Me acaban de avisar que una buena amiga que conocí durante mis estudios profesionales decidió quitarse la vida la semana pasada.
No tengo la más remota idea de lo que la empujó a tomar esa decisión, pero sí sé de buena fuente que dejó a dos niños en la orfandad. La recuerdo muy alegre, aunque algo reservada con sus cosas y sus problemas... y sé que voy a caer en el clásico "no se le notaba que tuviera ese tipo de ideas" y no importa. Magda (a.k.a. "pasita") era una chica con la sonrisa a flor de labios. Muy tranquila, nunca una extraña. Calladita, sí... pero nada que llamara la atención, más bien parte de su personalidad.
Es curioso como la vida nos va alejando de algunas personas con las que convivimos durante un buen tiempo. Simplemente se forman intersticios que aumentan de dimensiones con el paso de los años, y gracias a la dinámica de la vida que nos convierte en individuos. La noticia me agarró de sorpresa y aún no atino a decidir qué es lo que siento. Por lo pronto sólo llegan imágenes, recuerdos de trabajos en común, alguna parranda hasta amanecer, una consulta hecha atrás tiempo o un comentario inútil y divertido, pero que hoy cobra otra dimensión, si lo vemos desde una perspectiva de nostalgia y sentados en el taburete que tiene como rótulo un "adiós" definitivo.
Creo que no me importa tampoco mencionar la clásica discusión que habla del valor: Unos dicen que el suicidio es una enorme cobardía y la falta de herramientas para enfrentar las broncas de la vida. Otros dicen que muy por el contrario, se necesitan de unos tamaños enormes para tomar una decisión de esas.
Magda, si algo me has enseñado es a seguir queriendo esta vida. Cada día con más ganas. No sé que te haya orillado a tomar esa decisión y siempre pensaré que pudo haber otra salida (más clichés). Pero a fin de cuentas tus razones son sólo eso: tuyas. No podría hablar de egoísmo, o de cobardía, ni de insanidad mental o locura, porque cada uno de nosotros lleva cargando una enorme maleta que vamos llenando de triques emocionales durante toda la vida. Hasta que uno mismo decide dejar algunos en la basura, en alguna tienda de antigüedades, o como de plano hiciste tú, que los tiraste por la ventana de golpe y sin regalar ninguno a quien los pudiera aprovechar. Lo que sí podría decir, aunque llevaba años sin saber de tí es que el mundo te va a echar de menos. Algo le aportabas, a fin de cuentas. Y es bien ojete recordar que dejas a dos personitas sin mamá. Me haces recapitular un poco y prometerme poner más atención en ciertos detalles de mi propia existencia.
Gracias Madga, gracias "pasita"... Salud.
3 comentarios:
Ayer leí una frase en un libro de Rosa Montero: "...porque es inmoral, poco discreto y fuera de todo orden olvidarse de la propia existencia". Así es maestro, estas partidas y de manera tan violenta, sólo sirven para que los que nos quedamos, aprendamos a amar la vida, que mientras haya vida, hay oportunidad.
Así es Rima... de hecho una de las primeras reacciones de los deudos es de rencor, de una furia contenida muy espesa... yo he pasado alternadamente del asombro a la desacreditación del acto, luego a la "comprensión" y de nuevo corre la ruleta: asombro, descrédito, comprensión.
¿Y la aceptación? ¿para cuándo?
... esa, o tarda mucho en llegar, o nunca llega...
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