lunes, junio 27, 2011

Oferta, bueno... no... Lunes de cuentito

Seguimos, esta vez va la parte III del cuentito que pronto tendrá nombre gracias a sus comentarios.

III.

Y así seguimos, sin hacer preguntas, durante aproximadamente otros dos meses. Ella pintaba una línea que yo no podía cruzar sin su permiso. Y yo aprendí a no meterme en lo que no me importa. Hasta que empecé a darme cuenta, un poco alarmado, de que ya empezaba a quererla. Fue poquito antes de que me quedara sin amigos y ella llevara la muñeca a la casa:

–¿Y esa muñeca qué?
–Es mía, ¿Te molesta si la dejo aquí?
–No, no me molesta, pero dime, ¿Te piensas mudar a mi depa?
–A ver… ¿Quieres que me cambie para acá? ¿Por qué preguntas?
–Pues no sé, me parece que vas a empezar a traer tus cosas ¿Es así?
Frunció el ceño, recogió la monita de trapo con brusquedad y se encaminó a la puerta.
–Si no quieres que la deje aquí, dime… pero no empieces con ondas raras, si no te late, pues aquí lo dejamos.

La tomé de la cintura y quise darle un beso, pero ella me esquivó, tomó su bolsa y salió dando un portazo. Ya me había dado cuenta de que era temperamental e intempestiva, pero me valió madre. Más tarde la tendría de nuevo bajo las sábanas. O sobre mí.

Lupe no era muy afecta a conversar con mis amigos. La banda llegaba a veces de improviso a mi casa: tump, tump, tump. Tac-tac-tac y la puerta se abría para dejarlos entrar en fila cargando bolsas con cervezas y botanas. La vida era sencilla. Tropical, diría yo.
Desvelos escuchando pláticas rebuscadas y pretenciosas: ah, qué buena es esa canción, siempre me gustó Compay Segundo, pero Ibrahim es la neta. ¡Salud! Pásame una. ¿Y cuándo publicas? ya te estás tardando. Oye Lupe, ¿pues que te lo coges todo el tiempo? Súbele a esa, me gusta el piano.

Yo prefería el rock. Crecí con la música y los berridos del Chato Hernández y Alex Lora, Esas eran bandas carajo, no como los fresitas de ahora. A veces les mataba la onda y le subía a Caifanes cuando tocaban antes de que nos olviden.

“…No andaremos de rodillas… el alma no tiene la culpa…” y todos nos volvíamos air drummers.


Y Lupe callaba. Salud. A veces cambiaba la canción, o vaciaba los ceniceros repletos, a veces se quedaba dormida unos minutos para luego incorporarse y sin decir más, se encaminaba al baño para hacer una breve escala antes de irse a dormir: ¡No sean cabrones! levanten la tapa, que asqueroso cuando la dejan toda meada. Entonces yo apuraba la cerveza y fingía que me estaba muriendo de sueño.

Uy, ya mejor nos vamos, tump, tump, tump. Cerraban la puerta. Yo iba hacia Lupe. Aunque estuviera dormida me hacía un huequito dentro de ella.

Fue Ernesto el que me dijo.



---CONTINUARÁ---

3 comentarios:

Latosa dijo...

no inventeeees!!! espere tanto para esto??? jajajaja te pasas! algo de sensibilidad quiza... algo de drama, o que tal algo de intriga? jojo

Anónimo dijo...

nooooooooooooooo!!! me has dejado peorrrrr!!! jajaja mugre muchacho!! esa Lupe hija de la mañana!!! no te tardes mucho con la IV parte!
Chely C.

Anónimo dijo...

El clima de hoy se antoja para leer la IV parte!!! Saludos!