(CONTINUACIÓN DE LA PARTE I)
… Desde entonces hemos sido compañeros de la casa del humano: silenciosos consejeros situados a un lado de los tronos de los más encumbrados príncipes, vigilantes de la tranquilidad nocturna de las aldeas, fuimos incansables trabajadores que hombro con hombro luchamos junto a los humanos para hacer del agreste campo un mejor lugar para establecernos y prosperar. Algunos nos hicimos cazadores, otros más se volvieron fieles colegas de nigromantes, chamanes y brujas y conocieron de cerca los secretos de la magia y las propiedades curativas de las plantas, llegaron al grado de incluso ser confundidos físicamente con sus respectivos compañeros humanos en muchas de esas ocasiones en que la noche disfraza su presencia.
… Desde entonces hemos sido compañeros de la casa del humano: silenciosos consejeros situados a un lado de los tronos de los más encumbrados príncipes, vigilantes de la tranquilidad nocturna de las aldeas, fuimos incansables trabajadores que hombro con hombro luchamos junto a los humanos para hacer del agreste campo un mejor lugar para establecernos y prosperar. Algunos nos hicimos cazadores, otros más se volvieron fieles colegas de nigromantes, chamanes y brujas y conocieron de cerca los secretos de la magia y las propiedades curativas de las plantas, llegaron al grado de incluso ser confundidos físicamente con sus respectivos compañeros humanos en muchas de esas ocasiones en que la noche disfraza su presencia.
Algunos clanes de Perros abandonaron
el cuidado de los cachorros propios y ajenos (y aún los de los humanos) y escogieron
la guerra para marchar junto con la milicia hacia la conquista de nuevos yermos
y rescataron a muchos combatientes heridos en la batalla, pues poseían
habilidades de rastreo que el Hombre jamás podría soñar, todo esto aunado al antiguo
don de clarividencia que habíamos heredado de nuestros ancestros salvajes y que
ustedes hoy llaman instinto, por ser más bien incapaces de otorgarle una
definición más precisa”
Confieso que me asombró
la claridad de su discurso, incluso cuando me señaló nuestra limitación para
explicar por qué los Perros conocen cosas que nosotros ni siquiera podemos
percibir, pero no lo interrumpí:
“Muchos de nosotros
fuimos presencia inseparable de emperadores y considerados brazo (o pata)
derecha de granjeros y ganaderos, compinches indomables de caudillos
libertadores, misteriosos representantes de virtudes que el Hombre apenas reconocía,
como la lealtad, el aplomo, la camaradería, la misericordia y una fortaleza inusitada
que se eleva más allá de la propia resistencia física. Es por eso que ustedes los
Hombres han realizado a través del tiempo incontables representaciones de
hechos históricos donde ilustran los rasgos de nuestra legendaria estirpe,
algunas veces como comparsa, otras como protagonista de innumerables hazañas
épicas.
A los Perros se nos
atribuyen dones especiales y muchos de mis antecesores han sido sepultados con
honores al lado de sus amigos humanos, o han sido inmortalizados en monumentos,
en pinturas y en hermosas poesías que han sorteado con éxito el umbral de los
tiempos. Pero espera… quiero contarte un detalle en particular acerca de ellos,
mis ancestros: Y es que dicen las antiguas historias que cuentan los abuelos de
ustedes que hubo un momento en el que el Hombre empezó a dudar acerca de la
conveniencia de mantener a su lado al can como aliado, pues aunque comprobado
estaba que les éramos de utilidad para muchas de sus labores diarias, tenían
que alimentarnos, cuidarnos y vigilar que tuviéramos también una buena vida. Entonces, aunque no estaban del todo convencidos,
ustedes se hicieron cargo de nosotros como si fuéramos uno más de sus vástagos
y extendieron nuestra longevidad.
Pero con el transcurrir
de los años el Hombre también se dio cuenta de algunas limitaciones del Perro:
No podíamos hablar y expresar lo que habitaba en nuestro pensamiento como lo
hacen ustedes. Ahora te lo digo: no es que no pudiéramos entonces ni ahora: es
que ustedes no paran de hablar, así que guardamos silencio por respeto. Y
aunque siempre hemos sido excelentes como pastores, no éramos capaces de
realizar muchas de las labores humanas, como cocinar, tejer una cobija para
protegernos del frío o ayudarles a construir un refugio, y a veces podíamos ser
tan malhumorados que nuestra conducta era señalada como impredecible”
Le acerqué su plato de agua al perro, pues por momentos parecía que no
podía hablar más, dada su endeble situación física. Lentamente Djembe tomó
varios sorbos, luego se aclaró la garganta y prosiguió:(CONTINUARÁ…)
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