martes, septiembre 23, 2008

El tiempo para mí.

Fusilándome (inspirándome??) a Rox cuando habla acerca de vivir solo y las cosas que uno hace me acuerdo de una amiga que me decía "Espérate, a cuando llegues a tu casa y desde ese momento no abras la boca para nada durante horas, incluso hasta el otro día".

Bueno, no ha sido tan aterrador como me sonó en un principio.

Si es algo raro (a veces) llegar a casa y escuchar sólo el ronroneo del filtro del acuario y las burbujas que esparce. De pronto se enciende el refrigerador y ese güey si suena fuerte, ha de ser por que es viejito. Y creo que una o dos veces en lo que llevo viviendo solo (no, no les diré cuanto) si he sentido que la casa (y yo) estamos demasiado callados. Pero eso no me hace sentir mal. Shhh... no hagan ruido, ¿ok?

¿Un buen libro? Va.
¿Chatear? No tengo interné en la casa.
¿Ver la tele? A menos que sea una película rentada. Casi no veo tele.
¿Dormir? Me gusta, me gusta... aunque no se por qué después de huevear un buen rato me siento culpable. Como si desperdiciara el tiempo de manera vil.
¿Unas chelas? ¿Una cubita? ¡Aaah! ¡como chingaos no!

Lo que nunca he podido hacer es organizarme en las noches. Me explico: mucha gente que conozco plancha su ropa del día de mañana, se prepara un almuerzo o el desayuno del día siguiente antes de dormir.

Yo no. Cuando llego a casa sólo se me ocurre dedicarme a no hacer mucho, leer, tomar un duchazo, ver una peli, o ponerme horizontal y dormir. A veces, como últimamente, me pongo a hacer algo de mi trabajo (a veces chamba, pero casi por lo general tarea de la maestría) No me llama mucho la intención estar muriéndome de sueño y escoger una camisa y un pantalón para arreglarlos. Neta.

¿Las mañanas? bueno, pues la verdad es que siempre me despierto antes de que suene el despertador (aunque lo pongo todos los días, no vaya a ser, ¿verdad?) y tan pronto me levanto pongo algo de musiquita (nota mental, devuelve los CD's que no has metido en el iPod) mientras me hago un desayuno (¿¿a las 7 am?? chale) y preparo mi ropa y a veces, si alcanzo, un almuerzo ligero. Ya saben, para el medio día.

Y ¿el aseo de la casa? pues aunque a veces me pongo a chachear entre semana, generalmente lo dejo para el sábado. Digo, ¿cuánto puedo ensuciar yo solo? pero eso sí... cuando llega el sábado mi casa deja de ser el cuchitril que es durante la semana. Es más, estoy pensando rentarla como quirófano los sábados, de lo limpiecita que la dejo.

Cuando estoy en mitad de la aspirada y trapeada casi siempre me acuerdo de encender algo de incienso. Así que para cuando termino de hacerme güey, digo, de limpiar y recoger el chiquero y regar mis plantas (si, tengo plantas y las cuido, ¿qué?) ya fui al Oxxo por unas merecidas chelas o por una coca de lata o me preparo algo de comer pues la casa ya está limpia, huele chido y es hora de tomar un duchazo para arreglarme y salir.

Quedarse con doscientos pesos cuando aún falta un chingo para la siguiente quincena a veces es más entretenido que ver una peli de terror o de suspenso.

Odio lavar los trastes y me da coraje a veces cuando limpio el refri y tengo que tirar comida que tiene más de 2 semanas y se está convirtiendo en una forma de vida unicelular.

Pero es la mamada cuando abro el refri para limpiarlo y me encuentro una lata que no he abierto. Y algo que puedo preparar de volada y se de antemano que va a tener muy buen sabor. Yomi.

Tssssaaacc! ... glu...glu...glu...


¡Ahhh!

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