Y alguien que lucha en su contra con lo que puede.
Resulta que Jason se dio cuenta de que alguien muy enfermito tomó algunas imágenes de su colección en Flickr y las utilizó para fines morbosos... pedofilia.
Pinche gente dañada.
Como dice (y bien dicho) Jason: "You didn’t piss off a photographer—you just fucked with the wrong father…"
Creo que muchos que usamos la Red pecamos de inocentes e ingenuos con respecto al material que subimos, la verdad es que por alguna razón creemos que nuestra privacidad se mantiene a salvo y la verdad es que sólo hace falta tirar un googlazo e invertir unos minutos para investigar acerca de la vida de alguien. No es malo ser sincero, ni franco, ni honesto ni abierto, pero en este espacio hemos de ser extremadamente cuidadosos. Leyendo algunos de los comentarios de los visitantes a su colección de fotos han salido a la luz más casos de usuarios que han subido fotos de sus hijos... para luego encontrarlas en páginas japonesas o francesas de pornografía infantil.
Bien por Jason Whitman, no se rinde y está realmente molesto. Ojalá logre lo que se propone.
Y como dicen por ahí. "Spread the Voice"
Por cierto! lo vi a través del blog de Caro
viernes, diciembre 29, 2006
miércoles, diciembre 27, 2006
El grinch de la navidad III
Pues ya. Eso era. Materialmente lo habían empujado a la desgracia. Sin dinero, sin trabajo, sin suerte, sin nada.
El Santa seguía sonando su pinche campanita. Pedía lana con un botecito mientras sonaba su campana una y otra vez. La música se elevaba en notas cada vez más estridentes, la gente pasaba impasible, caminaba de una manera que parecía estática. Raro, ¿no?
Todo se volvió borroso y oscurecía poco a poco. ¿Era la tarde? ¿o la visión? No importaba. El frío comenzaba a calarle. Esperó paciente en una esquina, cubriéndose del viento helado. Tanteando sus bolsillos descubrió un billete de 100 pesos doblado en cuadrito. Tenía esa manía. Doblar billetes para hacer una especie de bolsita. Así había perdido varios, por hacerlos tan pequeños se le perdían. En esta ocasión salió ganando, jajaja. El ratero no lo vió. Jojojo.
Con su billete de 100 pesos fue a la tienda más cercana. Iba a comprar unos cigarros y cualquier otra cosa, tal vez un seis de botes de cerveza. ¿Para qué otra cosa le podían servir 100 pesos en ese momento? Pero fue en ese momento que se le acercó un chavito, le enseñó una navaja de muelle bastante impresionante. Cuando la accionó y la hoja brillante salió haciendo "Shhhickk!" dio un pequeño respingo. Estaba muy afilada.
-Ahí lo que me quiera dar, jefe. Lo que sea, de veras.
Le dio los 100 pesos y se fue con la navaja en el bolsillo. No supo a ciencia cierta porqué pagó ese dinero por el objeto, pero supuso que le duraría más que un paquete de Marlboro y unas cervezas. Igual y le servía más también. Luego decidiría para que.
Caminó de regreso por la calle, decidió meterse por un callejón pequeño que lo cubriría un poco más del frío. -Total, ni modo que me asalten, ¿verdad? -pensó tratando de reír un poco. No lo consiguió. Entró en la callecita que al parecer desembocaba a unos 40 metros más adelante en una avenida principal. Cuando vio al Santa con la barba jalada a un lado, sentado en una llanta vieja en el piso, comiéndose un par de quesadillas. Tenía en el piso también un par de botes de Modelo. Uno estaba abierto.
Se acercó con toda naturalidad y le dijo al impostor "Eh, compi, regálame ese bote que te queda" a lo que el Santa espurio (jajaja) le contestó "no maamee! sáquese a la chingada o lo madreo, órale cabrón!..." Apenas iba a seguir su camino cuando escuchó que el Santa terminó la frase con un "... pinchi pendejo más jodido me cai". Cuando sintió que la sangre se le agolpaba en las sienes. Tensó las manos y para que no se notara las metió a los bolsillos... ahí sintió el mango de la navaja... cuando volteó a ver de nuevo al Santa ursurpador, éste le dijo "que no me oyes? pinchi jodido? órale a dar lástimas a otro lado!"
Sin que meditara mucho al respecto, sólo vió como su mano se extendía afuera de su bolsillo. No lo podía entender, parecía una de esas tomas en slomo que uno ve en el cine, la mano se mueve en silencio hacia arriba, el dedo acciona el muelle, la navaja sale haciendo ese ruido tan peculiar y todo parece tan irreal...
El Santa retrocedió. No cabe duda que era un Santa falso, pedote y joto porque aparte de todo también se vio bastante cobarde.
-Eh, compita, tranquilo, güey! no es para que la hagas de pedo...! si quieres llévate el bote! empezó a balbucear el cobarde con la barba de lado mientras retrocedía. El plato desechable con las quesadillas cayó al suelo, sin querer pateó el bote cerrado que avanzó unos pasos rodando lentamente. El bote se detuvo con el muro.
Decidió que no le importaba ni la cerveza ni las quesadillas. Importaba acabar con un pendejo como ese que tenía enfrente disfrazado de Santa, con la barba jalada a un lado y cayendo de espaldas sobre un montón de llantas viejas. Importaba desquitar su coraje y frustración contenidas. Aunque bueno, tal vez el pendejo ese ni culpa tenía...
Se abalanzó sobre él y descargó su furia repetidas veces, una otra y otra vez la navaja bajó y subió arrancando pequeños trozos de llanta, mientras el Santa falso aullaba imaginándose que era a él a quien apuñalaban una y otra vez.
Se levantó. Accionó el muelle de la navaja para ocultarla dentro del mango.
-¡No mames! pensé que me ibas a quebrar cabrón! ¡no mameees!
- No vales la pena.
- ¿Qué?
-Adiós pendejo. Ninguno como tu vale la pena. Ni estas fechas. Nada de esto importa, pero si tengo oportunidad haré que te orines de nuevo sobre tu trajecito.
Se alejó lentamente, mientras pensaba que sería buena idea ir a la tienda de juguetes más grande de la ciudad, en ella trabajaban unos tres tipos disfrazados de Santa.
De hecho pensaba que sería buena idea ir acabando con todas esas imágenes falsas que había de la navidad. La navidad apestaba. Era una colección de falsedades, de mentiras y de burlas.
Aunque fuera de a mentiritas. Total, el grinch de la navidad era también de a mentis. ¿No?
FIN.
(La neta es que no tengo mucho tiempo para seguir redactando... aquí si me vi como Guffo, que también terminó su cuentecito abruptamente, y las fechas navideñas se están pasando, y como ando de peda en peda pos... por eso puse FIN)
Fecha límite para recibir mentadas de madre hasta el 2 de enero de 2007.
El Santa seguía sonando su pinche campanita. Pedía lana con un botecito mientras sonaba su campana una y otra vez. La música se elevaba en notas cada vez más estridentes, la gente pasaba impasible, caminaba de una manera que parecía estática. Raro, ¿no?
Todo se volvió borroso y oscurecía poco a poco. ¿Era la tarde? ¿o la visión? No importaba. El frío comenzaba a calarle. Esperó paciente en una esquina, cubriéndose del viento helado. Tanteando sus bolsillos descubrió un billete de 100 pesos doblado en cuadrito. Tenía esa manía. Doblar billetes para hacer una especie de bolsita. Así había perdido varios, por hacerlos tan pequeños se le perdían. En esta ocasión salió ganando, jajaja. El ratero no lo vió. Jojojo.
Con su billete de 100 pesos fue a la tienda más cercana. Iba a comprar unos cigarros y cualquier otra cosa, tal vez un seis de botes de cerveza. ¿Para qué otra cosa le podían servir 100 pesos en ese momento? Pero fue en ese momento que se le acercó un chavito, le enseñó una navaja de muelle bastante impresionante. Cuando la accionó y la hoja brillante salió haciendo "Shhhickk!" dio un pequeño respingo. Estaba muy afilada.
-Ahí lo que me quiera dar, jefe. Lo que sea, de veras.
Le dio los 100 pesos y se fue con la navaja en el bolsillo. No supo a ciencia cierta porqué pagó ese dinero por el objeto, pero supuso que le duraría más que un paquete de Marlboro y unas cervezas. Igual y le servía más también. Luego decidiría para que.
Caminó de regreso por la calle, decidió meterse por un callejón pequeño que lo cubriría un poco más del frío. -Total, ni modo que me asalten, ¿verdad? -pensó tratando de reír un poco. No lo consiguió. Entró en la callecita que al parecer desembocaba a unos 40 metros más adelante en una avenida principal. Cuando vio al Santa con la barba jalada a un lado, sentado en una llanta vieja en el piso, comiéndose un par de quesadillas. Tenía en el piso también un par de botes de Modelo. Uno estaba abierto.
Se acercó con toda naturalidad y le dijo al impostor "Eh, compi, regálame ese bote que te queda" a lo que el Santa espurio (jajaja) le contestó "no maamee! sáquese a la chingada o lo madreo, órale cabrón!..." Apenas iba a seguir su camino cuando escuchó que el Santa terminó la frase con un "... pinchi pendejo más jodido me cai". Cuando sintió que la sangre se le agolpaba en las sienes. Tensó las manos y para que no se notara las metió a los bolsillos... ahí sintió el mango de la navaja... cuando volteó a ver de nuevo al Santa ursurpador, éste le dijo "que no me oyes? pinchi jodido? órale a dar lástimas a otro lado!"
Sin que meditara mucho al respecto, sólo vió como su mano se extendía afuera de su bolsillo. No lo podía entender, parecía una de esas tomas en slomo que uno ve en el cine, la mano se mueve en silencio hacia arriba, el dedo acciona el muelle, la navaja sale haciendo ese ruido tan peculiar y todo parece tan irreal...
El Santa retrocedió. No cabe duda que era un Santa falso, pedote y joto porque aparte de todo también se vio bastante cobarde.
-Eh, compita, tranquilo, güey! no es para que la hagas de pedo...! si quieres llévate el bote! empezó a balbucear el cobarde con la barba de lado mientras retrocedía. El plato desechable con las quesadillas cayó al suelo, sin querer pateó el bote cerrado que avanzó unos pasos rodando lentamente. El bote se detuvo con el muro.
Decidió que no le importaba ni la cerveza ni las quesadillas. Importaba acabar con un pendejo como ese que tenía enfrente disfrazado de Santa, con la barba jalada a un lado y cayendo de espaldas sobre un montón de llantas viejas. Importaba desquitar su coraje y frustración contenidas. Aunque bueno, tal vez el pendejo ese ni culpa tenía...
Se abalanzó sobre él y descargó su furia repetidas veces, una otra y otra vez la navaja bajó y subió arrancando pequeños trozos de llanta, mientras el Santa falso aullaba imaginándose que era a él a quien apuñalaban una y otra vez.
Se levantó. Accionó el muelle de la navaja para ocultarla dentro del mango.
-¡No mames! pensé que me ibas a quebrar cabrón! ¡no mameees!
- No vales la pena.
- ¿Qué?
-Adiós pendejo. Ninguno como tu vale la pena. Ni estas fechas. Nada de esto importa, pero si tengo oportunidad haré que te orines de nuevo sobre tu trajecito.
Se alejó lentamente, mientras pensaba que sería buena idea ir a la tienda de juguetes más grande de la ciudad, en ella trabajaban unos tres tipos disfrazados de Santa.
De hecho pensaba que sería buena idea ir acabando con todas esas imágenes falsas que había de la navidad. La navidad apestaba. Era una colección de falsedades, de mentiras y de burlas.
Aunque fuera de a mentiritas. Total, el grinch de la navidad era también de a mentis. ¿No?
FIN.
(La neta es que no tengo mucho tiempo para seguir redactando... aquí si me vi como Guffo, que también terminó su cuentecito abruptamente, y las fechas navideñas se están pasando, y como ando de peda en peda pos... por eso puse FIN)
Fecha límite para recibir mentadas de madre hasta el 2 de enero de 2007.
jueves, diciembre 21, 2006
El grinch de la navidad II
No le quedó otra más que caminar hasta su trabajo, en el camino alcanzó a ver los anuncios de las vidrieras con ofertas navieñas en colchones, autos, paquetes de cenas navideñas y productos para regalos. Por más que acortó la caminata llegó a la entrada del edificio, pulsó el número 35 en el elevador y antes de que éste cerrara las puertas escupió hacia afuera lo que le restaba de chicle.
Cuando llegó le fue como en feria con su jefe, que estaba buscando desde hace mucho tiempo una buena razón para rescindir su contrato. Tenía una leve sonrisa de triunfo cuando le comunicó "Lo siento mucho, pero vamos a tener que quedarnos sin tu colaboración de hoy en adelante"
-A la chingada, pues... ya me tenía harto el güey ese -murmuró mientras cargaba una caja con sus útiles de escritorio.
Afuera, el aire empezaba a soplar helado. La gente caminaba con mayor rapidez para evitar que la corriente fría azotara sus rostros. (si esto anterior no es un clisé muy sobado, entonces no sé que sea).
Cuando llegaba de regreso a su auto se buscó las llaves. Chingao. No las encontraba por ningún lado. Tuvo que dejar la caja con sus cosas sobre el cofre para poder buscar con ambas manos en las bolsas, en su chamarra, en la bolsita secreta de nuevo en sus pantalones...
Las llaves.
Abrió la puerta y aventó dentro la caja con sus cosas. Olvidando por completo que no tenía gasolina (y la garrafa?) trató de hacer funcionar el autito... Y efectivamente, como algunos de mis tres lectores han de estar pensando, el carrito no encendió.
Salió del auto, verificando que tenía las llaves consigo, lo cerró y caminó en dirección opuesta a la gasolinería que estaba cerrada, la otra gasolinería está más lejos, pero no tenía otra opción. La garrafa la había dejado olvidada en la oficina (o en el elevador?) y no pensaba volver ahí. A veces simplemente las cosas se complican, se juntan las malas vibras, los errores y era en ese momento que uno quería salir corriendo, huir, correr hacia ninguna parte, y no volver jamás. Perderse.
Fue en ese momento que la inspiración llegó. Como un ramalazo de luz, empezó a pensar que ahora que estaba sin trabajo sus compañeros se burlarían de el. Su jefe también . Su vieja seguramente le iba a reclamar.
Que podía hacer? sin trabajo?
Estaba en eso cuando lo detuvo un tipo mal encarado, tenía una navaja en la mano derecha y la acercó peligrosamente.
-Dame tu reloj. Y tu dinero. No hagas pedo o te mueres cabrón.
El tipo ese se llevó hasta la chamarra. Y el dinero de la liquidación del trabajo. Mientras lo asaltaba la gente pasaba a su lado sin voltear ni inmutarse ante la escena. A plena luz de día.
La desesperación lo invadió. Definitivamente alguien tenía que pagar por todo esto.
Un tipo disfrazado de Santa pedía dinero en la calle. La música de villancicos invadía la calle. Niños cruzaban corriendo y aventándose entre ellos. Gente cargando regalos, ropa nueva, perfumes, bolsas y cajas.
Pero alguien tenía que pagar. Sentía como si lo hubieran aventado, arrojado literalmente a la desgracia. El no tenía la culpa. Lo habían aventado.
CONTINUARÁ...
Cuando llegó le fue como en feria con su jefe, que estaba buscando desde hace mucho tiempo una buena razón para rescindir su contrato. Tenía una leve sonrisa de triunfo cuando le comunicó "Lo siento mucho, pero vamos a tener que quedarnos sin tu colaboración de hoy en adelante"
-A la chingada, pues... ya me tenía harto el güey ese -murmuró mientras cargaba una caja con sus útiles de escritorio.
Afuera, el aire empezaba a soplar helado. La gente caminaba con mayor rapidez para evitar que la corriente fría azotara sus rostros. (si esto anterior no es un clisé muy sobado, entonces no sé que sea).
Cuando llegaba de regreso a su auto se buscó las llaves. Chingao. No las encontraba por ningún lado. Tuvo que dejar la caja con sus cosas sobre el cofre para poder buscar con ambas manos en las bolsas, en su chamarra, en la bolsita secreta de nuevo en sus pantalones...
Las llaves.
Abrió la puerta y aventó dentro la caja con sus cosas. Olvidando por completo que no tenía gasolina (y la garrafa?) trató de hacer funcionar el autito... Y efectivamente, como algunos de mis tres lectores han de estar pensando, el carrito no encendió.
Salió del auto, verificando que tenía las llaves consigo, lo cerró y caminó en dirección opuesta a la gasolinería que estaba cerrada, la otra gasolinería está más lejos, pero no tenía otra opción. La garrafa la había dejado olvidada en la oficina (o en el elevador?) y no pensaba volver ahí. A veces simplemente las cosas se complican, se juntan las malas vibras, los errores y era en ese momento que uno quería salir corriendo, huir, correr hacia ninguna parte, y no volver jamás. Perderse.
Fue en ese momento que la inspiración llegó. Como un ramalazo de luz, empezó a pensar que ahora que estaba sin trabajo sus compañeros se burlarían de el. Su jefe también . Su vieja seguramente le iba a reclamar.
Que podía hacer? sin trabajo?
Estaba en eso cuando lo detuvo un tipo mal encarado, tenía una navaja en la mano derecha y la acercó peligrosamente.
-Dame tu reloj. Y tu dinero. No hagas pedo o te mueres cabrón.
El tipo ese se llevó hasta la chamarra. Y el dinero de la liquidación del trabajo. Mientras lo asaltaba la gente pasaba a su lado sin voltear ni inmutarse ante la escena. A plena luz de día.
La desesperación lo invadió. Definitivamente alguien tenía que pagar por todo esto.
Un tipo disfrazado de Santa pedía dinero en la calle. La música de villancicos invadía la calle. Niños cruzaban corriendo y aventándose entre ellos. Gente cargando regalos, ropa nueva, perfumes, bolsas y cajas.
Pero alguien tenía que pagar. Sentía como si lo hubieran aventado, arrojado literalmente a la desgracia. El no tenía la culpa. Lo habían aventado.
CONTINUARÁ...
jueves, diciembre 14, 2006
El grinch de la navidad
Se despertó temprano (como siempre) y se levantó a darse un regaderazo... esta vez si se lastimó fuerte, porque el regaderazo se lo dió en plena espalda (mal chiste... más bien pésimo), y como su vieja no se levantaba porque la noche anterior se había ido de parranda con sus amigas, se tuvo que preparar el desayuno él solo. Eso le cagaba.
Como se le hacía tarde tuvo que conformarse con un plato de cereal con leche en polvo (la leche de verdad se había echado a perder, porque el refri no funcionaba, (otro gasto más para este fin de año, jojojo)... Se lavó los dientes sólo para volver a lastimarse la encía (chin... el dentista SI iba a tener una buena y blanca navidad)... se enjuagó y ya con prisa medio se arregló frente al espejo.
Al salir se encontró con que una llanta estaba desinflada. De seguro fueron esos pinches muchachitos caguengues que pasan todas las noches por afuera de su casa haciendo escándalo. Cambió la llanta de volada, no sin darse un par de machucones y quedar con las manos negras, negras... tan negras que contrastaban mucho con el verde de su piel de grinch.
Recogió su maletín y lo aventó al interior de su grinch-móvil. Encendió el carrito y sin darle tiempo para calentarlo un poco arrancó dejando detrás unas gotas de aceite en el piso.
No llegó muy lejos.
La noche anterior había pensado que tal vez sería buena idea ir a cargar combustible, sobre todo porque su viejo modelo de grinch-móvil ya no le marcaba el nivel de gasolina en el tanque. Constantemente se quedaba varado por alguna calle, en esos casos cerraba bien el carrito verde y salía con su garrafita a caminar y caminar hasta encontrar una estación de servicio. Claro que a veces disfrutaba esos paseos obligados, pero en ocasiones como esta había que reconocer que no siempre resultaba muy práctico ni agradable.
La mañana era fría y la gasolinería quedaba bastante lejos, así que suspiró con aire desconsolado (ya no había manera de llegar a tiempo a la oficina) y empezó a caminar. Mientras lo hacía empezó a repasar sus cuentas, al asunto del refrigerador descompuesto había que agregar la reparación de la plomería (hijos de puta los plomeros sí son ricos), los impuestos, las compras de fin de año y la liquidación del crédito de la hipoteca... debía mucho y a mucha gente y en su trabajo le iban a descontar todas sus faltas y retrasos por culpa del maldito grinch-móvil.
Sonó su teléfono. Contestó para escuchar una voz grabada "...cliente, le notificamos que tiene un adeudo vencido..." colgó molesto. Pero esa navidad iba a pasarla bien, valiéndole madres todas las broncas. Tal vez sería buena idea hacer una cena en casa invitando a sus demás amigos, que ya por esas fechas debían de ser unos tres aunque su esposa le dijera que uno de ellos era su primo, que más daba! el le podía llamar amigo, ¿no?
Sonó de nuevo su teléfono. Chingao. De la oficina. Entre mensajes y reportes de llamadas su secretaria le dijo que iban a correrlo del trabajo si no se presentaba ese día. "El patrón anda bien emputado jefe, yo no quiero broncas".
Cuando llegó a la gasolinería encontró que estaba cerrada. Al parecer le estaban dando mantenimiento a algunos de los tanques y quien sabe que más, pero todas las bombas estaban apagadas. DISCULPE LAS MOLESTIAS se leía en una banda de plástico que colgaba de los aparatos.
(CONTINUARÁ...)
Como se le hacía tarde tuvo que conformarse con un plato de cereal con leche en polvo (la leche de verdad se había echado a perder, porque el refri no funcionaba, (otro gasto más para este fin de año, jojojo)... Se lavó los dientes sólo para volver a lastimarse la encía (chin... el dentista SI iba a tener una buena y blanca navidad)... se enjuagó y ya con prisa medio se arregló frente al espejo.
Al salir se encontró con que una llanta estaba desinflada. De seguro fueron esos pinches muchachitos caguengues que pasan todas las noches por afuera de su casa haciendo escándalo. Cambió la llanta de volada, no sin darse un par de machucones y quedar con las manos negras, negras... tan negras que contrastaban mucho con el verde de su piel de grinch.
Recogió su maletín y lo aventó al interior de su grinch-móvil. Encendió el carrito y sin darle tiempo para calentarlo un poco arrancó dejando detrás unas gotas de aceite en el piso.
No llegó muy lejos.
La noche anterior había pensado que tal vez sería buena idea ir a cargar combustible, sobre todo porque su viejo modelo de grinch-móvil ya no le marcaba el nivel de gasolina en el tanque. Constantemente se quedaba varado por alguna calle, en esos casos cerraba bien el carrito verde y salía con su garrafita a caminar y caminar hasta encontrar una estación de servicio. Claro que a veces disfrutaba esos paseos obligados, pero en ocasiones como esta había que reconocer que no siempre resultaba muy práctico ni agradable.
La mañana era fría y la gasolinería quedaba bastante lejos, así que suspiró con aire desconsolado (ya no había manera de llegar a tiempo a la oficina) y empezó a caminar. Mientras lo hacía empezó a repasar sus cuentas, al asunto del refrigerador descompuesto había que agregar la reparación de la plomería (hijos de puta los plomeros sí son ricos), los impuestos, las compras de fin de año y la liquidación del crédito de la hipoteca... debía mucho y a mucha gente y en su trabajo le iban a descontar todas sus faltas y retrasos por culpa del maldito grinch-móvil.
Sonó su teléfono. Contestó para escuchar una voz grabada "...cliente, le notificamos que tiene un adeudo vencido..." colgó molesto. Pero esa navidad iba a pasarla bien, valiéndole madres todas las broncas. Tal vez sería buena idea hacer una cena en casa invitando a sus demás amigos, que ya por esas fechas debían de ser unos tres aunque su esposa le dijera que uno de ellos era su primo, que más daba! el le podía llamar amigo, ¿no?
Sonó de nuevo su teléfono. Chingao. De la oficina. Entre mensajes y reportes de llamadas su secretaria le dijo que iban a correrlo del trabajo si no se presentaba ese día. "El patrón anda bien emputado jefe, yo no quiero broncas".
Cuando llegó a la gasolinería encontró que estaba cerrada. Al parecer le estaban dando mantenimiento a algunos de los tanques y quien sabe que más, pero todas las bombas estaban apagadas. DISCULPE LAS MOLESTIAS se leía en una banda de plástico que colgaba de los aparatos.
(CONTINUARÁ...)
miércoles, diciembre 13, 2006
Víctor Hernández
Greñas, tus fans te llaman ahora terrorista y delincuente.
Este tipejo independientemente de ser un HIPER NACO sin cultura sin educación y porsupuesto sin MORAL es un hijo de la chingada que solamente se dedica a armar desmadres, desinformar, alebrestar a su "raza"
JUAR JUAR JUAR! Simplemente no pude evitar reírme ante estas pendejadas. Ya pórtate bien greñas... Chale.
Este tipejo independientemente de ser un HIPER NACO sin cultura sin educación y porsupuesto sin MORAL es un hijo de la chingada que solamente se dedica a armar desmadres, desinformar, alebrestar a su "raza"
JUAR JUAR JUAR! Simplemente no pude evitar reírme ante estas pendejadas. Ya pórtate bien greñas... Chale.
lunes, diciembre 11, 2006
martes, diciembre 05, 2006
¿No me rompás las Pelotaas!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)