viernes, febrero 08, 2013

Alianza de Honor (parte I)

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Anoche tuve este sueño.

Tenía entre mis brazos a mi querido perro Djembe. El animalito estaba seriamente enfermo y yo le daba algo de comer mientras lo observaba y le pedía que se esforzara por superar su afección. Algo grave le había pasado a su hígado: la tarde de ese día, después de auscultarlo, el veterinario me comunicó que su salud se encontraba muy deteriorada y que no podía darme un pronóstico favorable por el momento. Tristes los dos, nos regresamos a casa. Medicamentos y observación continua. Ahora ya era muy entrada la noche, y ambos estábamos sentados en mi sala. Yo le hablaba suavemente tratando de sonar animado para decirle que estaba ahí para cuidarlo hasta que mejorara y se pusiera bien.

De súbito el perrito se quedó mirándome fijamente. Despacio se sentó, y sin más preámbulos empezó a hablar. Curiosamente, no me sorprendió que lo hiciera, lo que me asombró fue que yo ni idea tenía siquiera del tono de voz que hubiera podido tener el chucho. Era un tono grave, pero jovial, aunque noté que sonaba algo cansada.

Djembe habló durante horas explicándome cómo es que los días en su vida se habían vuelto grises y de que manera le mortificaba verme tan preocupado sabiendo que no podía remediarlo él solo, y me contó esta historia que ahora trataré de transcribir aquí sin perder detalles.

Me dijo:

“Arturo, los Perros somos compañeros del ser humano desde hace miles de años cuando varias de las familias de jaurías salvajes que poblaban el planeta se reunieron en secreto para debatir acerca de nuestro destino: y fue en esa reunión que los antiguos acordaron dejar de combatir en contra del Hombre que continuamente los diezmaba y entonces formar una Alianza que ofreciera más beneficios a ambos bandos: la noticia pronto corrió a través de los campos y montañas ganando adeptos en muchos sitios e igual número de enemigos en otros, pues no todas las razas de nuestra especie estaban dispuestas a sacrificar la libertad de aullar a la luna en las noches ni dejar de salir de cacería para ahora iniciar el largo y doloroso proceso de domesticación, sin embargo sí hubo una gran parte de la población perruna que reconoció que sus limitaciones como cazadores serían la causa de su posible fin a manos del mayor depredador del planeta, y fue mayoría aplastante. Y es así como en ese cónclave se tomó la decisión: el Perro abandonaría las llanuras y los bosques para al fin entenderse con el humano.

Entonces mis ancestros nombraron emisarios a comunicar su decisión y una vez que lograron convencer al humano de sus honestas intenciones, el Perro pasó a habitar los recintos de la familia. Fuimos acompañantes inseparables. Dirigentes y guardianes de la familia: La era del Hombre y el Perro ahora estaba declarada y así sería recordada por las futuras generaciones de ambas razas.
(CONTINUARÁ…)

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