jueves, enero 03, 2008

Seguir Patinando

Después de dejar a la deriva a mis tres lectores es que se me ocurre regresar a mi blog... tal vez es que no tenía mucho que decir... y no es que hoy si lo tenga, más bien lo que tengo es tiempo, un poco.















Pasó el día de navidad.


Me descalcé. Fui al parque, me descalcé y me puse mi flamante auto-regalo:

















Que sensación es patinar, la neta... Al principio me dio algo de pena, pues en el parque había puro escuincle con sus papás (de mi edad, aprox, jajaja)... pero luego que vi que me la estaba pasando chido y que no había olvidado como se hacía me dio mucha alegría... ¡iba volando! dando vueltas en el parque. ¡ZUUUMMM!

Hasta filosófico me puse. Un poquito. Y muy barato.

Recuerdan este post? Fue hace un año exactamente!

Bueno, yo si lo recuerdo... (¡ouch!) en ese entonces nada más podía colmar mejor una cadena de acontecimientos bastante nefastos. Aunque había muchas cosas muy buenas en mi ruta, las malas eran realmente malas. Ya me estaba desesperando, neta.

Y ¡Desde entonces también ya quería hacerme de mis patines! Por alguna razón no los buscaba, no me preocupaba en lo más mínimo. Hasta que me decidí. Y la verdad es que me hice muy buen regalo. ¡A patinar! Dije.

Tal vez a eso se reduzca todo. A levantarse cada vez que uno se da en la madre contra el duro suelo... a veces hasta se hace uno raspones de cuidado, y duelen, y se notan... algunos amigos ven el trancazo y sólo fingen demencia, prefieren no meterse, dicen.

Otros ven el ranazo y de inmediato surgen comentarios "es que así no era, ue! perdiste el equilibrio!" o "deberías de hacerle así... o así.."

Claro que nunca falta aquél que dice "te lo merecías por güey" Bah... Y todavía se acomoda a ver si te vuelves a tropezar de nuevo para ver esta caída desde butacas preferentes.

Y claro, tampoco faltan los que se alarman un poco y se acercan a ver si estás entero y no fue más que un susto o un buen raspón, pero que no te rompiste el cuello y te ayudan a ponerte de pie. Te sacuden y te dejan volver a intentarlo, aunque no te quitan el ojo de encima. Discretamente, claro.

Patinar es otro asunto. Es arriesgarse. Superar las caídas, curarse los raspones y, ¿por qué no? incluso a veces hasta atenderse una posible fractura. Cuando era chavalillo me di un buen golpe patinando por casa de mi abuela, luego un mastodonte tuvo a bien caer sobre mi antebrazo derecho con sus 100 kilos de rock para partirla. ¿El resultado? un yeso que me duró todo el verano... bien divertido que la pasé con ese yeso... ¡Todos mis compas lo firmaron!

Jajajaja, alguna vez se me ocurrió "guardar" monedas en ese yeso. Lo usaba de "escondite secreto" Lo malo es que por meter la moneda entre el yeso y el brazo una vez se fue tan dentro que no la pude sacar. La comezón era increíble. Todavía era más increíble la picazón cuando hacía calor (¿dije que era verano? si, ¿verdad?) y me sudaba el brazo. Chale. ¡Que niño tan entelegente!

Pero me lo tuvieron que quitar. Tarde o temprano.

El hueso soldó. Cuando abrieron el yeso se oyó un "clinnnk! y la moneda salió rodando por el piso. Era de 10 pesos. Estaba limpiecita, limpiecita. El doctor se meaba de risa. Prometí no volver a usar un yeso, y si lo hacía alguna vez, no utilizarlo de escondite.

Los golpes sanan. Las heridas cierran. Los raspones se curan.

El asunto entonces, es si se decide a tomar de nueva cuenta ese par de patines, a fuerza deben de calzar bien... entonces uno se descalza de prejuicios y se pone las ruedas de nuevo. Se levanta, manotea un poco al aire (para agarrar equilibrio, ya saben) y levanta la mirada hacia la pista o hacia adelante.

Siempre adelante.

Se toma algo de vuelo, y se lanza uno sin más que buenos deseos, con la ilusión de no azotar pronto, de lograr una buena velocidad, y mover un pie, luego el otro. Para después ir veloz, veloz.

Ya vendrán después las piruetas.
















2007, chinga tu madre. No fuiste malo... pero ya te fuiste. Así que foc yu.




Bienvenido, 2008... ¿qué traes de nuevo?

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