Me gusta cuando el clima hace lo que se le antoja.
Puedo pasarme horas sin hacer nada más que ver como cambian las tonalidades de las nubes, mientras la luz se pierde poco a poco. Me da risa la gente que ve nubes oscuras y empieza a correr para evitar mojarse. Me da hueva la gente que procura no salir porque "afuera está el aire bien fuerte", las tolvaneras son una cachetada insolente. El famoso chipi-chipi de la lluvia es una pequeña bromita traviesa, las gotas enormes que hacen "plaf!" en la frente son una verdadera afrenta que hacen las nubes y el cielo cuando quieren provocar a uno y medirse a ver quien puede más.
Cuando veo a la gente en la calle que empieza a correr al sentir unas gotas de lluvia sobre la cabeza no puedo evitar reír y sentir algo de pena. Se someten a la naturaleza que los acaricia. Se avergüenzan de convivir con el exterior. Viven en una burbuja aburrida y temerosa.
Me gusta salir a la calle cuando llueve. Quisiera cumplir una promesa de mojarme sin que me importe nada más. Cuando llueve volteo al cielo y me da una risa de locos. No puedo contenerme. Recuerdo cuando tenía unos 10 o 12 años y todos los recuerdos que tengo de la lluvia son los mejores... son risas, carreras, juegos y aventuras que se han ido. Es bueno recordar. Es bueno haber dejado de ser un niño para poder volver a sentir algo parecido cuando se me antoje. Para desatar lo que llevo dentro de pronto, intempestivamente, a veces poco a poco como pequeñas gotas que forman un aguacero, a veces de pronto sorprendiéndome a mi mismo y a los demás.
Como la lluvia.
(esta es la foto original, espero no haberla distorsionado mucho)
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