viernes, febrero 24, 2006

"Gracias, Papá"

Hace días que me llegó un aviso de la escuela donde lleva clases mi chavo:

"Escuela para Padres, se requiere la presencia y participación de los papás en la formación de sus hijos, le pedimos sólo 30 min. de su valioso tiempo para dedicarlos a sus hijos. Vale la pena. Agradecemos su puntual asistencia y su participación"

El aviso estaba firmado por la dirección de la escuela y por los coordinadores. Me pareció importante, así que revisando la fecha, la aparté y recorrí mi trabajo, mis clases y mis pendientes para poder asistir. (Media hora... más la ida y el regreso... hmmm.. ok)

Cuando llegué (unos 3 o 4 minutos antes de la cita) apenas estaban tres o cuatro papás y mamás sentados, esperando. Así que hice lo mismo. Esperar. La gente fue llegando poco a poco, así que a la media hora que me habían pedido le agregué otros 15 minutos. Todavía iba bien todo. Pasaron lista, así que me pareció adecuado que haya ido y firmado presente.

Cuando apareció un tipo vestido de traje (a quién diablos se le ocurre que un traje VERDE es de buen gusto???) y se puso frente a nosotros para darnos la bienvenida y agradecer nuestra puntualidad (si, como no) empezó el rollo. Habló durante unos 15 o 20 minutos acerca de actitudes de los padres, del aprovechamiento escolar, de las emociones de un niño en la escuela y en la casa... etc etc (ya se imaginarán)

Y empezaron las preguntas. Yo veía el reloj. No tenía prisa, pero me estaba empezando a enfadar el asunto ese.

Preguntillas sin chiste, dirigidas a varios de los que estábamos ahí sentados. Algunos papás sólo guardan silencio, otros se miran entre si y asienten mostrando su convencimiento por las obviedades que decía el del traje verde. Nadie contestaba nada. Como me desespera la apatía de la gente contesté a una de sus preguntas, tipo "¿creen que es conveniente dejar la educación del niño en manos de los maestros solamente?". Cuando contesté el tipo, agradecido, volvió la mirada a mí, me escuchó atentamente, me interrumpió sonriente, completando lo que el creyó que era mi idea y agradeció mi comentario. Algunos papás empezaron a levantar la mano para opinar. Hasta ahí todo seguía bien.

Hasta que el uey ese se me acercó y me dijo "gracias papá, por preocuparte por tu hijo" el comentario se me hizo medio mamón, pero lo dejé ser. Lo malo llegó cuando el tipo se metió la mano en el bolsillo del saco, buscando algo... lo sacó y me lo dio en la mano:











Un pinche llaverito de imitación piel bastante chafa. El asunto entonces ya no me gustó. El uey del traje verde detuvo su dinámica de preguntas y respuestas, se acercó a darle llaveritos a todo mundo. Y luego se pasó por detrás de la mesa que teníamos ahí, se agachó y empezó a sacar libros y más libros...

-Por eso, porque son excelentes padres, que se preocupan por la formación de sus hijos es que les vengo a ofrecer, les vengo a traer, ¡esta hermosa colección de libros donde encontrarán toda la información necesaria para sus tareas!

El infeliz ese empezó a preguntar (ahora sí, ventas agresivas) a algunos papás:
-verdad que usted quiere lo mejor para su hijooo??? por lo mismo desea que siempre tenga este tipo de material, tan útil!!
-Eeeh... estee... ssii..
-Claro que si! a ver usted, mamá... ¿no le gustaría poder ayudar a sus hijos a estudiar? ¿cuantas veces le ha pasado que le piden ayuda para una tarea y Ud. no tiene ni la más remota idea de las preguntas que le hace su escuincle?
-Sí, claro, claro
-Pues ya veee! esta es su oportunidad!

Inmediatamente me puse de pie, el uey se me quedó viendo
-Espéreme papá, ya casi terminamos! además traigo plumas con estuches y agendas magnéticas, ¿no quiere unaa?
-No, gracias, creo que me equivoqué de reunión, así que me voy a buscar donde está la mía.
-Le dijeron que viniera a la Escuala para Padres?
-Así es, pero...
-Es aquí papá! siéntese un momentito! ya casi terminamos! no puede irse sin escuchar todo lo que voy a regalar junto con estos libros...!

Me di la vuelta y me salí. Algunos otros padres hicieron lo mismo detrás de mí. Cuando revisé mi reloj ya había pasado una hora. Todavía faltaba el regreso a mi trabajo.

Que poca madre tienen algunos.



Ah! y el pinche llaverito ni supe donde quedó, creo que lo mordisqueó mi perro.

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