domingo, abril 22, 2012

Etiquetas



Estaba revisando algunos de mis viejos posts y revisando el porqué de algunas etiquetas en ellos, son muchas:

Chistecitos, donde lo que escribí a mí sí me hizo sonreír cuando no reírme a carcajadas al recordar de nuevo el episodio que redacté. Reconozco que es muy personal, pero… vaya, es mi blog ¿no?
Aclaraciones, donde casi siempre me quejo de algo (en particular de las mujeres que conducen autos, jajaja), pero pretendo dar a conocer algo de lo que estoy pensando, mi posición frente a algunas cosas del cotidiano. Muuuy filosófica *se sienta con pose de filósofo*
Delicatessen, esta etiqueta ma gusta mucho, porque me doy cuenta de que soy un consumado crítico gourmet de la comida chatarra, desbarata-estómagos y retadora del sentido común. ÑAM.
Fotos vaciladoras, fue una vil copia mal hecha de la misma etiqueta del blog de Plaqueta, snif. Ahora que tengo rato posteando en la red social de Instagram esta etiqueta parece que ha dejado de ser funcional aquí. Las fotitos vaciladoras son producto de la inmediatez, del botepronto y la neta Instagram funciona para mí, para esa parte de mí que se la pasa contemplando las calles con curiosidad de escuincle.
Quejumbroso yo? me llama la atención, porque según yo iba a ser LA ÚNICA etiqueta para postear mis quejas del mundo…
Cuentitos es mi etiqueta favorita, porque me permite viajar cada que quiero y a donde me plazca. Ya si alguno de ustedes me acompaña, la neta es un plus que agradezco. A veces viajar solo es chido, pero la mayoría de las veces es una mejor experiencia si se está acompañado. ¡Además no les cuesta! a menos que de plano odien leer.
Azotajes, esta etiqueta no me agrada mucho, pero supongo que la dejaré que siga su curso, porque cuando la releo me da mucho gusto encontrar lo que en alguna ocasión realmente me afectó y revisar las acciones que han seguido a ese pasado tormentoso *apaga la luz* *fuma un cigarro* *medita en su pasado tormentoso* Casi siempre concluyo de leer esos posts con una sonrisa de satisfacción. Es una etiqueta muy humana, snif.
De mi vida, otra repetición de etiqueta. Creo que la dejaré ahí, pero me doy cuenta de que algunos posts que van ahí podrían encajar perfecto en las demás.
Musiquete es una de mis favoritas *corre por su atuendo de musiquete* *se lo pone* porque… porque… pues porque me gusta mucho y ya. La música es una gran, gran parte de mi vida, principalmente por ser elemento de catarsis, de entretenimiento y de goce de una pasión. *tamborilea un poco en la mesa*
Aventuras en el Ritmo, es una de esas etiquetas combinadas: redacción ligera de ñoño que quiere ser escritor, que cuenta algo que considera es una interesante aventura dentro del ambiente cómico-mágico-musical. Tengo AÑOS dedicándome al diseño y a la música, así que aunque ustedes no lo crean tengo muchas aventuras que contar. Si no me creen, revisen uno de mis posts favoritos en esta etiqueta:
Sabor Tequila
Metatextos era una etiqueta para mis cuentitos, cuando algunos los inscribía en aquél mítico blog de escritores, otra de esas etiquetas que se ha quedado obsoleta, sin embargo a veces la uso porque me recuerda esa etapa en la que redactaba pequeños textos de no más de 300 palabras para contar algo.

Podría ir desmenuzando cada una de las etiquetas en este post autobiográfico-autoanalítico, pero a lo mejor les estoy contando algo de mí que ya saben o sospechan tan sólo de verlas. Mucha gente odia las etiquetas, yo no: me permiten ubicar algunos pensamientos, aunque después en una revisión cambie etiquetas, las mueva, elimine o genere una nueva, pero así es el mundo: una serie de etiquetas que nos ayudan a… a…

martes, abril 17, 2012

Remedios contra la diarrea

El fin de semana pasado la pasé con mis chavos y todo fue miel sobre hojuelas: paseamos, nos asoleamos, bromeamos, luego pasamos HORAS viendo capítulos de la sexta temporada de LOST porque es la neta, aunque a muchos no les guste. Comimos porquerías en la calle, ordenamos pizza. Refresco para ellos, un par de cervezas para mí. Fuimos al cine...Genial. Y espero que a ellos les haya gustado tanto como a mí.

Hasta en la noche, que por circunstancias que no detallaré aquí a una bola de usuarios sin rostro (sí, ustedes), hice un coraje de esos que no había hecho en años. Y cuando subí a mi carrito para llevar a mis hijos de regreso a su casa me di cuenta de que íbamos en silencio absoluto. Como que se dieron cuenta de que algo sustancial había pasado entre el momento en que bajé del auto y regresé. Lo sé bien porque me aventé un suspirito como de desesperación que retumbó entre ellos y yo. Vaya, hasta me di cuenta que tenía ganas de llorar. De puro coraje, neta. Un poco apenado por el repentino cambio de mood traté de hacer bromas y pasarla mejor esos últimos minutos, pues todo había salido tan bien que no valía la pena empañarlo. Nos despedimos y de regreso a casa sentía una leve punzada de ardor en el estómago.

El resto de la noche me la pasé pegado al inodoro. Hasta las 4 am cuando ya no soportaba el papel higénico fue que traté de dormir un poco, tenía que levantarme dentro de unas tres o cuatro horas.

Haciendo memoria, la bilis no la hice por un hecho aislado: desde hace un par de meses que las cosas no resultan del todo como espero: deudas, clientes malhumorados e irresponsables, algunos proyectos truncados o que nomás no terminan de cuajar, llamadas del banco, llamadas al banco, aumentos a la gasolina, pago de servicios, renta, vigilancia, descubrir que al auto le hace falta con urgencia un servicio y unas llantas nuevas y seguir jugándomela con él en las calles, valorar por enésima ocasión si vale la pena volver a llamar a esos amigos-clientes que me deben dinero y ya ni me dirigen la palabra, encontrarme a alguien con quien ni me llevo y que me acuse de chismes y estupideces que son mentiras y más bien me desconciertan. Enfrentar la indiferencia de unos y la incomprensión de otros. Recordar el gusto con el que emprendí un proyecto y luego lamentar ver en lo que se ha convertido. La urgencia por contar la lana que no ganas mientras sabes que alguien más la tiene. La impotencia de no poder pagar deudas de honor y deudas monetarias.

Y para variar, entro a la consola de este mi blog y nomás no me deja escribir, ni guardar borrador YQUESEVAYATODOALCARAJOESTOYHASTALAMADREYANOQUIEROSABERNADA.

Click. Negrura.

Click. Luz.

La mala noche que pasé me iluminó. Una diarrea iluminadora, jajajaja. Seguidillas llenas de comprensión holística milenaria. Perlas de sabiduría que me permitió alcanzar el nirvana mientras la punzada en la boca del estómago se desvanecía por ¿quinta? ¿sexta vez? y miraba el reloj dar las 3:30 de la mañana. Y ahí, en la solemne presencia del chaparrito dios de porcelana, comprendí que si seguía permitiendo que estas cosas me afecten tanto realmente la pasaré muy, muy mal...

Como tener diarrea pero del alma.

Así que nuevamente me armo de valor, abro el botiquín y saco un poquito más de ese remedio. Que el mundo gire, que el mundo ruede, hagamos las cosas lo mejor que podamos, tratemos de ser buenos.

Perdonemos. Pero a nosotros mismos.