viernes, junio 17, 2011

Estaciones

El calendario indica que es verano, sin embargo han transcurrido varias estaciones en estos pocos días: He sentido un calorcillo extraño, he pasado por vendavales de esos que te balacean la cara con miles de pequeñas piedritas que intentan meterse en un ojo, han caído auténticos aguaceros que dejan el ambiente impregnado de ozono, pero la tierra fresca, dispuesta.

En estos días hasta he cruzado un par de zonas áridas y prácticamente desiertas, llenas de sol: de ese sol que pica y arde en la piel. Ese sol que pasa por tus días y si no te cambia la tonalidad de la dermis definitivamente, al menos te deja una severa marca que tal vez nunca se desvanezca.

En esta semana y en menos de 5 días he recibido, escuchado por azar y dado noticias:

-muy tristes
-demoledoras
-molestas
-tierrrrnasss
-graciosas
-esperanzadoras
-sorprendentes, de esas que te dejan sin habla

He retomado la escritura: un par de ideas que estaba guardando en la cartera, en ese compartimento donde guardas un papelillo importante y después no lo encuentras: a veces tecleo copiosamente, tratando de utilizar el recurso literario para clarificar una atmósfera: y en ocasiones es más bien como si fuera deslizándome sin usar los remos, a gusto sobre un río transparente y en calma. Las ideas fluyen, eso sí.

También he recibido muchas sorpresas: Algunas frías e inertes, otras aparecieron así: de pronto, como un relámpago que presagia tormenta: no en mi vida, pero ¡ah! ¡cómo quisiera tener un paragüas para prestar! Unas más llegaron poco a poco. Increíble que hayan sido tantas en tan poco tiempo: como para pedir que la dosis sea más leve.

No sé en que orden convenga alternar los sentimientos: qué haré primero: ¿saludar con alegría? ¿sentirme satisfecho? ¿entristecerme? ¿reírme sanamente? ¿ofenderme? ¿enojarme? ¿ponerme melancólico? ¿preparar palomitas y sentarme como espectador? ¿participar de la obra?

Tal vez es que, como dije arriba: son demasiadas cosas en tan pocos días. Se supone que las estaciones se alternan poco a poco, no es éste el caso. También hemos alterado nuestro clima emocional, digo yo...

Como sea, les dejaré un cuentito que trato de escribir y me mantiene desvelándome. Aún no tiene título, así que pueden sugerir uno, traten de no ser inmediatos y obvios ¿va? Se los iré pasando por partes, ¿verdad que la vida es maravillosa?

Ojalá les guste.

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“El misterio es puro, es mágico”
-Saúl Hernández, Caifanes

Cuando vi la muñeca tirada en el piso de mi departamento lo primero que noté es que tenía los ojos abiertos, desmesurados, como en medio de un gesto de sorpresa que sólo podía expresar una advertencia.

El día que Lupe se fue de la casa busqué y rebusqué entre todas las cosas que había dejado como estela tras de sí. No tenía claro en mi mente lo que (¿deseaba? ¿temía?) encontrar. Otra vez la voz sonó implacable dentro de mi cabeza:

Te lo juro, cabrón: Aguas.

Empecé a tararear aquellas viejas canciones de Buena Vista Social Club, de Bon y los Enemigos del Silencio… a sacar otro cigarrillo de la cajetilla aplastada, lo que fuera necesario hacer, con tal de abandonar esos negros pensamientos.

En el suelo, la muñeca seguía taladrándome la médula con esa mirada brillante, azul. Irremediable.

Lupe y yo nos conocimos en el parque. Ella corría con una correa en las manos, pero no vi a ningún perro atado a sus extremos. Yo aún no me decidía entre comprar un café y sentarme en una banca a ver pasar el resto del día que ya agonizaba, o regresar a casa para terminar un capítulo más de la novela que me estaba costando un huevo leer. No chocamos, ni tropezamos para luego reírnos como tontos. Después de valorar su espalda y esas largas piernas le ofrecí ayuda para encontrar al bicho que se había evadido. La miré pasar dos veces frente a mí antes de acercármele.

–¡Lucas! ¡ven acá! –le faltaba el aliento mientras sostenía la correa entre las manos.

---CONTINUARÁ---

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