miércoles, febrero 21, 2007

Recordando a la vieja guitarra

Recuerdo cuando estaba más chavo (o sea tendría unos 17 o 18 años, es decir, hará cosa de unos 10 años, claro) que conseguí una guitarra prestada.

Estaba toda madreada, sin cuerdas, el brazo descalibrado, parecía como si la hubiera masticado un perro durante un buen rato. Era un tiliche para un cuarto de tiliches.
Con infinita paciencia y maestría (ashhh) la lijé, la desarmé, la pulí, corregí un defectillo del diapasón, le apliqué un nuevo color y la fui barnizando dándole "muñeca" (barniz aplicado con estopa, muñequeando en círculos, proceso muuy lento y fastidioso) para que el acabado fuera perrísimo, (quería que se viera como coche último modelo) compré un juego de cuerdas (de las Selene, chafísimas, pero baratísimas), una maquinaria nueva que al querer ponerla le quedó grande (por qué no hice caso y saqué medidas antes?), por lo que tuve que malbaratarla para conseguir otra más chafa aún (snif!)

A lo mejor hay uno o dos de mis tres queridos lectores que no conocen las partes de una lira:



















Imagínense! por supuesto que me imaginaba que con mi guitarra lista y mis ansias por aprender a tocarla me colocarían rápidamente en la cima:



















Pos el caso es que después de dedicarle meses, meses!! a la restauración de la famosa lira que me prestó-regaló mi compa estaba ya a pocos días de darle su última pulida para poder usarla incluso de espejo para rasurarme (porque si, a los 18 años ya tenía una barbita incipiente)...

La guitarra desapareció.

Nunca supe que le pasó. Simplemente no estaba. Le pregunté a todo mundo por ella. Cuando la describía algunos se imaginaban a una frondosa mujer acinturadita y chaparra.

Fuckin' disappear. No la encontré nunca de los nuncas (siempre quise decir una pendejada como esta). Incluso pensé en que algún primo se la había robado, o quizá el compi que me la prestó vino a recogerla. Ni mi mamá supo decirme razón. "No se mijo, te la has de haber llevado y olvidado por ahí"

Me había dejado.

Salí a las calles a buscarla. Llovía pero no me importaba. Extrañaba su cintura. La lluvia se confundía con mis lágrimas, veía su imagen reflejada en los charcos, distorsionada por las gotas...

... ok, exageré...

¡¡Pero es que si me tardé un buen tiempo en "arreglarla"!!! traté de conseguir otra por varios medios y con varios cuates, pero pues ya no era la misma insistencia, ya no tenía la misma ilusión.

Acabé tocando algo de guitarra, sí, pero aprendí poco... no me dedico a eso precisamente, Aunque estoy por comprar una y ya tengo "amarrado" a un buen guitarrero para que me enseñe (ei... si... a que hora?)

Como algunos de mis lectorcitos saben me dedico a darle de cachetadas a unas como éstas:













Y vaya que me ha ido bien!

El asunto es que platicando con mi mamá hace tiempo ya nos estábamos acordando de la vieja guitarra.

-Uy, mijo, la verdad es que estaba toda cucha esa guitarra!
-Si, verdad? pero pues según yo la dejé bien derechita y brillosita como nueva
-Jajaja, sii, pasabas horas arreglándola!
-Sí.
-Bien lo recuerdo...
-Ajá
-Esa guitarra... mijito, esa guitarra yo la regalé...
-.... eh? (inserte aquí efecto sonoro de telenovela)
-Si. La regalé porque no quería que te dedicaras a la música, siempre he pensado que los músicos se meten en mil problemas, vi que la tenías casi a punto y que estabas todo emocionado... y la regalé. Fue un arranque. Perdón.
-¿de verdad la regalaste? ni siquiera la vendiste o la escondiste?
-No, no... la regalé a un señor que pasó por aquí afuera.. perdóname mijo!
-No te preocupes! no te preocupes... si eso te dio tranquilidad pues estuvo bien. (¡Que poca maadree!)
-Pos ni tanta, ya ves como si te dedicaste a ser músico a fin de cuentas, y la verdad que me gusta! no era tan feo, ni tan peligroso como yo creía.
-Sí... (yo ya estaba como ausente)
-Quien iba a decir! músico a fin de cuentas!
-Ajá...
-Bueno, mijo, pues ya me sinceré, discúlpame por ese detallito, si?
-Claro, claro... no hay problema...
-Bueno...
-Bueno...


Por supuesto que no guardo rencor. Es más, creo a veces que ni siquiera es importante.
Pero si recuerdo esa guitarra, las horas que pasé reparándola, puliéndola y pintándola... las ganas que tenía de aprender a tocar... Las veces que recorrí sus curvas. Me las aprendí de memoria.



Músico a fin de cuentas, ¿no?

1 comentario:

Anónimo dijo...

me puedes encantar!! tus vivencias me hacen recordar cosas que yo también viví y que son muy parecidas a las tuyas jajaja
Saludines