miércoles, agosto 27, 2008

El Libro de la Selva

Como si no tuviera nada mejor que hacer o como si no tuviera ya demasiadas actividades, ahora estoy metido dentro del staff de escenografía para una obra de teatro.

Próximamente presentaremos "El Libro de la Selva" que se basa en El libro de las tierras vírgenes, de Rudyard Kipling, escritor británico y de quien Walt Disney hizo una de sus famosas (por no decir desastrosas) "adaptaciones libres" (que para variar, distan bastante de las narraciones originales, pero bueh... es la magia de la fantasía, ¿no?)

Si alguien ha leído aunque sea una parte del libro de las tierras vírgenes, notará que existen más relatos (no recuerdo cuántos son, creo que 6 o 7) como el de Rikki Tikki Tawi (es una mangosta? una comadreja? por qué carajos conozco estas palabras?) y también notará que la narración dista mucho de ser tan cándida e inocente como la historia de Disney. Ambas versiones me las topé cuando fui escuincle. (Sí... alguna vez fui escuincle)

No es una historia propiamente para niños. Es la historia del cachorro humano adoptado por lobos que luego de un chingo de aventuras busca vengarse de Shere Khan (el tigre) por haber hecho un desmadrito con su familia cuando era bebé.

Aquí una probadita de la prosa de Kipling:


"...-Cuanto hay en la selva es tuyo -le dijo Bagheera- puedes matar todo lo que tus fuerzas te permitan. Pero, en memoria del toro que sirvió para salvar tu vida, no pondrás nunca la mano en res alguna, ni siquiera para comerla, sea joven o vieja. La ley de la selva prescribe esto..."

"...Y así, cuando Mowgli, sintiendo el corazón oprimido, subió por entre las rocas que tan bien conocía al lugar en que lo habían presentado al Consejo, no halló allí más que a los cuatro, a Baloo, que estaba ya casi ciego por los años, y a la pesada y fría Kaa, enroscada en el lugar que solía ocupar Akela. -¿Termina, pues, aquí tu rastro, hombrecito? -dijo Kaa, mientras Mowgli se arrojaba al suelo con el rostro entre las manos-. Lanza tu grito; somos de la misma sangre tú y yo... el hombre y la serpiente. -¿Por qué no me mataron los perros rojizos? -gimió el muchacho-. Mi fuerza me ha abandonado, y la causa no es ningún veneno. Día y noche oigo unos pasos que siguen mis huellas. Y cuando vuelvo la cabeza, es como si en aquel mismo momento alguien se escondiera de mí. Miro tras de los árboles, y nadie hay allí. Llamo y nadie responde; pero es como si alguien me escuchara y se guardara la respuesta. Me echo al suelo a descansar, pero no descanso. Emprendo la carrera primaveral, pero eso no me hace sentirme más calmado. Me baño, pero el baño no me refresca. Me disgusta matar, pero no me atrevo a luchar sino cuando, al fin, mato..."

Por lo que las figuras tan bonachonas y simpaticonas hechas por Disney alejan aún más la versión que conocemos de la original.














Pero no importa. El chiste es que es chido el ambiente. Preparar a los personajes, asistir a los ensayos, repasar el libreto una y otra vez para anotar las entradas y salidas de los elementos de escenografía, presenciar el avance de los actores, etc... y parece ser que también participaré en la parte musical de la obra, a ver que tal se pone. Luego les cuento.

Por cierto, si quieren quitarse un poquito esa ignorancia de encima les conseguí un link con la versión original de

El Libro de las Tierras Vírgenes

para que lo chequen.


De nada.

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