Sin embargo, este espacio no se muere, mis amigos. Les iba a pegar un link de otro sitio donde escribo semanalmente, pero primero uno de los textos que podrán leer allá:
Centro de Oportunidades…Sí, cómo no…
En la “vulka” se puede ver de cerca el
tiempo pasar. A veces corre muy lentamente: el día va pardeando y la
espera desanima por saber que el regreso a casa será con unos pocos
centavos en la bolsa y muchos callos en las negras manos.
A veces, cuando la chamba es tupida no
se da uno abasto. Y consideras seriamente hacerte de un chalán para que
te ayude, se gane unos pesos y puedas abarcar más carros en un día. Pero
en días como hoy, cuando no se paran ni las moscas y no hay mucho por
hacer entonces te pones a pensar si tiene sentido mantener el negocio
abierto. Gastando luz. Por más que te vaciles a la chamaca de los
abarrotes y por más vueltas que le des a las páginas de un libro o una
revista no puedes evitar pensar en el tiempo que se escurre. Se fuga
lentamente como el aire de una llanta ponchada. A veces no lo notas y
hasta que te das cuenta la llanta está en el piso y otras el silbido no
te deja en paz, suena y sabes que se desinfla poco a poco.
Ayer pusieron un anuncio frente a la
vulcanizadora: Dicen que la ciudad es número uno en seguridad, en
oportunidades de trabajo, en competitividad y que es un lugar ideal para
vivir. Te dan ganas de invitar a los que hacen esos anuncios a que te
ayuden en la “vulka” un sólo día: Cargar llantas, desmontar rines,
buscar clavos o pijas encajadas y retirarlos, preparar los parches,
cargar el gato hidráulico, cuidarte de no ser atropellado por los
taxistas. Darte prisa en entregar la llanta, ir a cambiar a la tienda el
billete que te pagan, machucarte los dedos con la barra de acero,
inflar una llanta recién parchada esperando que no te reviente en la
cara y al terminar el día poder cerrar el negocio sin que te caiga la
banda pidiendo la cuota semanal, caminar por las calles echando siempre
una mirada hacia atrás para verificar que no te sigan y así pasar a la
panadería y gastar lo poco que ganaste en el día en leche, huevo y pan
para la cena. Al llegar tu señora te notifica de los pagos que siguen
pendientes y armándote de paciencia decides no hacer bronca.
Eres contador público, pero resulta que
el mercado está saturado de profesionales de tu campo. Tu papá te enseñó
a trabajar desde chico en la vulcanizadora, así que cuando murió te
encargaste del negocio. Vives en una colonia de la periferia porque a
pesar de que a veces ganas bien, es un ingreso que no es seguro, así que
pagas una renta pequeña y aunque en la familia son cinco, ahí la
llevan. Ya llevas un dinerito reunido y piensas que por fin podrás sacar
del taller tu viejo carro y echarlo a andar.
A veces quieres decirle a tu señora que
te ayude con los gastos, pero bastante chamba tiene con los niños
pequeños, así que empiezas a pensar en buscar otro trabajo, que sumado
al de la vulcanizadora y al puesto de tacos que en las noches pones
afuera de la casa te dejará más dinero.
Así que a veces si la chamba está baja
como hoy, te pones a pensar en esos anuncios que publican… ¿Tierra de
oportunidades? ¿Cruce de caminos? ¿Ubicación privilegiada? ¿Centro de
negocios?
Sí, cómo no.
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(Este texto y otros más los podrán leer semana a semana en
www.laorquesta.mx
namás hacen scroll hasta abajo donde aparecen los colaboradores y ahí aparezco con mi nombre real: Arturo Haro)
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