Una noche el lobo dejó de aullarle a la luna. Le llamó la atención otro pequeño brillo en el cielo: Venus.
La siguió durante noches enteras. Y se desentendió de la luna por completo. Los demás lobos no lo comprendían y le llamaban loco. Al final se quedó solo persiguiendo a la brillante estrella. Un día no la encontró en el lugar del cielo donde siempre estaba y empezó a preocuparse y a ponerse triste porque pensó que jamás la vería de nuevo. La encontró por la mañana, radiante, allá en lo alto y entonces decidió seguirla por las mañanas y dedicó las noches a dormir: Dejó de ser un lobo nocturno. El lobo se dio cuenta de que a la dichosa estrella le daba lo mismo aparecer por las mañanas o brillar durante las noches. A veces se escondía. Y era inalcanzable. Para ese entonces el lobo ya estaba flaco y hambriento.
Pensó el lobo que no quería desperdiciar sus mejores años siguiendo a alguien tan voluble, así que volvió con su jauría y al paso de los años se le volvió a ver aullando a la Luna, que lo acompañó durante todas las noches.
2 comentarios:
Excelente!!!!.....
Es un texto ligero y harto interesante....
En la vida llegan a "aparecer" personas o cosas que hacen que modifiquemos nuestro condicionamiento, es curioso notar que el lobo de este texto prefirio regresar a su condicionamiento... por qué?
Be: muchas gracias! Que bueno que te gustó!
Un lobo siempre será un lobo, a pesar de intentar ser otra cosa
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