El pollo que estaba en el refri se había podrido.
Lógico, semanas y semanas dentro del congelador no lo iban a salvar de echarse a perder. Cuando Beto abrió la puerta del refri la peste empezó a aflorar por toda la cocina y la casa.
-Pinche pollo.. no mames ue, se echó a perder!
-Pos que querías, duró semanas ahí dentro
-No mamen! lo que apesta es el pollo?
-Simón
-chale, yo pensé que era mi ropa! -sigh-
-¿Quién lo saca del refri?
-Zafo!
-Zafooo!
-No empiecen! neta.. a ver, inches estorbos,
Beto entró a la cocina, y abrió el congelador. El pollo estaba atrapado, cautivo, prisionero, inerme, yerto en una caja llena de manchas de grasa verdes y rodeado por una costra de hielo enorme.
Con un cuchillo, Beto se puso a romper el hielo. Hasta que alguien, no sé si fue Borrego o Junior desconectó el refri, por aquello de que se fuera a electrocutar el pendejín que ya estaba picando el interior de un aparato eléctrico con un objeto metálico.
Alguien agarró unas bolsas (Hefty, a huevo) y se las puso como guantes para agarrar al pinche animal muerto y frío y ponerlo dentro.
Pero...
Como buenos huevones, y puercos que éramos sólo lo dejamos ahí... en el Cuarto de la Basura. Cerramos la puerta. Vaya, ¡imagínense nuestras dos neuronas dos trabajando a todo lo que daban...! no se nos podía exigir más!
Listo. Problema resuelto. Neta. ¡Sacamos la peste del interior de la casa! Así disfrutamos de un par de semanas más (si, como lo leen, semanas) sin preocuparnos de la amenaza. Ya vendría la camioneta del que recogía la basura. Tarde o temprano nos desharíamos de la evidencia. Del cuerpo en descomposición.
Bueno, al término de (¿2? ¿3?) semanas y de acumulación de bolsas de basura dentro del Cuarto no reparábamos que, cuando lo vaciábamos, por una u otra razón esa bolsa, la del cadáver no se iba en la camioneta.
En una ciudad donde la temperatura media anual es arriba de los 41 grados Celsius todo se pudre. Todo se descompone. Hasta un pinche pollo congelado y medio podrido desde semanas antes iba a apestar. De nuevo.
Basta! el olor era insoportable. Pero, comodinos que éramos (éramos?) nadie de nosotros se animaba a tomar cartas en el asunto. Recuerdo que la última vez que lo vimos (al pollo) abrimos de nueva cuenta La Puerta del Cuarto de la Basura...
No había basura!
Sólo una bolsa Hefty anudada en el centro de El Cuarto. Inflada. Estaba inflada y descansaba sobre una mancha de grasa pestilente incrustada en el piso. Y las moscas... Eran una nube que buscaba la manera de penetrar la bolsa para darse un festín de poca madre. Teníamos que hacer algo... pero, ¿qué?
Julio se armó de valor y junto con Beto cortaron algunas bolsas para colocárselas de nuevo como guantes en las manos y abrieron una bolsota para echar al bicho dentro:
-Vamos a ponerle fin a este desmadre de una buena vez!
-Sí... hagamos lo que deberíamos haber hecho desde el principio. Vamos...
Nosotros mirábamos desde la sala. Algunos estábamos detrás del sillón para protegernos de cualquier cosa. Y digo esto literalmente: Cualquier cosa. Creo que El Fino tuvo un ataque de nervios o algo así porque empezó a botar un balón de Basquet por la sala como loco.
Rompieron la bolsa inflada. Los gusanos empezaron a brotar retorciéndose. Y pensar que nos comimos parte de esa cosa... Cuando rompieron la bolsa la peste se hizo insoportable. Así que metieron al pollo en la bolsa nueva y salieron corriendo al patio trasero que teníamos abandonado detrás de la casa. Los rostros cubiertos con playeras, franelas o trapos.
Qué inteligentes resultaron! con la astucia que sólo tienen matones a sueldo o sicarios del narco
aventaron la bolsa al piso y la rociaron con gasolina. Un cerillazo y ¡Flammmm! el pollo dentro de la bolsa empezó a echar llamas que daba gusto. Julio y Beto se metieron corriendo a la casa, cerrando todas las puertas y ventanas.
-Puta! pinche calorón, ue! ábrete una caguama! nos la ganamos!
La caguama llegó volando. El premio a nuestros audaces e inteligentes compas. Estaba tan heladita que hasta se quedaba pegada en los dedos.
-Pffft! no mames, ca! creí que nunca íbamos a acabar con ese pinche animal...
-Si uey!, pero ya es historia... tan tan, se acabó! Bye bye...!
-No mames, súbele a la refri... (en dialecto cachanilla o sea, mexicalense, "refri" significa "aire acondicionado") que se metió el calorón...
Borrego fue a subirle a la refri. Los ventiladores de los aparatos colocados en las ventanas empezaron a jalar más aire.
Les había comentado ya que en Mexicali no sopla el aire? No hay corrientes de aire. Es rara la vez que sucede el hecho de ver volando una bolsita de basura por la calle. Hasta los pájaros (los pocos que hay y que soportan el calorón) que intentan volar brincan de las azoteas, abren las alitas y se dan tremendo madrazo en el suelo!
Afuera, el humo pestilente de los restos de kilos de pollito gringo se elevaba en una columna lentamente, y llenaba el patio de asquerosa peste, pero, al accionar al máximo la potencia de la refri el humo decidió hacerle caso al ventilador que lo invitaba a pasar por el sistema de enfriamiento... Así que en segundos la casa se llenó de humo denso, maloliente y el aire acondicionado nos lo echaba directamente a la cara, a las camas, a la sala, etc.
Salimos corriendo de la casa. Creo que Borrego o El Nene se fueron hasta la esquina a vomitar. Ni afuera de la casa se podía estar. Nos fuimos dejando la puerta abierta. Caminamos una cuadra enorme hasta un super para meternos ahí y cerrar las puertas. Toda la cuadra apestaba.
-Oigan, no mamen! dejamos la casa abierta!
-Yo zafo ir a cerrarla
-zafo!
-Yo voy, pero alguien acompáñeme... no sean gachos.
Cuando Junior y Julio fueron a tratar de apagar la fogata de pollo los agarró la poli. Unos vecinos nos habían denunciado. "Es que nos dijeron que aquí estaban quemando a un gato de su vecina, joven... órale! jálele..."
2 comentarios:
Chido tu blog, che sobale, estan feos los colores, pero el contenido esta dos tres...
Mi calificacion: un 8
Nombre carnal se mamaron con eso del pinche pollo, inches vatos huevones gandallas..saludos carnal
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