Anoche soñé algo raro: estaba con unos amigos platicando en medio de una avenida. Los autos nos pasaban de largo sin sonar la bocina aunque les estorbábamos para pasar. De pronto empecé a revisarme los brazos porque sentía comezón.
Vi que tenía varios bichos (como chinches o garrapatas pequeñas) INCRUSTADAS en los brazos, y por más que trataba de agarrarlos con las uñas para arrancarlos los malditos bichos se enterraban más.
Por supuesto que alguien dijo «¡Quémalos con un cigarro encendido!» y claro que lo hice: Encendí un cigarrillo y lo acerqué a la panza de los bichos que sobresalía de mi piel. La cabeza o donde se supone que va la cabeza estaba por completo hundida en mi cuerpo. Cada que acercaba la brasa incandescente los bichos se retorcían de dolor y trataban de removerse hacia afuera, entonces los pillaba con las uñas para jalarlos y extraerlos.
Olvidé mencionarlo: más de la mitad de los bichos explotaba en la punta de mis dedos cuando los trataba de sujetar y un leve hilillo de sangre (debió haber sido mitad mía/mitad del bicho) escurría entonces por mi brazo. La comezón era increíble y decidí que sería capaz de hacer lo que fuera con tal de desaparecer ese ardor terrible. Nunca había sentido algo así en mi vida.
Alguien más dijo «¡no seas pendejo!, pícalos con una navaja» Yo no podía hacer nada más que obedecer cualquier sugerencia. Recordé que tenía una en la guantera.
Y por supuesto que lo hice. A los bichos que no podía arrancar de mis brazos los empecé a picar con la punta de una navaja. Como escarbándome. Los hilillos de sangre se multiplicaron y la comezón que sentía se multiplicó por cien. Debía de estar acabando con los animalillos, pero no era así. Empecé a pensar de dónde los había cogido: ¿Acaso mi cama estaba infestada? ¿Era mi ropa? ¿El asiento del auto? ¿Me los pegó mi perro? empecé a aullar de desesperación y dolor. Los bichos se ensañaban con mis brazos.
Me comían poco a poco.
Hasta que alguien tuvo otra genial idea:
«Güey, así nunca te vas a deshacer de esos animales: aplástalos con algo. ¡Ya sé! mete los brazos debajo de las llantas de mi auto y las aplastamos.
Genial idea.
Así que también lo hice: me tumbé de espaldas y esperé a que mi amigo pasara por encima de mis brazos su camioneta.
Desperté.
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