelo como estúpido. ¿De pronto hacía calor en la habitación? El sudor que ya me corría por la espalda me lo confirmó de inmediato. Sentí que en lugar de pisar el tapete rojo que tanto me gustaba me encontraba parado sobre una alberca cubierta por una inmensa lona de tonalidades sanguinolentas. Las paredes se cerraron sobre mí. Debían medir dos metros de largo cuando mucho. Y el bochorno… El tiempo parecía no andar.
V.
No pude contener la carcajada –¿Neto? no mameees! ¿Cómo bruja? –Por mi mente danzaron imágenes de cartas de tarot, perfumes y veladoras con oraciones. Mis risas hicieron que las chavitas de la mesa de al lado –seguramente se echaron la pinta –voltearan a vernos con curiosidad. Una de ellas estaba mandando mensajes en su celular. Lo cerró de inmediato para poner atención. Codazos.
–Pues eso dijeron mi, que era bruja y de las cabronas. Con fama. Que ya debía varias chambas bien gruesas.
–Chale, ¡pensé que ibas a decir algo en serio! ¡Jajajaja! ¡No maa...!
–Te lo juro cabrón, es una bruja. Aguas.
Los siguientes minutos del rollo medio los escuché. Cuando Ernesto terminó, ambos cafés estaban fríos. Respetuoso puse atención hasta el final, y sólo le corté cuando empezó a repetirse con algunas variantes. Yo ya estaba molesto, así que le di las gracias, pagué la cuenta de los dos y me despedí alegando que tenía cosas que hacer. Le aseguré que había comprendido lo que me había dicho. Ernesto tomó su maletín, cerró su saco y se encaminó a la salida del café, olvidando el periódico sobre la mesa. Antes de salir sacó su celular para hacer una llamada. El periódico me lo llevé yo.
Llegando a casa, recordé que no había tendido la cama. Una arregladita al campo de batalla y luego a preparar algo para comer. Y esa sensación de enojo volvió a vibrar dentro de mí, leve, como espuma que sube poco a poco.
La muñeca de la Lupe me miraba desde el buró. Estaba sentada con los brazos caídos a los lados, las piernas abiertas y la pequeña cabeza ladeada como si llevara largo tiempo reflexionando en algo. Expectante. Le arrojé una almohada para cubrirla.
Colocaba el cobertor color marfil cuando me di cuenta de que estaba sucio. Evidencias de pasión. Sin poder explicarme lo intempestivo de mis acciones, arranqué la ropa de cama furioso, la hice bola y la arrojé al bote mientras resoplaba con un gruñido.
Cuando me volví hacia el closet eché una mirada con el rabillo del ojo hacia donde había arrojado la almohada que ahora estaba en el suelo. La muñeca me miraba con ojos ligeramente entornados. La reté en medio del silencio de la habitación.
–¿Qué? ¿Te vas al bote también? ¿O directo a la basura?
La muñeca no contestó.
Me di la vuelta hacia el closet y empecé a hurgar dentro para sacar un nuevo juego de sábanas y edredón.
–¡A la chingada, te vas a la chingada mi reina! ¡Directito y sin escalas!
Desde el buró la muñeca seguía viendo con los ojos entornados hacia el piso. ¿Parecía divertida con la situación? Saqué la ropa de cama. El tenue olor a suavizante de telas se me antojó demasiado dulzón. Dulce coraje el que sentía yo también. Ya no revoloteaba en mi estómago. Flotaba sobre la superficie de mi conciencia.
–De todas formas, ni eres mía –empecé a pensar que no le hablaba al juguete en realidad –No me dices nada, no haces nada, eres… eres… de a mentiras…
En silencio, la muñeca parecía estar de acuerdo con lo que yo decía.
Tender la cama me tranquilizó a final de cuentas. Sintiéndome un poco más dueño de la situación terminé de acomodar los cojines y las almohadas. Me di la vuelta para salir, pero recordé al juguete de la Lupe. La tomaría para dirigirme hacia la cocina. Al bote de basura. Desaparecerla para nunca más volverla a ver. Si había preguntas lo más sencillo era hacerme pendejo. No sé nada. No la vi. ¡Quien sabe! Sin miramientos la tomé de un bracito para cargarla y llevarla hacia su fin. Una mortaja de plástico en estuche de acero cepillado. Diseño de moda. Más que adecuado para una muñeca vieja, así que la tomé sin compasión.
Estaba tibia. Estaba caliente.
Con repugnancia la solté… No.
La aventé al piso con una mueca de asco mientras restregaba mi mano en la pernera del pantalón –¿Qué carajos…?
Latía.
Parpadeé miles de veces. Debía verme ridículo ahí: de pie en medio del santuario del amor, mirando al suelo como estúpido. ¿De pronto hacía calor en la habitación? El sudor que ya me corría por la espalda me lo confirmó de inmediato. Sentí que en lugar de pisar el tapete rojo que tanto me gustaba me encontraba parado sobre una alberca cubierta por una inmensa lona de tonalidades sanguinolentas. Las paredes se cerraron sobre mí. Debían medir dos metros de largo cuando mucho. Y el bochorno… El tiempo parecía no andar.
Etiquetas:
Cuentitos,
Metatextos,
Misterios Insondables,
Que bonito
lunes, julio 04, 2011
Cuento sin título (aún) parte IV
IV.
De vez en cuando hacía mis rondines por las editoriales para preguntar por si había alguna novedad y me preparaba para recibir un “Nada joven, pero usted no deje de insistir, el editor tiene mucho que revisar, pero ya verá” entonces sacaba otra de mis tarjetas (para esas fechas ya debían tener más que las que me quedaban a mí) y se las dejaba: “No sea malita, por favor avíseme cuándo puedo hablar con el editor personalmente” Y la calle me recibía de nuevo con los baches abiertos. A veces me detenía por el “Gato Café” y pedía un espresso cortado. Mi trabajo en la universidad como profesor de historia me permitía gastar en esas naderías. Al fin y al cabo, trabajo tenía. Otra cosa era que lo disfrutara como al principio. Tal vez si probara suerte mandando algunos correos…
–¿Qué? ¿te dijeron algo? –Ernesto me sacó de mis cavilaciones. Estaba de pie frente a mí: el maletín negro de siempre en la mano derecha. Trajecito gris. Corbata roja. Un brownie a medio comer en la izquierda. Periódico bajo el brazo.
–Nada, se me hace que mejor busco trabajo de editor, a esos güeyes les pagan por no estar en su lugar ni hacer su chamba.
–¿Y los correos?
–Mandé dos –mentí descaradamente –pero no me contestan
–Pues es que está cabrón. Pero ya verás, ya verás. Tienes oro en tus páginas, mi estimado. Ernesto se sentó y de dos mordiscos acabó con su enemigo.
–Seh, muchas gracias… Yo sé…
–Lo sabes bien, ¡te falta actitud! ¡Ya te dije que me permitas representarte!
–No podría pagarte y lo sabes bien –sensación de dèja vú: esta plática ya la habíamos tenido antes –di un sorbo al cortado y me quemé la lengua. Parpadeé muchas veces para reprimir la lagrimita que se quiso asomar.
–¡Comisión, papá! –Ernesto levantó la mano para llamar a la mesera.
–Sí. Bueno, pues deja checar…
Noté que Ernesto se revolvía un poco en su lugar. Aunque otras veces me lo había encontrado en el “Gato” casi siempre andaba metido en sus asuntos: me saludaba, pero andaba con ese aire ocupado, como resolviendo tres o cuatro broncas al mismo tiempo. Platiquita ligera, no más de dos minutos y su consabido ¡nos vemos güey! ¡abusado! Pero esta vez no dijo nada más, ni sacó su celular ni nada. Sólo me veía. Y callaba. Me sacó de onda, así que pregunté:
–¿Qué?
–¿Tienes un minuto?
–Tengo como treinta. ¿Qué pasa?
Carraspeó un poco. Esperó a la mesera que llegó meneando sus caderas atrapadas por el ajustado listón del mandil. Otro café, por favor. Una rápida valoración de su trasero y volvió a mirarme.
–Bueno, pues no sé como lo vayas a tomar, pero…
–¿Qué?
–Pues Luis andaba por los rumbos de tu vieja, ue…
–¿La cachó con otro? ¡Me pinta el cuerno!
–No, no, no… andaba por ahí y se le ocurrió preguntar…
–¡Es casada!
–¡‘Pérame tantito! ¡Tranquilo míster!
Guardé silencio. Ernesto volvió a carraspear, y me di cuenta de que estaba buscando las palabras apropiadas, así que lo miré fijamente sin hablar.
–Bueno, Luis preguntó por Lupe, la de la estética y resulta…
–¿Resulta?
–Que la gente de por ahí le dijo que no conocían a nadie que trabajara en una estética, pero que si se refería a Lupe, la china pelirroja que anda por ahí, se dedica a otras chambas…
–Ay güey, ¿Es puta? ¡No mames que es puta! Recordé los condones que decidí no usar con ella. Debían estar bien guardados en mi maleta, en el fondo del closet. Nefasta ronda de análisis. Qué pendejo.
–Oh, chingado, ¡Deja te digo! Te cae si te ríes, cabrón…
–A ver –me interrumpí –yo debía tener los ojos como platos. Ernesto se detuvo un momento para escudriñarlos.
–Pues dijeron que… es bruja, güey. Hace otras chambas. Amarres y ondas de esas.
---CONTINUARÁ---
De vez en cuando hacía mis rondines por las editoriales para preguntar por si había alguna novedad y me preparaba para recibir un “Nada joven, pero usted no deje de insistir, el editor tiene mucho que revisar, pero ya verá” entonces sacaba otra de mis tarjetas (para esas fechas ya debían tener más que las que me quedaban a mí) y se las dejaba: “No sea malita, por favor avíseme cuándo puedo hablar con el editor personalmente” Y la calle me recibía de nuevo con los baches abiertos. A veces me detenía por el “Gato Café” y pedía un espresso cortado. Mi trabajo en la universidad como profesor de historia me permitía gastar en esas naderías. Al fin y al cabo, trabajo tenía. Otra cosa era que lo disfrutara como al principio. Tal vez si probara suerte mandando algunos correos…
–¿Qué? ¿te dijeron algo? –Ernesto me sacó de mis cavilaciones. Estaba de pie frente a mí: el maletín negro de siempre en la mano derecha. Trajecito gris. Corbata roja. Un brownie a medio comer en la izquierda. Periódico bajo el brazo.
–Nada, se me hace que mejor busco trabajo de editor, a esos güeyes les pagan por no estar en su lugar ni hacer su chamba.
–¿Y los correos?
–Mandé dos –mentí descaradamente –pero no me contestan
–Pues es que está cabrón. Pero ya verás, ya verás. Tienes oro en tus páginas, mi estimado. Ernesto se sentó y de dos mordiscos acabó con su enemigo.
–Seh, muchas gracias… Yo sé…
–Lo sabes bien, ¡te falta actitud! ¡Ya te dije que me permitas representarte!
–No podría pagarte y lo sabes bien –sensación de dèja vú: esta plática ya la habíamos tenido antes –di un sorbo al cortado y me quemé la lengua. Parpadeé muchas veces para reprimir la lagrimita que se quiso asomar.
–¡Comisión, papá! –Ernesto levantó la mano para llamar a la mesera.
–Sí. Bueno, pues deja checar…
Noté que Ernesto se revolvía un poco en su lugar. Aunque otras veces me lo había encontrado en el “Gato” casi siempre andaba metido en sus asuntos: me saludaba, pero andaba con ese aire ocupado, como resolviendo tres o cuatro broncas al mismo tiempo. Platiquita ligera, no más de dos minutos y su consabido ¡nos vemos güey! ¡abusado! Pero esta vez no dijo nada más, ni sacó su celular ni nada. Sólo me veía. Y callaba. Me sacó de onda, así que pregunté:
–¿Qué?
–¿Tienes un minuto?
–Tengo como treinta. ¿Qué pasa?
Carraspeó un poco. Esperó a la mesera que llegó meneando sus caderas atrapadas por el ajustado listón del mandil. Otro café, por favor. Una rápida valoración de su trasero y volvió a mirarme.
–Bueno, pues no sé como lo vayas a tomar, pero…
–¿Qué?
–Pues Luis andaba por los rumbos de tu vieja, ue…
–¿La cachó con otro? ¡Me pinta el cuerno!
–No, no, no… andaba por ahí y se le ocurrió preguntar…
–¡Es casada!
–¡‘Pérame tantito! ¡Tranquilo míster!
Guardé silencio. Ernesto volvió a carraspear, y me di cuenta de que estaba buscando las palabras apropiadas, así que lo miré fijamente sin hablar.
–Bueno, Luis preguntó por Lupe, la de la estética y resulta…
–¿Resulta?
–Que la gente de por ahí le dijo que no conocían a nadie que trabajara en una estética, pero que si se refería a Lupe, la china pelirroja que anda por ahí, se dedica a otras chambas…
–Ay güey, ¿Es puta? ¡No mames que es puta! Recordé los condones que decidí no usar con ella. Debían estar bien guardados en mi maleta, en el fondo del closet. Nefasta ronda de análisis. Qué pendejo.
–Oh, chingado, ¡Deja te digo! Te cae si te ríes, cabrón…
–A ver –me interrumpí –yo debía tener los ojos como platos. Ernesto se detuvo un momento para escudriñarlos.
–Pues dijeron que… es bruja, güey. Hace otras chambas. Amarres y ondas de esas.
---CONTINUARÁ---
Etiquetas:
Cuentitos,
Delicatessen,
Metatextos,
Que bonito,
Recetas de Cocina
lunes, junio 27, 2011
Oferta, bueno... no... Lunes de cuentito
Seguimos, esta vez va la parte III del cuentito que pronto tendrá nombre gracias a sus comentarios.
III.
Y así seguimos, sin hacer preguntas, durante aproximadamente otros dos meses. Ella pintaba una línea que yo no podía cruzar sin su permiso. Y yo aprendí a no meterme en lo que no me importa. Hasta que empecé a darme cuenta, un poco alarmado, de que ya empezaba a quererla. Fue poquito antes de que me quedara sin amigos y ella llevara la muñeca a la casa:
–¿Y esa muñeca qué?
–Es mía, ¿Te molesta si la dejo aquí?
–No, no me molesta, pero dime, ¿Te piensas mudar a mi depa?
–A ver… ¿Quieres que me cambie para acá? ¿Por qué preguntas?
–Pues no sé, me parece que vas a empezar a traer tus cosas ¿Es así?
Frunció el ceño, recogió la monita de trapo con brusquedad y se encaminó a la puerta.
–Si no quieres que la deje aquí, dime… pero no empieces con ondas raras, si no te late, pues aquí lo dejamos.
La tomé de la cintura y quise darle un beso, pero ella me esquivó, tomó su bolsa y salió dando un portazo. Ya me había dado cuenta de que era temperamental e intempestiva, pero me valió madre. Más tarde la tendría de nuevo bajo las sábanas. O sobre mí.
Lupe no era muy afecta a conversar con mis amigos. La banda llegaba a veces de improviso a mi casa: tump, tump, tump. Tac-tac-tac y la puerta se abría para dejarlos entrar en fila cargando bolsas con cervezas y botanas. La vida era sencilla. Tropical, diría yo.
Desvelos escuchando pláticas rebuscadas y pretenciosas: ah, qué buena es esa canción, siempre me gustó Compay Segundo, pero Ibrahim es la neta. ¡Salud! Pásame una. ¿Y cuándo publicas? ya te estás tardando. Oye Lupe, ¿pues que te lo coges todo el tiempo? Súbele a esa, me gusta el piano.
Yo prefería el rock. Crecí con la música y los berridos del Chato Hernández y Alex Lora, Esas eran bandas carajo, no como los fresitas de ahora. A veces les mataba la onda y le subía a Caifanes cuando tocaban antes de que nos olviden.
“…No andaremos de rodillas… el alma no tiene la culpa…” y todos nos volvíamos air drummers.
Y Lupe callaba. Salud. A veces cambiaba la canción, o vaciaba los ceniceros repletos, a veces se quedaba dormida unos minutos para luego incorporarse y sin decir más, se encaminaba al baño para hacer una breve escala antes de irse a dormir: ¡No sean cabrones! levanten la tapa, que asqueroso cuando la dejan toda meada. Entonces yo apuraba la cerveza y fingía que me estaba muriendo de sueño.
Uy, ya mejor nos vamos, tump, tump, tump. Cerraban la puerta. Yo iba hacia Lupe. Aunque estuviera dormida me hacía un huequito dentro de ella.
Fue Ernesto el que me dijo.
---CONTINUARÁ---
III.
Y así seguimos, sin hacer preguntas, durante aproximadamente otros dos meses. Ella pintaba una línea que yo no podía cruzar sin su permiso. Y yo aprendí a no meterme en lo que no me importa. Hasta que empecé a darme cuenta, un poco alarmado, de que ya empezaba a quererla. Fue poquito antes de que me quedara sin amigos y ella llevara la muñeca a la casa:
–¿Y esa muñeca qué?
–Es mía, ¿Te molesta si la dejo aquí?
–No, no me molesta, pero dime, ¿Te piensas mudar a mi depa?
–A ver… ¿Quieres que me cambie para acá? ¿Por qué preguntas?
–Pues no sé, me parece que vas a empezar a traer tus cosas ¿Es así?
Frunció el ceño, recogió la monita de trapo con brusquedad y se encaminó a la puerta.
–Si no quieres que la deje aquí, dime… pero no empieces con ondas raras, si no te late, pues aquí lo dejamos.
La tomé de la cintura y quise darle un beso, pero ella me esquivó, tomó su bolsa y salió dando un portazo. Ya me había dado cuenta de que era temperamental e intempestiva, pero me valió madre. Más tarde la tendría de nuevo bajo las sábanas. O sobre mí.
Lupe no era muy afecta a conversar con mis amigos. La banda llegaba a veces de improviso a mi casa: tump, tump, tump. Tac-tac-tac y la puerta se abría para dejarlos entrar en fila cargando bolsas con cervezas y botanas. La vida era sencilla. Tropical, diría yo.
Desvelos escuchando pláticas rebuscadas y pretenciosas: ah, qué buena es esa canción, siempre me gustó Compay Segundo, pero Ibrahim es la neta. ¡Salud! Pásame una. ¿Y cuándo publicas? ya te estás tardando. Oye Lupe, ¿pues que te lo coges todo el tiempo? Súbele a esa, me gusta el piano.
Yo prefería el rock. Crecí con la música y los berridos del Chato Hernández y Alex Lora, Esas eran bandas carajo, no como los fresitas de ahora. A veces les mataba la onda y le subía a Caifanes cuando tocaban antes de que nos olviden.
“…No andaremos de rodillas… el alma no tiene la culpa…” y todos nos volvíamos air drummers.
Y Lupe callaba. Salud. A veces cambiaba la canción, o vaciaba los ceniceros repletos, a veces se quedaba dormida unos minutos para luego incorporarse y sin decir más, se encaminaba al baño para hacer una breve escala antes de irse a dormir: ¡No sean cabrones! levanten la tapa, que asqueroso cuando la dejan toda meada. Entonces yo apuraba la cerveza y fingía que me estaba muriendo de sueño.
Uy, ya mejor nos vamos, tump, tump, tump. Cerraban la puerta. Yo iba hacia Lupe. Aunque estuviera dormida me hacía un huequito dentro de ella.
Fue Ernesto el que me dijo.
---CONTINUARÁ---
Etiquetas:
Cuentitos,
Delicatessen,
Metatextos,
Que bonito
miércoles, junio 22, 2011
OFERTONES
¡Aparte del SÚPER PRECIO está la opción de comprar de uno en uno! Que nadie te obligue a gastar en algo innecesario!
Ideal por si tienes los pies muy disparejos o por si perdiste un sólo TENY!
De todos estos productos no me decido qué me conviene más. Creo que primero me compraré una TUALLA:
¿Dónde están estos OFERTONES que Ud. no debe dejar pasar? En Pinos, Zacatecas.
Etiquetas:
Chistín,
Fenómenos,
Fotos Vaciladoras,
Que bonito,
Ternurita
lunes, junio 20, 2011
Continúo con la historia breve que les prometí en el post pasado. Aunque ya tengo una o dos propuestas de título sigo esperando por más… Ojalá les guste.
-------------------------------
PARTE II
Fue inevitable observar con detenimiento el tatuaje de su hombro desnudo. Conozco el arte prehispánico, pero no pude identificar las grecas y formas que dibujaban su piel. Decidí que le preguntaría el significado después. Tal vez cuando satisfechos el uno del otro, nos recostáramos para descansar del clímax. Fumaríamos un cigarro y nos limpiaríamos el sudor y entonces la pregunta surgiría de lo más natural: “Oye, ¿Qué significa…?”
Atrapamos a su perro. Nunca me han gustado los poodles: Pinches perros modositos. Pero debo reconocer que Lucas no tenía nada de anodino. Sus grandes ojos miraban con dulzura, su lengua rasposa me reafirmaba que acababa de incluirme en su lista como un nuevo amigo. La conversación fluyó entre su dueña y yo sin obstáculos desde lo trivial hasta asuntos más interesantes, como aceptar tomar una copa en mi depa y después… lo demás. Hola desconocida.
Después de un par de meses el que sacaba a pasear al perro era yo, mientras Lupe trabajaba en la estética. Cuando salía me encontraba con ella en el parque, caminábamos un rato, regresábamos a mi cueva y hacíamos el amor un par de veces hasta que nos quedábamos dormidos. Algunas mañanas ella preparaba el desayuno y se iba, otras era yo el que despertaba solo y después de darme cuenta de su ausencia me ponía a cocinar. Al día siguiente lo mismo. A veces se quedaba, a veces había cervezas, a veces no, pero nunca la acompañé a su casa –Vivo muy lejos, yo me las arreglo –me decía antes de besarme en los labios y despedirse. Y yo volvía a mis lecturas o a teclear poesía que esperanzado soñaba lograría colocar en alguna editorial tarde o temprano.
No es que me interesara mucho, pero el día que fui a buscarla a su trabajo me encontré con un local cerrado, la cortina corrida hacia abajo me dejó leer SE RENTA en letras rojas y entonces volví al parque. Tomé nota mental de la basura que se acumulaba en la banqueta de aquél negocio mientras caminaba jalando a Lucas. El perro no tenía la culpa de nada, pero esa noche los jalones que le di fueron un poco más exigentes que de ordinario.
De regreso, guardé silencio mucho tiempo. No hallaba como iniciar el tema.
–Oye Lupe, fui a tu negocio y estaba cerrado…
–Cerré temprano, porque fui a comprar unas cosas
–Oh, bueno…
–No vayas a buscarme, ya te dije que aquí nos vemos
–Okey, no hay problema, es que me dieron ganas…
–Cómprame una nieve, ¿Traes dinero?
-------------------------------
PARTE II
Fue inevitable observar con detenimiento el tatuaje de su hombro desnudo. Conozco el arte prehispánico, pero no pude identificar las grecas y formas que dibujaban su piel. Decidí que le preguntaría el significado después. Tal vez cuando satisfechos el uno del otro, nos recostáramos para descansar del clímax. Fumaríamos un cigarro y nos limpiaríamos el sudor y entonces la pregunta surgiría de lo más natural: “Oye, ¿Qué significa…?”
Atrapamos a su perro. Nunca me han gustado los poodles: Pinches perros modositos. Pero debo reconocer que Lucas no tenía nada de anodino. Sus grandes ojos miraban con dulzura, su lengua rasposa me reafirmaba que acababa de incluirme en su lista como un nuevo amigo. La conversación fluyó entre su dueña y yo sin obstáculos desde lo trivial hasta asuntos más interesantes, como aceptar tomar una copa en mi depa y después… lo demás. Hola desconocida.
Después de un par de meses el que sacaba a pasear al perro era yo, mientras Lupe trabajaba en la estética. Cuando salía me encontraba con ella en el parque, caminábamos un rato, regresábamos a mi cueva y hacíamos el amor un par de veces hasta que nos quedábamos dormidos. Algunas mañanas ella preparaba el desayuno y se iba, otras era yo el que despertaba solo y después de darme cuenta de su ausencia me ponía a cocinar. Al día siguiente lo mismo. A veces se quedaba, a veces había cervezas, a veces no, pero nunca la acompañé a su casa –Vivo muy lejos, yo me las arreglo –me decía antes de besarme en los labios y despedirse. Y yo volvía a mis lecturas o a teclear poesía que esperanzado soñaba lograría colocar en alguna editorial tarde o temprano.
No es que me interesara mucho, pero el día que fui a buscarla a su trabajo me encontré con un local cerrado, la cortina corrida hacia abajo me dejó leer SE RENTA en letras rojas y entonces volví al parque. Tomé nota mental de la basura que se acumulaba en la banqueta de aquél negocio mientras caminaba jalando a Lucas. El perro no tenía la culpa de nada, pero esa noche los jalones que le di fueron un poco más exigentes que de ordinario.
De regreso, guardé silencio mucho tiempo. No hallaba como iniciar el tema.
–Oye Lupe, fui a tu negocio y estaba cerrado…
–Cerré temprano, porque fui a comprar unas cosas
–Oh, bueno…
–No vayas a buscarme, ya te dije que aquí nos vemos
–Okey, no hay problema, es que me dieron ganas…
–Cómprame una nieve, ¿Traes dinero?
Etiquetas:
Cuentitos,
Metatextos,
Que bonito
viernes, junio 17, 2011
Estaciones
El calendario indica que es verano, sin embargo han transcurrido varias estaciones en estos pocos días: He sentido un calorcillo extraño, he pasado por vendavales de esos que te balacean la cara con miles de pequeñas piedritas que intentan meterse en un ojo, han caído auténticos aguaceros que dejan el ambiente impregnado de ozono, pero la tierra fresca, dispuesta.
En estos días hasta he cruzado un par de zonas áridas y prácticamente desiertas, llenas de sol: de ese sol que pica y arde en la piel. Ese sol que pasa por tus días y si no te cambia la tonalidad de la dermis definitivamente, al menos te deja una severa marca que tal vez nunca se desvanezca.
En esta semana y en menos de 5 días he recibido, escuchado por azar y dado noticias:
-muy tristes
-demoledoras
-molestas
-tierrrrnasss
-graciosas
-esperanzadoras
-sorprendentes, de esas que te dejan sin habla
He retomado la escritura: un par de ideas que estaba guardando en la cartera, en ese compartimento donde guardas un papelillo importante y después no lo encuentras: a veces tecleo copiosamente, tratando de utilizar el recurso literario para clarificar una atmósfera: y en ocasiones es más bien como si fuera deslizándome sin usar los remos, a gusto sobre un río transparente y en calma. Las ideas fluyen, eso sí.
También he recibido muchas sorpresas: Algunas frías e inertes, otras aparecieron así: de pronto, como un relámpago que presagia tormenta: no en mi vida, pero ¡ah! ¡cómo quisiera tener un paragüas para prestar! Unas más llegaron poco a poco. Increíble que hayan sido tantas en tan poco tiempo: como para pedir que la dosis sea más leve.
No sé en que orden convenga alternar los sentimientos: qué haré primero: ¿saludar con alegría? ¿sentirme satisfecho? ¿entristecerme? ¿reírme sanamente? ¿ofenderme? ¿enojarme? ¿ponerme melancólico? ¿preparar palomitas y sentarme como espectador? ¿participar de la obra?
Tal vez es que, como dije arriba: son demasiadas cosas en tan pocos días. Se supone que las estaciones se alternan poco a poco, no es éste el caso. También hemos alterado nuestro clima emocional, digo yo...
Como sea, les dejaré un cuentito que trato de escribir y me mantiene desvelándome. Aún no tiene título, así que pueden sugerir uno, traten de no ser inmediatos y obvios ¿va? Se los iré pasando por partes, ¿verdad que la vida es maravillosa?
Ojalá les guste.
-------------------------------------------------------
“El misterio es puro, es mágico”
-Saúl Hernández, Caifanes
Cuando vi la muñeca tirada en el piso de mi departamento lo primero que noté es que tenía los ojos abiertos, desmesurados, como en medio de un gesto de sorpresa que sólo podía expresar una advertencia.
El día que Lupe se fue de la casa busqué y rebusqué entre todas las cosas que había dejado como estela tras de sí. No tenía claro en mi mente lo que (¿deseaba? ¿temía?) encontrar. Otra vez la voz sonó implacable dentro de mi cabeza:
Te lo juro, cabrón: Aguas.
Empecé a tararear aquellas viejas canciones de Buena Vista Social Club, de Bon y los Enemigos del Silencio… a sacar otro cigarrillo de la cajetilla aplastada, lo que fuera necesario hacer, con tal de abandonar esos negros pensamientos.
En el suelo, la muñeca seguía taladrándome la médula con esa mirada brillante, azul. Irremediable.
Lupe y yo nos conocimos en el parque. Ella corría con una correa en las manos, pero no vi a ningún perro atado a sus extremos. Yo aún no me decidía entre comprar un café y sentarme en una banca a ver pasar el resto del día que ya agonizaba, o regresar a casa para terminar un capítulo más de la novela que me estaba costando un huevo leer. No chocamos, ni tropezamos para luego reírnos como tontos. Después de valorar su espalda y esas largas piernas le ofrecí ayuda para encontrar al bicho que se había evadido. La miré pasar dos veces frente a mí antes de acercármele.
–¡Lucas! ¡ven acá! –le faltaba el aliento mientras sostenía la correa entre las manos.
---CONTINUARÁ---
En estos días hasta he cruzado un par de zonas áridas y prácticamente desiertas, llenas de sol: de ese sol que pica y arde en la piel. Ese sol que pasa por tus días y si no te cambia la tonalidad de la dermis definitivamente, al menos te deja una severa marca que tal vez nunca se desvanezca.
En esta semana y en menos de 5 días he recibido, escuchado por azar y dado noticias:
-muy tristes
-demoledoras
-molestas
-tierrrrnasss
-graciosas
-esperanzadoras
-sorprendentes, de esas que te dejan sin habla
He retomado la escritura: un par de ideas que estaba guardando en la cartera, en ese compartimento donde guardas un papelillo importante y después no lo encuentras: a veces tecleo copiosamente, tratando de utilizar el recurso literario para clarificar una atmósfera: y en ocasiones es más bien como si fuera deslizándome sin usar los remos, a gusto sobre un río transparente y en calma. Las ideas fluyen, eso sí.
También he recibido muchas sorpresas: Algunas frías e inertes, otras aparecieron así: de pronto, como un relámpago que presagia tormenta: no en mi vida, pero ¡ah! ¡cómo quisiera tener un paragüas para prestar! Unas más llegaron poco a poco. Increíble que hayan sido tantas en tan poco tiempo: como para pedir que la dosis sea más leve.
No sé en que orden convenga alternar los sentimientos: qué haré primero: ¿saludar con alegría? ¿sentirme satisfecho? ¿entristecerme? ¿reírme sanamente? ¿ofenderme? ¿enojarme? ¿ponerme melancólico? ¿preparar palomitas y sentarme como espectador? ¿participar de la obra?
Tal vez es que, como dije arriba: son demasiadas cosas en tan pocos días. Se supone que las estaciones se alternan poco a poco, no es éste el caso. También hemos alterado nuestro clima emocional, digo yo...
Como sea, les dejaré un cuentito que trato de escribir y me mantiene desvelándome. Aún no tiene título, así que pueden sugerir uno, traten de no ser inmediatos y obvios ¿va? Se los iré pasando por partes, ¿verdad que la vida es maravillosa?
Ojalá les guste.
-------------------------------------------------------
“El misterio es puro, es mágico”
-Saúl Hernández, Caifanes
Cuando vi la muñeca tirada en el piso de mi departamento lo primero que noté es que tenía los ojos abiertos, desmesurados, como en medio de un gesto de sorpresa que sólo podía expresar una advertencia.
El día que Lupe se fue de la casa busqué y rebusqué entre todas las cosas que había dejado como estela tras de sí. No tenía claro en mi mente lo que (¿deseaba? ¿temía?) encontrar. Otra vez la voz sonó implacable dentro de mi cabeza:
Te lo juro, cabrón: Aguas.
Empecé a tararear aquellas viejas canciones de Buena Vista Social Club, de Bon y los Enemigos del Silencio… a sacar otro cigarrillo de la cajetilla aplastada, lo que fuera necesario hacer, con tal de abandonar esos negros pensamientos.
En el suelo, la muñeca seguía taladrándome la médula con esa mirada brillante, azul. Irremediable.
Lupe y yo nos conocimos en el parque. Ella corría con una correa en las manos, pero no vi a ningún perro atado a sus extremos. Yo aún no me decidía entre comprar un café y sentarme en una banca a ver pasar el resto del día que ya agonizaba, o regresar a casa para terminar un capítulo más de la novela que me estaba costando un huevo leer. No chocamos, ni tropezamos para luego reírnos como tontos. Después de valorar su espalda y esas largas piernas le ofrecí ayuda para encontrar al bicho que se había evadido. La miré pasar dos veces frente a mí antes de acercármele.
–¡Lucas! ¡ven acá! –le faltaba el aliento mientras sostenía la correa entre las manos.
---CONTINUARÁ---
miércoles, junio 08, 2011
De adioses
Ella lo mató antes. Él pensó que le iba a pertenecer por siempre. La cordura se asomó primero con señales de despedidas. La locura les permitió alejarse con menos dolor.
Etiquetas:
Cuentitos,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Metatextos
miércoles, mayo 25, 2011
Trabajos y trabajos
Acabo de leer un post de Semidios, y me ha hecho reflexionar sobre algo a lo que ya le daba vueltas mi caletre: Los trabajos o chambas que haría y los que no.
Lo que no sería NUNCA:
Policía de tránsito, pues me gusta ser honesto la mayor parte del tiempo
Vendedor de fruta en carretillas, demasiado sol todo el día
Policía Ministerial, y para acabar, ninguna clase de policía
Chofer de camión urbano
Nunca, pero nunca sería enfermero
Político, aunque quien sabe... bueno no, tampoco soy huevón ni ratero
Velador
Encargado de ventanilla
Impresor balín y comodino
Futbolista Profesional, porque tengo bien definida mi sexualidad, no por otra cosa
Computito nerdoso
Fontanero, albañil o destapacaños
Mandadero
Lo que sí me hubiera gustado ser, aparte de diseñador gráfico:
DJ
Carpintero (con especialidad en pesebres)
Pintor (pero no de brocha gorda, de los otros que se hacen famosillos)
Jardinero artístico
Cocinero en un restaurante italiano
Cantante francés o Guitarrista de una banda de rock
Arquitecto
Salvavidas en una playa
Psicólogo
Ingeniero de Audio
Trailero (¡en serio!)
Cajero en un supermercado
Barman
escritor
taquero
¿Qué chiste tiene decir todo esto? a mí me late a veces pensar que si hiciera otra chamba, la haría bastante bien, no importa si es aburrida, riesgosa o repetitiva, algunas s eme hacen muy sencillas y en eso radica su atractivo: en la sencillez, en que no tiene complicaciones tan profundas como lavar bien un vaso y llenarlo de nuevo para servirlo. Así.
Otras son más complejas, pero en el fondo no lo son tanto. Implican ayudar a alguien más y pasarla bien. Cuando he platicado con algunas amistades que por ejemplo, son contadores" o "analistas de sistemas" y así la verdad es que no me imagino cual podría ser una gran emoción para ellos dentro del campo laboral... no sé... ¿que les cuadren los números?
No sé, no concibo una vida con un trabajo que no me divierta, me emocione y me haga sentir pasión. Supongo que los contadores, carretilleros y policías de tránsito que están en eso por vocación, han de sentir bien chido cuando sucede algo que los reafirma como lo que son, pero no me lo imagino.
Yo soy feliz con lo que hago, y claro que me gustaría hacer más.
Eso sí, tampoco sería astronauta, de ninguna manera. No señor.
Lo que no sería NUNCA:
Policía de tránsito, pues me gusta ser honesto la mayor parte del tiempo
Vendedor de fruta en carretillas, demasiado sol todo el día
Policía Ministerial, y para acabar, ninguna clase de policía
Chofer de camión urbano
Nunca, pero nunca sería enfermero
Político, aunque quien sabe... bueno no, tampoco soy huevón ni ratero
Velador
Encargado de ventanilla
Impresor balín y comodino
Futbolista Profesional, porque tengo bien definida mi sexualidad, no por otra cosa
Computito nerdoso
Fontanero, albañil o destapacaños
Mandadero
Lo que sí me hubiera gustado ser, aparte de diseñador gráfico:
DJ
Carpintero (con especialidad en pesebres)
Pintor (pero no de brocha gorda, de los otros que se hacen famosillos)
Jardinero artístico
Cocinero en un restaurante italiano
Cantante francés o Guitarrista de una banda de rock
Arquitecto
Salvavidas en una playa
Psicólogo
Ingeniero de Audio
Trailero (¡en serio!)
Cajero en un supermercado
Barman
escritor
taquero
¿Qué chiste tiene decir todo esto? a mí me late a veces pensar que si hiciera otra chamba, la haría bastante bien, no importa si es aburrida, riesgosa o repetitiva, algunas s eme hacen muy sencillas y en eso radica su atractivo: en la sencillez, en que no tiene complicaciones tan profundas como lavar bien un vaso y llenarlo de nuevo para servirlo. Así.
Otras son más complejas, pero en el fondo no lo son tanto. Implican ayudar a alguien más y pasarla bien. Cuando he platicado con algunas amistades que por ejemplo, son contadores" o "analistas de sistemas" y así la verdad es que no me imagino cual podría ser una gran emoción para ellos dentro del campo laboral... no sé... ¿que les cuadren los números?
No sé, no concibo una vida con un trabajo que no me divierta, me emocione y me haga sentir pasión. Supongo que los contadores, carretilleros y policías de tránsito que están en eso por vocación, han de sentir bien chido cuando sucede algo que los reafirma como lo que son, pero no me lo imagino.
Yo soy feliz con lo que hago, y claro que me gustaría hacer más.
Eso sí, tampoco sería astronauta, de ninguna manera. No señor.
martes, mayo 24, 2011
lunes, mayo 23, 2011
Hamburguesa, deliciosa pesadilla
Resulta que estuve unos días de viaje.
El primer día que llegué pedí una DE-LI-CIO-SA hamburguesa en Pour La France (excelente restaurant de comida francesa) Pero son 8 onzas de delicioso sirloin, más la gigantesca guarnición y ensaladita... Ah, ¡que ricura! en verdad se las recomiendo... sólo que fue demasiado para mí. Una plomi-cena, pues. No pude terminarla, pero casi. Cuando me rendí pedí la cuenta y me fuí a mi hotel a dormir.
La pesadilla fue espantosa, nunca había tenido una a causa de cenar tanto:
Estaba sentado en una silla con los brazos amarrados sobre los descansa-brazos mientras un güey me golpeaba en la cara una y otra vez. Así, a madrazo limpio. La neta sí dolía mucho... me rompió la nariz y toda la cara me sangraba. por los golpes la sentía gigantesca, toda hinchada y el güey se reía mientras tomaba vuelo para darme otro. Alguien más estaba ahí pero no podía verlo. También hubiera querido perder el conocimiento, como he visto en algunas películas, pero no pude.
Lo más gacho fue cuando el tipo me enseñó un lápiz de esos amarillos con gomita rosa. Y un sacapuntas eléctrico que conectó en la pared:
–Chécate esto, cabrón, checa muy bien...
Le sacó punta al lápiz y lo puso enfrente de mis ojos, así como para sacarme uno. Desinflarlo... pero luego empezó a picarme en las manos que tenía yo amarradas a la silla. Empezó a encajarlo en el dorso de la mano derecha, así leve y yo le decía "NONONONO, POR FAVOR, NO LO HAGAS"
Entonces el hijo de puta lo levantó y con toda la saña del mundo lo hundió hasta el fondo en mi mano, yo gritaba y gritaba porque sentía como relámpagos que me recorrían el brazo. El tipo rompió el lápiz a la mitad. Calló mis gritos con otro puñetazo que me hizo ver lucecitas y tuve esa sensación como cuando uno salta dentro de una alberca y se le llena la nariz de agua. Escupí un diente. La verdad fué muy vívido.
Sacó otro lápiz nuevecito y lo puso de nuevo frente a mis ojos. Esta vez tardó más en sacarle punta, pero lo dejó más afilado que el anterior.
Desperté. Qué bueno.
No vuelvo a cenar tanto, no importa que las hamburguesas de Pour La France sean excelentes.
El primer día que llegué pedí una DE-LI-CIO-SA hamburguesa en Pour La France (excelente restaurant de comida francesa) Pero son 8 onzas de delicioso sirloin, más la gigantesca guarnición y ensaladita... Ah, ¡que ricura! en verdad se las recomiendo... sólo que fue demasiado para mí. Una plomi-cena, pues. No pude terminarla, pero casi. Cuando me rendí pedí la cuenta y me fuí a mi hotel a dormir.
La pesadilla fue espantosa, nunca había tenido una a causa de cenar tanto:
Estaba sentado en una silla con los brazos amarrados sobre los descansa-brazos mientras un güey me golpeaba en la cara una y otra vez. Así, a madrazo limpio. La neta sí dolía mucho... me rompió la nariz y toda la cara me sangraba. por los golpes la sentía gigantesca, toda hinchada y el güey se reía mientras tomaba vuelo para darme otro. Alguien más estaba ahí pero no podía verlo. También hubiera querido perder el conocimiento, como he visto en algunas películas, pero no pude.
Lo más gacho fue cuando el tipo me enseñó un lápiz de esos amarillos con gomita rosa. Y un sacapuntas eléctrico que conectó en la pared:
–Chécate esto, cabrón, checa muy bien...
Le sacó punta al lápiz y lo puso enfrente de mis ojos, así como para sacarme uno. Desinflarlo... pero luego empezó a picarme en las manos que tenía yo amarradas a la silla. Empezó a encajarlo en el dorso de la mano derecha, así leve y yo le decía "NONONONO, POR FAVOR, NO LO HAGAS"
Entonces el hijo de puta lo levantó y con toda la saña del mundo lo hundió hasta el fondo en mi mano, yo gritaba y gritaba porque sentía como relámpagos que me recorrían el brazo. El tipo rompió el lápiz a la mitad. Calló mis gritos con otro puñetazo que me hizo ver lucecitas y tuve esa sensación como cuando uno salta dentro de una alberca y se le llena la nariz de agua. Escupí un diente. La verdad fué muy vívido.
Sacó otro lápiz nuevecito y lo puso de nuevo frente a mis ojos. Esta vez tardó más en sacarle punta, pero lo dejó más afilado que el anterior.
Desperté. Qué bueno.
No vuelvo a cenar tanto, no importa que las hamburguesas de Pour La France sean excelentes.
lunes, mayo 16, 2011
Desarraigo
Cuando viajo fuera de mi pueblo pongo especial atención a las sensaciones. El hecho de estar fuera de mi casa, lejos de la gente que acostumbro visitar, de los lugares que frecuento, de las charlas de sobremesa, de las calles que me conocen tanto como yo a ellas, del frío o del calor que por las noches me abriga o me señala con la amarillenta luz de una luminaria.
La sensación de estar en un lugar ajeno, en una cama desconocida, sin nadie que me reconozca, y sin conocer a nadie más es de lo mejor. Una habitación de hotel, una lámpara de mesa y un espacio a media luz. Una brasa de cigarrillo que se consume sola.
El desarraigo que se siente al estar lejos de casa no tiene que ser malo. Es ocasión para reflexionar mientras las obligaciones cotidianas se han perdido tras los cerros, tras las curvas de la carretera, tras los montes y las nubes.
He cruzado kilómetros de huizaches, de terregales que se sumergen entre tolvaneras que elevan la soledad de esos inmundos parajes que sólo pueden servir para rodar películas palomeras que hagan alarde de estereotipos mexicanos en la pantalla.
Quiero regresar, pero estoy muy a gusto lejos. Es contradictorio, lo sé... pero el desarraigo es la neta.
Debrayes a la una de la mañana, mientras en la oscuridad de mi habitación el televisor muestra imágenes en sucesión y un pequeño letrero dice "MUTED"
MUTED. Así está bien. Por ahora. Mañana será otro día.
La sensación de estar en un lugar ajeno, en una cama desconocida, sin nadie que me reconozca, y sin conocer a nadie más es de lo mejor. Una habitación de hotel, una lámpara de mesa y un espacio a media luz. Una brasa de cigarrillo que se consume sola.
El desarraigo que se siente al estar lejos de casa no tiene que ser malo. Es ocasión para reflexionar mientras las obligaciones cotidianas se han perdido tras los cerros, tras las curvas de la carretera, tras los montes y las nubes.
He cruzado kilómetros de huizaches, de terregales que se sumergen entre tolvaneras que elevan la soledad de esos inmundos parajes que sólo pueden servir para rodar películas palomeras que hagan alarde de estereotipos mexicanos en la pantalla.
Quiero regresar, pero estoy muy a gusto lejos. Es contradictorio, lo sé... pero el desarraigo es la neta.
Debrayes a la una de la mañana, mientras en la oscuridad de mi habitación el televisor muestra imágenes en sucesión y un pequeño letrero dice "MUTED"
MUTED. Así está bien. Por ahora. Mañana será otro día.
lunes, abril 25, 2011
Tiempo, espacio, ideas
Ideas, hay muchas... tiempo, no tanto, espacio... tampoco, jajajaja
Estoy cocinando uno y tal vez dos cuentitos, que con la venia de ustedes y los anónimos tal vez suba aquí más adelante.
Por lo pronto estoy releyendo algo de Tolkien y uno de John Katzenbach (no, no estornudé) porque la neta yo sí hago caso de recomendaciones que me hacen, prefiero leerlas y concluir que me gustan o no, pero sólo opino de ellos una vez que los he leído.
Lectura sencilla, entretenida, sin pretensiones pero con la clara finalidad que yo veo en una narración: transportar y hacer que el lector olvide que está leyendo.
Ah! y no, no los odio, simplemente les he dado vacaciones. Pero ya mero se les acaban.
Busquen algo interesante que leer.
Estoy cocinando uno y tal vez dos cuentitos, que con la venia de ustedes y los anónimos tal vez suba aquí más adelante.
Por lo pronto estoy releyendo algo de Tolkien y uno de John Katzenbach (no, no estornudé) porque la neta yo sí hago caso de recomendaciones que me hacen, prefiero leerlas y concluir que me gustan o no, pero sólo opino de ellos una vez que los he leído.
Lectura sencilla, entretenida, sin pretensiones pero con la clara finalidad que yo veo en una narración: transportar y hacer que el lector olvide que está leyendo.
Ah! y no, no los odio, simplemente les he dado vacaciones. Pero ya mero se les acaban.
Busquen algo interesante que leer.
jueves, abril 07, 2011
Tips para circular por las calles de San Luis Potosí
Si usted acaba de ingresar a nuestras vialidades ¡no se pierda! aquí le paso la última información vital para circular por estas hermosas calles llenas de tradicionales adoquines. ¡Sin costo, sin compromiso ni ventas ocultas!
En SLP las líneas que dividen los carriles se utilizan para centrar el auto en medio de la calle. Así todos avanzamos derechitos derechitos por en medio y evitamos accidentes.
En SLP los letreros de ALTO son advertencias para que sólo disminuyas tu velocidad un poco
En SLP manejamos conscientes sólo de unos 2 metros delante de nuestro coche. No pidan más No podemos prever que se empiece a generar una enorme fila porque una señora decidió detenerse en doble fila a retocar su maquillaje
En SLP se permite estacionarse en doble y hasta triple fila en cualquier calle, más a la hora que los niños salen del cole. No tiene que caso que se enfurezca. No suene la bocina, mejor bájese del auto y compre un refresco o algo. No moleste.
En SLP al encender tus intermitentes los demás entienden que vas a detenerte en medio del tráfico para hacer una llamada o porque encontraste a un viejo amigo caminando por la calle y están recordando sus aventuras de primaria.
En San Luis Potosí se debe conducir por el carril izquierdo, a 30 km/h como máximo y rebasar por la derecha.
En SLP los camellones tienen extensiones que parecen automóviles, pero no se engañe: son sólo apariencias.
Las Mamá-Vans tienen preferencia en avenidas, callejones, afuera de escuelas y en general en toda la ciudad. Si se topa con una deténgase. Observe y espere.
Los semáforos son adornos que nos han costado mucho. Respételos.
No importa si le toca uno en verde. El peatón SIEMPRE tiene preferencia: puede caminar por en medio de la calle, detenerse, sentarse, cantar y bailar. No importa que no esté en la banqueta.
En SLP tenemos banquetas de 30 cms de ancho, así que...
Por si no lo sabía, nuestras calles con adoquines son tradicionales, de igual manera puede pasar a visitar al gobernador, que atiende en su oficina vestido de calzón de manta. Otras veces se viste de huichol. Muy, muy bonito.
a
Luego le seguimos. Mientras tanto ya puede enfrentarse a nuestro caos vial.
En SLP las líneas que dividen los carriles se utilizan para centrar el auto en medio de la calle. Así todos avanzamos derechitos derechitos por en medio y evitamos accidentes.
En SLP los letreros de ALTO son advertencias para que sólo disminuyas tu velocidad un poco
En SLP manejamos conscientes sólo de unos 2 metros delante de nuestro coche. No pidan más No podemos prever que se empiece a generar una enorme fila porque una señora decidió detenerse en doble fila a retocar su maquillaje
En SLP se permite estacionarse en doble y hasta triple fila en cualquier calle, más a la hora que los niños salen del cole. No tiene que caso que se enfurezca. No suene la bocina, mejor bájese del auto y compre un refresco o algo. No moleste.
En SLP al encender tus intermitentes los demás entienden que vas a detenerte en medio del tráfico para hacer una llamada o porque encontraste a un viejo amigo caminando por la calle y están recordando sus aventuras de primaria.
En San Luis Potosí se debe conducir por el carril izquierdo, a 30 km/h como máximo y rebasar por la derecha.
En SLP los camellones tienen extensiones que parecen automóviles, pero no se engañe: son sólo apariencias.
Las Mamá-Vans tienen preferencia en avenidas, callejones, afuera de escuelas y en general en toda la ciudad. Si se topa con una deténgase. Observe y espere.
Los semáforos son adornos que nos han costado mucho. Respételos.
No importa si le toca uno en verde. El peatón SIEMPRE tiene preferencia: puede caminar por en medio de la calle, detenerse, sentarse, cantar y bailar. No importa que no esté en la banqueta.
En SLP tenemos banquetas de 30 cms de ancho, así que...
Por si no lo sabía, nuestras calles con adoquines son tradicionales, de igual manera puede pasar a visitar al gobernador, que atiende en su oficina vestido de calzón de manta. Otras veces se viste de huichol. Muy, muy bonito.
a
Luego le seguimos. Mientras tanto ya puede enfrentarse a nuestro caos vial.
Etiquetas:
Aclaraciones,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Inocentadas,
Que bonito,
verdáaa?
martes, marzo 22, 2011
Queridos Anónimos y Anónimas
Les mando un saludito y les aviso que ya pronto no podrán publicar como antes en este blog. Eso es porque soy muy delicadito con mis cosas (aunque me refiera a este cuchitril de blog) y no me late que posteen comentarios amparados en el anonimato. Los dejo ahí y los respeto, pero no me late.
Es una lástima, anónimos... los extrañaré, neta.
En mi blog las cosas que comparto son mías. Las digo yo. Y si critico a alguien o si se me ocurre alguna bromita la hago siempre desde mi firma. Muchos me conocen en persona y saben quien dice las cosas. Si hay reclamos, sugerencias o consejos los recibo igual "en persona" es decir, a través de mi nick.
No voy a clavarme en inútiles discusiones acerca de los anónimos, los trolls que buscan fastidiar un foro, o un blog o los Fans From Hell que siempre aderezan los posts poniéndose de pechito para seguir pitorreándose de ellos.
No diré nada más. Simplemente les aviso que soy muy paciente, pero si me llegan a cansar sus comentarios desde el anonimato, pues los borraré y ya. Ha de ser más divertido quedarme sólo con mis tres queridos lectorcitos. Hay anónimos simpáticos, hay los que dan flojera, los que causan intriga, los que hacen más interesante una discusión y los que resultan más aburridos que un camello... ¿con cuál se identifica usted?
Saludos, anónimos... fue un placer.
Es una lástima, anónimos... los extrañaré, neta.
En mi blog las cosas que comparto son mías. Las digo yo. Y si critico a alguien o si se me ocurre alguna bromita la hago siempre desde mi firma. Muchos me conocen en persona y saben quien dice las cosas. Si hay reclamos, sugerencias o consejos los recibo igual "en persona" es decir, a través de mi nick.
No voy a clavarme en inútiles discusiones acerca de los anónimos, los trolls que buscan fastidiar un foro, o un blog o los Fans From Hell que siempre aderezan los posts poniéndose de pechito para seguir pitorreándose de ellos.
No diré nada más. Simplemente les aviso que soy muy paciente, pero si me llegan a cansar sus comentarios desde el anonimato, pues los borraré y ya. Ha de ser más divertido quedarme sólo con mis tres queridos lectorcitos. Hay anónimos simpáticos, hay los que dan flojera, los que causan intriga, los que hacen más interesante una discusión y los que resultan más aburridos que un camello... ¿con cuál se identifica usted?
Saludos, anónimos... fue un placer.
Etiquetas:
Aclaraciones,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Que bonito,
Quejumbroso Yo?,
Ternurita
martes, marzo 01, 2011
Cámara Lenta
Un cigarrillo humea y provoca que a Hugo se le llenen los ojos de agua. Cuando hace un recuento de las colillas que se amontonan en el cenicero concluye que está más cerca del insomnio que de un enfisema.
Volar. Surcar el espacio en busca de ella.
Revienta.
Cabrón pinchazo que se le da a ese globo lleno de lágrimas. Afuera las carcajadas se vuelven supersónicas.
Al girar la cabeza la pesadez se posa directamente sobre su desnudo cuello. Observa. Enciende uno más mientras en la calle el viento hace rodar trozos de papel y del corazón que ya ha regado por todos lados.
La sensación es de estática: Las lámparas iluminan con sorna amarillenta las banquetas. Apenas es de noche ya. Hugo pensó que ella se había marchado. No era así. El amor la revivió. Dejó afuera lo cursi, lo romántico y dejó pasar lo metafísico. Lo sensual de su tersa piel. Elena no se había ido. De alguna manera siempre regresaba cuando él se lo exigía a besos.
Carcajadas que cruzan con estruendo la barrera del sonido. Por un momento las confundió con los rechinidos de neumáticos que presagiaban lo irrecuperable. Tarde aciaga, un adiós sin despedida. Cámara lenta para captar todos los detalles. Adiós mi amor, que te vaya bien. Fue un gusto hacerte el amor con el corazón todas las noches. Que pena que tengas que irte ahora. Vuelve mañana…
Ella se marchó (¿o se la arrebataron?) cuando la tarde lucía entre rosa y naranja. Cielo inyectado de malos augurios. Inminente fue el adiós. Irremediable la distancia.
Y ahora las colillas de cigarros sin terminar se elevan, incoherentes, sobre la mesa de centro que ella le regaló el mejor de los días. Hace mil años. Cuando la vida en común parecía una dulce condena muy próxima. Cuando ambos se declararon culpables.
Pero ya no era así.
Hugo apagó el cigarrillo y salió a la calle a buscar un automóvil para él.
Volar. Surcar el espacio en busca de ella.
Revienta.
Cabrón pinchazo que se le da a ese globo lleno de lágrimas. Afuera las carcajadas se vuelven supersónicas.
Al girar la cabeza la pesadez se posa directamente sobre su desnudo cuello. Observa. Enciende uno más mientras en la calle el viento hace rodar trozos de papel y del corazón que ya ha regado por todos lados.
La sensación es de estática: Las lámparas iluminan con sorna amarillenta las banquetas. Apenas es de noche ya. Hugo pensó que ella se había marchado. No era así. El amor la revivió. Dejó afuera lo cursi, lo romántico y dejó pasar lo metafísico. Lo sensual de su tersa piel. Elena no se había ido. De alguna manera siempre regresaba cuando él se lo exigía a besos.
Carcajadas que cruzan con estruendo la barrera del sonido. Por un momento las confundió con los rechinidos de neumáticos que presagiaban lo irrecuperable. Tarde aciaga, un adiós sin despedida. Cámara lenta para captar todos los detalles. Adiós mi amor, que te vaya bien. Fue un gusto hacerte el amor con el corazón todas las noches. Que pena que tengas que irte ahora. Vuelve mañana…
Ella se marchó (¿o se la arrebataron?) cuando la tarde lucía entre rosa y naranja. Cielo inyectado de malos augurios. Inminente fue el adiós. Irremediable la distancia.
Y ahora las colillas de cigarros sin terminar se elevan, incoherentes, sobre la mesa de centro que ella le regaló el mejor de los días. Hace mil años. Cuando la vida en común parecía una dulce condena muy próxima. Cuando ambos se declararon culpables.
Pero ya no era así.
Hugo apagó el cigarrillo y salió a la calle a buscar un automóvil para él.
Etiquetas:
Cuentitos,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Metatextos
miércoles, febrero 23, 2011
Delicatessen IV
Retomando la vieja línea de este su humilde blog, es que en esta ocasión les presento esta ricura:
(CLICK PARA AGRANDAR)
Si algo tienen las tortas de lomo estilo Mexiquito es que no necesitan más que un trancazo de salsa de chile de árbol bien serenado y un par de "chiles de amor bien toreados" o de preferencia "freídos" (otorgo 10 Sivopuntos a quien me diga si la voz correcta es "fritos" o "freídos" y 10 Sivopuntos más a quien me diga si es correcto "impreso" o "imprimido" y por qué)
Es simple: Bolillo (algunos herejes le llaman Virote) pero debe ser bolillo, no telera de esas fofas y saladotas, no... BOLILLO, con carnita de lomo de cochino bien muerto freída en manteca (la mismita manteca donde se fríen los chiles serranos) y es todo, se sirve sobre un papel de estraza y ya si eres más "nais" puedes pedir un plato para no embarrarte toda la ropa. al par de chilitos toreados los bañas con sal… y a disfrutar. A un lado te colocan una botellita de plástico con más salsita, por si eres masoquista.
¡Ah! riguroso acompañar con un refresco de preferencia exótico. En mi caso, me encantó haber encontrado esta verdadera leyenda en los refrescos, uno que ya podríamos clasificar de mítico casi: El refresco Lulú.
Si no hay Lulú o Pep de toronja o Teem o algunodesosdeantes puede uno pedir una coquita pequeña o una de las de antes, en envase de vidrio, quesque porque sabe más rica que las porquerías que vienen ahora en envase PET. ¿Será?
Como sea, el chiste es disfrutar con calma y es casi obligatorio repetir la dosis. ¡Toda una comida de campeones! Y yo insisto: estas delicias deberían de ser incluidas en la pirámide alimenticia como un grupo por sí mismo.
(CLICK PARA AGRANDAR)
Si algo tienen las tortas de lomo estilo Mexiquito es que no necesitan más que un trancazo de salsa de chile de árbol bien serenado y un par de "chiles de amor bien toreados" o de preferencia "freídos" (otorgo 10 Sivopuntos a quien me diga si la voz correcta es "fritos" o "freídos" y 10 Sivopuntos más a quien me diga si es correcto "impreso" o "imprimido" y por qué)
Es simple: Bolillo (algunos herejes le llaman Virote) pero debe ser bolillo, no telera de esas fofas y saladotas, no... BOLILLO, con carnita de lomo de cochino bien muerto freída en manteca (la mismita manteca donde se fríen los chiles serranos) y es todo, se sirve sobre un papel de estraza y ya si eres más "nais" puedes pedir un plato para no embarrarte toda la ropa. al par de chilitos toreados los bañas con sal… y a disfrutar. A un lado te colocan una botellita de plástico con más salsita, por si eres masoquista.
¡Ah! riguroso acompañar con un refresco de preferencia exótico. En mi caso, me encantó haber encontrado esta verdadera leyenda en los refrescos, uno que ya podríamos clasificar de mítico casi: El refresco Lulú.
Si no hay Lulú o Pep de toronja o Teem o algunodesosdeantes puede uno pedir una coquita pequeña o una de las de antes, en envase de vidrio, quesque porque sabe más rica que las porquerías que vienen ahora en envase PET. ¿Será?
Como sea, el chiste es disfrutar con calma y es casi obligatorio repetir la dosis. ¡Toda una comida de campeones! Y yo insisto: estas delicias deberían de ser incluidas en la pirámide alimenticia como un grupo por sí mismo.
Etiquetas:
Delicatessen,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Que bonito,
verdáaa?
sábado, febrero 12, 2011
Galán con collar y correa nuevos
Djembe ha cambiado una vez más. Ahora ya no se la pasa chillando cuando está en el patio. Y debo reconocer que ha frenado sus instintos destructores un poco. Todavía recuerdo que hace medio año destruyó una escoba de aluminio con sus fauces.
Estrenó collar y correa, aunque me han recomendado que le consiga una pechera, un arnés, para que no se sofoque cuando se jala por comportarse como el Rancor de Star Wars.
Ahora me acompaña los domingos a patinar. No, no… el perro no patina, nomás corre como loco cuando percibe otros perros, y no se diga de las perritas. Creo que ya se acerca la fecha en que deberé cruzarlo (no sé por qué, pero todo mundo me dice que es necesario cruzarlo) Definitivamente no me quedaría con otro cachorro. Aunque Djembe se ha apaciguado mucho aún sigue siendo un huracán. Me parece que ha madurado un poco más.
La semana pasada le di un baño. Pero no es tan sencillo. Primero tuve que barrer y limpiar la cochera muy bien, porque el perro adora revolcarse en el piso sucio cuando termino de bañarlo. Y esta vez no fue la excepción. Como en menos de un segundo ya estaba dando vueltas sobre el piso, para luego sacudirse de la cabeza hasta la cola, luego repetía las vuelas en el piso, por supuesto que quedó en un tono cenizo, pero con un par de cepilladas tuvo. Terminó como un verdadero dandy perruno.Nunca he intentado sacudirme así para secarme después de un baño, pero me imagino que ha de ser divertido, como casi todo lo que hacen los perros. (¿por qué escribí eso?)
Le sigue gustando mucho salir en el carro conmigo y yo he tenido que soportar interiores tapizados en pliana y en pelos, pero no importa. Cuando lo veo al lado sonriendo (siempre he pensado que los chuchos sonríen muy seguido) y mirando hacia la calle, no puedo evitar sonreír también.
En fin, el chucho anda muy bien… y yo también con él.
Etiquetas:
De mi vida,
Djembelandia,
Fenómenos,
Que bonito,
Ternurita
jueves, enero 27, 2011
Post Raro
Hoy vi el facebook de un amigo que formó parte de una banda que tuve y falleció el año pasado.
La cuenta sigue activa.
Amigos y parientes continúan entrando ahí para darle saludos, dedicarle rolas, recordarlo, comentarle las peripecias de sus días, reclamarle su ausencia, pedir consejo.
No puedo evitar pensar en un cementerio. En un espacio callado, callado donde sólo los demás hablamos, y al mismo tiempo en una presencia. A pesar de que no soy afecto a hablar de esos temas no puedo dejar de pensarlo.
¿Qué sucede con el buzón de voz de un celular de alguien que ha muerto? Es como si ahora, aparte del recuerdo que uno pueda tener del compa que se fue, de las canciones que quedaron registradas, de las aventuras y peleas, de los viajes, las borracheras y los momentos de angustia y esperanza, le agregáramos el de una presencia que no se va. Una presencia que muchos se empeñan en conservar evidente.
Pienso en mi amigo, en su familia, en sus amigos, en su hijo.
Recuerdo que su mamá una vez nos llevó desde San Luis hasta Mexicali un paquete de enchiladas potosinas con todo su cariño. Pensando tal vez mientras viajaba, en llegar y prepararlas para que su hijo las compartiera feliz con la banda.
Las enchiladas no soportaron el viaje de tres días en autobús, así que cuando incrédulos abrimos el paquete las vimos echadas a perder. Creo que nadie se atrevió a tocarlas siquiera.
Ese día Fernando fue blanco de burlas e ironías enviadas con mucho afecto por parte de nosotros, pues el gesto de su madre nos conmovió a todos. ¡Miren que viajar a través del país para ver a su retoño y llevarle unas enchiladas! Fernando ya tenía varios días callado, meditabundo y algo melancólico, por lo que la llegada de su mamá a nuestra guarida en Mexicali debió ser un verdadero bálsamo. Incluso nos compartió un poco de su mami a los demás que ya extrañábamos a las propias. Por más que tratamos de encadenarla para evitarlo, la señora se empeñó en hacer una cena y al día siguiente una comida.
Aunque ahora que lo recuerdo mejor, tal vez no fuimos lo suficientemente estrictos con ella a propósito. La dejamos ser. Nos dejamos llevar.
Como sea, al ver su facebook hoy no pude evitar sentir algo extraño. No lo recordaba, pero aún tengo su contacto en messenger. No me había puesto a pensar que tengo un contacto offline que así seguirá pase lo que pase. Está offline de la vida, pero está activo en facebook. Es extraño. No puedo dejar de meditarlo.
Ay, carnalito.
La cuenta sigue activa.
Amigos y parientes continúan entrando ahí para darle saludos, dedicarle rolas, recordarlo, comentarle las peripecias de sus días, reclamarle su ausencia, pedir consejo.
No puedo evitar pensar en un cementerio. En un espacio callado, callado donde sólo los demás hablamos, y al mismo tiempo en una presencia. A pesar de que no soy afecto a hablar de esos temas no puedo dejar de pensarlo.
¿Qué sucede con el buzón de voz de un celular de alguien que ha muerto? Es como si ahora, aparte del recuerdo que uno pueda tener del compa que se fue, de las canciones que quedaron registradas, de las aventuras y peleas, de los viajes, las borracheras y los momentos de angustia y esperanza, le agregáramos el de una presencia que no se va. Una presencia que muchos se empeñan en conservar evidente.
Pienso en mi amigo, en su familia, en sus amigos, en su hijo.
Recuerdo que su mamá una vez nos llevó desde San Luis hasta Mexicali un paquete de enchiladas potosinas con todo su cariño. Pensando tal vez mientras viajaba, en llegar y prepararlas para que su hijo las compartiera feliz con la banda.
Las enchiladas no soportaron el viaje de tres días en autobús, así que cuando incrédulos abrimos el paquete las vimos echadas a perder. Creo que nadie se atrevió a tocarlas siquiera.
Ese día Fernando fue blanco de burlas e ironías enviadas con mucho afecto por parte de nosotros, pues el gesto de su madre nos conmovió a todos. ¡Miren que viajar a través del país para ver a su retoño y llevarle unas enchiladas! Fernando ya tenía varios días callado, meditabundo y algo melancólico, por lo que la llegada de su mamá a nuestra guarida en Mexicali debió ser un verdadero bálsamo. Incluso nos compartió un poco de su mami a los demás que ya extrañábamos a las propias. Por más que tratamos de encadenarla para evitarlo, la señora se empeñó en hacer una cena y al día siguiente una comida.
Aunque ahora que lo recuerdo mejor, tal vez no fuimos lo suficientemente estrictos con ella a propósito. La dejamos ser. Nos dejamos llevar.
Como sea, al ver su facebook hoy no pude evitar sentir algo extraño. No lo recordaba, pero aún tengo su contacto en messenger. No me había puesto a pensar que tengo un contacto offline que así seguirá pase lo que pase. Está offline de la vida, pero está activo en facebook. Es extraño. No puedo dejar de meditarlo.
Ay, carnalito.
Etiquetas:
Aventuras en el Ritmo,
Ay qué filosófico ando,
Azotajes,
De mi vida,
Eso... ¿lo dije o lo pensé?,
Me acuerdo... Me acuerdo...,
Musiquete
miércoles, enero 19, 2011
Cuentito
Las Batallas
Cuando Manuel se cansó de ver las formas que se dibujaban en el techo y empezaba a decidir si se levantaba, el sol ya había bajado lo suficiente en el horizonte como para proyectar sombras largas dentro de su habitación, sin embargo no quiso encender ninguna luz. Tampoco quiso ver la hora en el despertador de la mesita de al lado. Su cama era un campo de batalla, pero no pudo definir si él había ganado o si había sido abatido de nuevo en medio de una encarnizada lucha de amor.
La regadera seguía escurriendo un poco. Manuel podía escuchar las gotas caer lentamente al piso con un estridente plop casi inaudible. Seguramente las toallas estarían aún húmedas. Tibias ya no. Ausencia.
El teléfono sonó.
–¿Bueno?
–Manuel, ¿cómo estás?
–¿Quién eres?
–Marcela, –la voz sonó fastidiada, pero temerosa –¿estabas dormido?
–No –mintió –Estaba leyendo.
–¿Hoy tampoco vas a venir? ¡Ya duró mucho el castigo…!
–Mejor ven tú. Aquí te espero –interrumpió Manuel y acto seguido colgó.
Se levantó para vestirse, pero se dio cuenta que no se había sacado ni los zapatos. Cuando levantó el cobertor para hacer la cama se sorprendió de verlo asqueroso, lleno de lodo. No pudo recordar la travesía de la noche anterior, pero resaca no tenía. Casi estaba seguro de eso. Imágenes oníricas invadían su mente. Una silueta recortada debajo de la intensa luz amarillenta de una luminaria de la calle. Un letrero que decía PROPIEDAD PRIVADA. NO PASAR.
El teléfono volvió a sonar, pero no contestó. Uno… dos… tres… ocho timbrazos y el silencio se instaló de nuevo en la casa. Afuera empezaba a llover de nuevo. Las gotas resbalaban lentamente por la ventana, gruesas y pesadas. Esta vez no había resplandores de relámpagos.
Cambió las sábanas, el cobertor y toda la ropa de la cama. Del armario extrajo un par de zapatos limpios y dejó los sucios en el piso, junto a la ropa de cama manchada. Pensó si alguna vez los recogería de ahí y decidió apartar ese pensamiento.
Escribió una nota: “No me busques más. Que la vida te sonría siempre” La dejó sobre la mesa de centro de la sala.
Sacó del mismo armario la vieja caja donde guardaban algunos ahorros. Tomó un puño de billetes y dejó el resto para ella. Seguramente le sería suficiente para un par de meses más de renta. Después estaría por su cuenta, así como él estaba desde hace mucho. Aunque su nuevo viaje apenas estaba por comenzar.
Se colocó los pequeños audífonos en los oídos y de inmediato reconoció la pista que cantaba un dolido James Blunt: I saw your face, in a crowded place… And I don’t know what to do, ‘cause I’ll never be with you… Otra vez la ironía. Adiós que subiría por escalas cromáticas predecibles. Ella tal vez replicaría con palabras de Ximena Sariñana: Yo no quiero pedirte nada, sólo pon tus labios sobre mi espalda… amarte duele… amarte duele… Los dos ladrones de inspiración ajena. Secuestradores de sentencias de otros artistas abandonados.
El bocinazo que provino de la calle lo regresó a la realidad de golpe. Antes de salir a la banqueta abrió el buzón y sacó toda la correspondencia. No era ni publicidad, ni cuentas por pagar. Todas eran cartas que él redactó. Un ligero pesar le invadió cuando reconoció que las había enviado desde hace meses. Ya las quemaría en su momento y sin volver a leer ninguna. Sacó su celular para teclear un mensaje, pero iba a la mitad del mismo cuando decidió guardar lo que llevaba escrito y lo cerró. Abrió de nuevo el buzón y dejó el aparato en su interior. “Entrega inmediata” pensó fugazmente, y no pudo sonreír aunque la idea era buena, condenadamente buena.
Cambió de melodía. Journey le iba bien, pues decían Some will win… some will lose… Manuel no sabía que parte de la letra le quedaba, pero a final de cuentas se quedaba con la frase principal: Don’t Stop Believin’ Creyó en ella. Bajó el volumen, pero sólo un poquito. Se acercó a la destartalada camioneta que lo esperaba. Pintura vieja. Defensas maltratadas. El ánimo era lo único que se encontraba como nuevo.
–¿Tardé mucho?
–Lo suficiente, le contestó ella. Y arrancó el motor. Un humo azulado y aceitoso salió del escape mientras se alejaban por la avenida. La camioneta no tenía espejos retrovisores. No los necesitaba.
Copyright©2010 Arturo Haro
Cuando Manuel se cansó de ver las formas que se dibujaban en el techo y empezaba a decidir si se levantaba, el sol ya había bajado lo suficiente en el horizonte como para proyectar sombras largas dentro de su habitación, sin embargo no quiso encender ninguna luz. Tampoco quiso ver la hora en el despertador de la mesita de al lado. Su cama era un campo de batalla, pero no pudo definir si él había ganado o si había sido abatido de nuevo en medio de una encarnizada lucha de amor.
La regadera seguía escurriendo un poco. Manuel podía escuchar las gotas caer lentamente al piso con un estridente plop casi inaudible. Seguramente las toallas estarían aún húmedas. Tibias ya no. Ausencia.
El teléfono sonó.
–¿Bueno?
–Manuel, ¿cómo estás?
–¿Quién eres?
–Marcela, –la voz sonó fastidiada, pero temerosa –¿estabas dormido?
–No –mintió –Estaba leyendo.
–¿Hoy tampoco vas a venir? ¡Ya duró mucho el castigo…!
–Mejor ven tú. Aquí te espero –interrumpió Manuel y acto seguido colgó.
Se levantó para vestirse, pero se dio cuenta que no se había sacado ni los zapatos. Cuando levantó el cobertor para hacer la cama se sorprendió de verlo asqueroso, lleno de lodo. No pudo recordar la travesía de la noche anterior, pero resaca no tenía. Casi estaba seguro de eso. Imágenes oníricas invadían su mente. Una silueta recortada debajo de la intensa luz amarillenta de una luminaria de la calle. Un letrero que decía PROPIEDAD PRIVADA. NO PASAR.
El teléfono volvió a sonar, pero no contestó. Uno… dos… tres… ocho timbrazos y el silencio se instaló de nuevo en la casa. Afuera empezaba a llover de nuevo. Las gotas resbalaban lentamente por la ventana, gruesas y pesadas. Esta vez no había resplandores de relámpagos.
Cambió las sábanas, el cobertor y toda la ropa de la cama. Del armario extrajo un par de zapatos limpios y dejó los sucios en el piso, junto a la ropa de cama manchada. Pensó si alguna vez los recogería de ahí y decidió apartar ese pensamiento.
Escribió una nota: “No me busques más. Que la vida te sonría siempre” La dejó sobre la mesa de centro de la sala.
Sacó del mismo armario la vieja caja donde guardaban algunos ahorros. Tomó un puño de billetes y dejó el resto para ella. Seguramente le sería suficiente para un par de meses más de renta. Después estaría por su cuenta, así como él estaba desde hace mucho. Aunque su nuevo viaje apenas estaba por comenzar.
Se colocó los pequeños audífonos en los oídos y de inmediato reconoció la pista que cantaba un dolido James Blunt: I saw your face, in a crowded place… And I don’t know what to do, ‘cause I’ll never be with you… Otra vez la ironía. Adiós que subiría por escalas cromáticas predecibles. Ella tal vez replicaría con palabras de Ximena Sariñana: Yo no quiero pedirte nada, sólo pon tus labios sobre mi espalda… amarte duele… amarte duele… Los dos ladrones de inspiración ajena. Secuestradores de sentencias de otros artistas abandonados.
El bocinazo que provino de la calle lo regresó a la realidad de golpe. Antes de salir a la banqueta abrió el buzón y sacó toda la correspondencia. No era ni publicidad, ni cuentas por pagar. Todas eran cartas que él redactó. Un ligero pesar le invadió cuando reconoció que las había enviado desde hace meses. Ya las quemaría en su momento y sin volver a leer ninguna. Sacó su celular para teclear un mensaje, pero iba a la mitad del mismo cuando decidió guardar lo que llevaba escrito y lo cerró. Abrió de nuevo el buzón y dejó el aparato en su interior. “Entrega inmediata” pensó fugazmente, y no pudo sonreír aunque la idea era buena, condenadamente buena.
Cambió de melodía. Journey le iba bien, pues decían Some will win… some will lose… Manuel no sabía que parte de la letra le quedaba, pero a final de cuentas se quedaba con la frase principal: Don’t Stop Believin’ Creyó en ella. Bajó el volumen, pero sólo un poquito. Se acercó a la destartalada camioneta que lo esperaba. Pintura vieja. Defensas maltratadas. El ánimo era lo único que se encontraba como nuevo.
–¿Tardé mucho?
–Lo suficiente, le contestó ella. Y arrancó el motor. Un humo azulado y aceitoso salió del escape mientras se alejaban por la avenida. La camioneta no tenía espejos retrovisores. No los necesitaba.
Copyright©2010 Arturo Haro
Etiquetas:
Cuentitos,
Fenómenos,
Metatextos,
Que bonito
miércoles, enero 05, 2011
Cerillos Clásicos
Entretenimiento con los Cerillos Clásicos
Éste es un pasatiempo cuyo origen se remonta a varias generaciones atrás de la mía.
Necesitaremos:
-Una caja de Cerillos Clásicos de Lujo (con cerillos, por supuesto) verifica que efectivamente cuente con 50 cerillos, (en otro ejercicio haremos un estimado del valor de cada uno por medio de un ecuación basada en su precio comercial y dividida por el número de cerillos)
Nunca he entendido a quién se le ocurrió comparar estos “clásicos”: El Partenón, la Afrodita de Milos y una locomotora, e incluirlos en esta cajilla, pero por lo menos no incluyen horóscopos, como los inconfundibles “Talismán”
-Un bolígrafo
En primer lugar tomaremos la caja de cerillos “La Central. Clásicos de Lujo” (es inútil intentarlo con otra) ¡No importa si eres zurdo o diestro! el chiste es que sostengas en una mano la cajilla de cerillos y en otra el bolígrafo con la punta de fuera. El bolígrafo puede ser para zurdos o para diestros, no importa. (Aunque he comprobado mejores resultados con bolígrafos blancos que he secuestrado de otras oficinas) La cajetilla de cerillos también puede ser zurda o diestra. Si de plano se te hace bolas el engrudo con esta sencilla explicación (o si sólo cuentas con una mano) coloca la cajetilla de cerillos en una mesa y pídele a tu mami o a tu papi que a la brevedad te inscriban en un taller de locomoción fina.
Hacemos una punción en esta zona:
Debe quedar así:
Acto seguido y con mucho cuidado y precisión (como si fueras líder de un escuadrón antibombas israelita) coloca un cerillo (de preferencia sin encenderlo) con la cabecita hacia afuera y hacia abajo:
Debe quedar así:
¡Y eso es todo! ¿Verdad que la vida es hermosa? Sorprende a tus amiguitos cuando abran la cajetilla y vean que la Venus de Milo en realidad es una loca transvestida:
Próximamente… más pasatiempos (ok, algunos con menor dificultad que éste)
Estén pendientes!
Éste es un pasatiempo cuyo origen se remonta a varias generaciones atrás de la mía.
Necesitaremos:
-Una caja de Cerillos Clásicos de Lujo (con cerillos, por supuesto) verifica que efectivamente cuente con 50 cerillos, (en otro ejercicio haremos un estimado del valor de cada uno por medio de un ecuación basada en su precio comercial y dividida por el número de cerillos)
Nunca he entendido a quién se le ocurrió comparar estos “clásicos”: El Partenón, la Afrodita de Milos y una locomotora, e incluirlos en esta cajilla, pero por lo menos no incluyen horóscopos, como los inconfundibles “Talismán”
-Un bolígrafo
En primer lugar tomaremos la caja de cerillos “La Central. Clásicos de Lujo” (es inútil intentarlo con otra) ¡No importa si eres zurdo o diestro! el chiste es que sostengas en una mano la cajilla de cerillos y en otra el bolígrafo con la punta de fuera. El bolígrafo puede ser para zurdos o para diestros, no importa. (Aunque he comprobado mejores resultados con bolígrafos blancos que he secuestrado de otras oficinas) La cajetilla de cerillos también puede ser zurda o diestra. Si de plano se te hace bolas el engrudo con esta sencilla explicación (o si sólo cuentas con una mano) coloca la cajetilla de cerillos en una mesa y pídele a tu mami o a tu papi que a la brevedad te inscriban en un taller de locomoción fina.
Hacemos una punción en esta zona:
Debe quedar así:
Acto seguido y con mucho cuidado y precisión (como si fueras líder de un escuadrón antibombas israelita) coloca un cerillo (de preferencia sin encenderlo) con la cabecita hacia afuera y hacia abajo:
Debe quedar así:
¡Y eso es todo! ¿Verdad que la vida es hermosa? Sorprende a tus amiguitos cuando abran la cajetilla y vean que la Venus de Milo en realidad es una loca transvestida:
Próximamente… más pasatiempos (ok, algunos con menor dificultad que éste)
Estén pendientes!
sábado, enero 01, 2011
Nombres para Mascotas
Ahora que veo a mi perro (Djembe, se pronuncia "Yembe") y me pongo a pensar en el nombre que le di y que uso cuando lo llamo, me sorprende esa capacidad que tenemos de nombrar las cosas, a los animales y todo lo que nos rodea. Tenemos la oportunidad de darle un buen nombre a todo.
Entonces... ¿qué estaba pensando mi madre cuando le puso sus nombres a mis mascotas?
Hace muchos año tuvimos una gata amarilla, mi madre le puso "Tidy" yo creo que el bicho enloqueció de alguna manera porque se comportaba muy extraño: corría de un lado a otro de la casa y se trepaba en las cortinas, luego desde las alturas maullaba lastimeramente, pegaba el brinco y corría cruzando la sala hasta la habitación del otro extremo de la casa, para repetir la acción sobre las cortinas del cuarto. Con el paso del tiempo empezó a hacer más rarezas: Se escondía entre los tanques de gas y esperaba a que pasara el perro (a ese perro mi mamá lo bautizó "Fiufas" jajajaja) y le saltaba encima para arañarlo... El perro salía aullando y la gata se volvía a esconder entre los tanques y ¿qué creen? que el perro volvía a pasar por ahí y la gata lo volvía a atacar. La escena se podía repetir toda la tarde. Y el "Fiufas" volvía a caer en las garras de "Tidy".
Después supe que mi mamá le había puesto a la gata así por fasTIDYosa (¡qué original!) y al perrito lo etiquetó así porque en un programa antiquísimo llamado la Carabina de Ambrosio salía una bailarina muy sexosa (No, no era Gina Montes) y decía "Es que soy muy "fiufas" haciendo alusión a algo cachondo o caliente, pero estoy seguro que mi madre ni por enterada.
Poco después tuvimos la fortuna de contar por algún tiempo con otro chucho... era esmirriado, flaco, un perrito cruzado son chiste y mi madre volvió a hacer de las suyas, pues no le puso un choteado "firulais" sino que fue más allá y le puso PERROLAIS.
No, no, no…
Aún recuerdo que a mí sí me daba algo de penita llamarlo así en la calle.
Fue un buen perro, pero a fin de cuentas al PERROLAIS le dio moquillo y felpó muy pronto.
Mi madre siempre tuvo varios canes antes incluso de que yo naciera y me cuenta que su papá acostumbraba ponerles nombres de presidentes gringos o de personalidades reconocidas, así que al mentado "Fiufas" mi abuelo optó por llamarlo "Reagan", tuvo un "Truman" y un "Wilson" un "Churchill" y así... tal vez el gusto por ese tipo de nombres viene de ascendencia materna.
Como sea, espero que a Djembe no le incomode mucho el que le di. Hasta la fecha no se ha quejado conmigo.
Entonces... ¿qué estaba pensando mi madre cuando le puso sus nombres a mis mascotas?
Hace muchos año tuvimos una gata amarilla, mi madre le puso "Tidy" yo creo que el bicho enloqueció de alguna manera porque se comportaba muy extraño: corría de un lado a otro de la casa y se trepaba en las cortinas, luego desde las alturas maullaba lastimeramente, pegaba el brinco y corría cruzando la sala hasta la habitación del otro extremo de la casa, para repetir la acción sobre las cortinas del cuarto. Con el paso del tiempo empezó a hacer más rarezas: Se escondía entre los tanques de gas y esperaba a que pasara el perro (a ese perro mi mamá lo bautizó "Fiufas" jajajaja) y le saltaba encima para arañarlo... El perro salía aullando y la gata se volvía a esconder entre los tanques y ¿qué creen? que el perro volvía a pasar por ahí y la gata lo volvía a atacar. La escena se podía repetir toda la tarde. Y el "Fiufas" volvía a caer en las garras de "Tidy".
Después supe que mi mamá le había puesto a la gata así por fasTIDYosa (¡qué original!) y al perrito lo etiquetó así porque en un programa antiquísimo llamado la Carabina de Ambrosio salía una bailarina muy sexosa (No, no era Gina Montes) y decía "Es que soy muy "fiufas" haciendo alusión a algo cachondo o caliente, pero estoy seguro que mi madre ni por enterada.
Poco después tuvimos la fortuna de contar por algún tiempo con otro chucho... era esmirriado, flaco, un perrito cruzado son chiste y mi madre volvió a hacer de las suyas, pues no le puso un choteado "firulais" sino que fue más allá y le puso PERROLAIS.
No, no, no…
Aún recuerdo que a mí sí me daba algo de penita llamarlo así en la calle.
Fue un buen perro, pero a fin de cuentas al PERROLAIS le dio moquillo y felpó muy pronto.
Mi madre siempre tuvo varios canes antes incluso de que yo naciera y me cuenta que su papá acostumbraba ponerles nombres de presidentes gringos o de personalidades reconocidas, así que al mentado "Fiufas" mi abuelo optó por llamarlo "Reagan", tuvo un "Truman" y un "Wilson" un "Churchill" y así... tal vez el gusto por ese tipo de nombres viene de ascendencia materna.
Como sea, espero que a Djembe no le incomode mucho el que le di. Hasta la fecha no se ha quejado conmigo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)