miércoles, octubre 15, 2008

Bateristas en clase de filosofía

Heidegger, Nietzche… Nihilismo, ¿vivimos en la posmodernidad, o más bien, ¿es esta una crisis de la modernidad? La moral del esclavo es la que humilla, la del amo revitaliza…

¿Qué putas dijo Sartre al respecto del existencialismo? No recuerdo.
¡Son las 8:00 am! ¿A quién carajos se le ocurrió que es buena hora para filosofía?
La mesa donde estoy sentado empieza a temblar. Es una señal. Estoy seguro…

El café que está a un lado mío empieza a moverse también. De lado a lado. Ya me tomé más de la mitad, por eso no se derrama del vaso con el sacudimiento que invade todo a mi alrededor. Cuando busco el epicentro del movimiento telúrico descubro que mi compañero de clase apoya un pie en el piso y otro en la mesa y lo mueve sin control… ¡TAP… TAP… TAP… TAP… TAP…! Como un baterista practicando un beat. A las 8:00 am. En mitad de la clase de filosofía.

¿Estará nervioso? Un compa doctor me dijo una vez que tener esos “tics” evidencia que inconscientemente uno no se siente a gusto en la situación y que no puede controlarla.

El pie bailando. La mesa moviéndose. Mi café tiembla. Volteo a ver al güey de al lado mío en repetidas ocasiones, alternando entre verlo a él, o ver su pie brincar sin control. ¿tendrá Mal de San Vito?¿Parkinson?

El tipo cambia de posición. Me sorprende que estoy más atento a como se va a sentar ahora, que en el rollo de la maestra. Se reclina hacia atrás, con lo que respiro aliviado, pues la posición es más cómoda, pero NO. El sujeto cambia de pie (tal vez ya se le estaba engarrotando el anterior) y una vez que, aparentemente, contó dos compases de silencio, empezó de nuevo. ¡TAP… TAP… TAP… TAP… TAP…!

“…posmodernismo radicaliza los conceptos modernos y todos los demás conceptos anteriormente establecidos en el modernismo. (¡TAP… TAP… TAP… TAP… TAP…!) Podemos reconocerlo porque desafía, provoca, critica, ironiza, irrita al proyecto moderno…”
(¡TAP… TAP… TAP… TAP… TAP…!)
¿Qué decía el proyecto de la modernidad? Por aquí lo tenía, por aquí lo leí...

No puedo evitarlo. Sujeto la mesa, que para entonces se bamboleaba con furia.

- Compa, ¿estás nervioso o te pasa algo?
- ¿Qué? ¿te estresa esto?
- Un poco, sí… más bien me distrae, es que se mueve toda la mesa, compa…
- Ah, ¡pues vaya…!
- ¿?

No supe que significó eso. Si me quiso decir algo, o que.

El tipo cambia de posición nuevamente, al parecer incómodo por el comentario que le acabo de hacer y el tamborileo termina.

Por breves instantes.

Hasta parece que cuenta compases, ¡neta!

1… 2… 1, 2, 3, 4…

¡TAP… TAP… TAP… TAP… TAP…!
¡TAP… TAP… TAP… TAP… TAP…!
¡TAP… TAP… TAP… TAP… TAP…!
(CHINGAOOOO)

Sólo espero que llegue la hora del intermedio de esta clase de 4 horas (llevamos 1 apenas) para salir, y de regreso buscaré otro lugar. Lejos de este güey… Pero, ¿dónde?

Distraído ya, empiezo a observar a los compañeros de enfrente, (los escritorios y sillas están dispuestos en forma de “U” y la maestra se sienta en medio a disertar) y checo a quién voy a intercambiar su lugar (jajajaja, ya se chingó) Me empieza a inquietar que al ver por debajo de las mesas, observo que mínimo 3 o 4 güeyes hacen lo mismo que mi compañero… Apoyan la punta del pie en el suelo y levantando el talón empiezan a hacer que brinque rápido, rápido, de arriba hacia abajo.

Enfrente, no. Por supuesto que no. Ni loco.

“… compañero de camisa azul?, leyó el capítulo?...”
Cuando el salón entero guarda silencio es cuando uno empieza a voltear hacia todos lados, para tratar de descubrir la causa de que la maestra haya interrumpido su rollo, ¿no?

Era yo, por supuesto.

- ¿eh? ¿perdón?
- Preguntaba si leyó el capítulo
- El capítulo…
- (algo molesta) El que habla de la crítica a la hipocresía de las religiones, por crear sus propios mitos.
- Perdón, si lo leí, pero ¿en que parte vamos?
- Déjelo… (ademán de indulgencia) pero no se distraiga, hace que “se me vaya la onda”
- Disculpe…
- ¿Me deja proseguir?
- Claro, claro

Cha…! yo que soy conguero logro mantener mis manos y mis pies quietecitos cuando debo, snif.
Traté de concentrarme, lo juro… pero ya no pude. Cuando salimos al descanso ya tenía bien ubicado mi nuevo lugar, al lado de una morena. Se veía simpática, y… tranquila.

De regreso entré yo primero, rápidamente fui a sentarme en mi nuevo lugar… la morena llegó, me vio y sonrió (ahh!) yo pensé que el mundo siempre puede mejorar, que no importa que este posmodernismo sea tan deprimente y tan pesimista, que Nietzche estaba equivocado, pero en eso se sentó al otro lado mío otro compañero. No lo había visto, parece que llegó sólo a la segunda parte.

Empieza la clase de nuevo. Tratando de concentrarme, se me empieza a ocurrir que si hablamos de una generación de gente que vive intensamente sus emociones, de manera superficial y egoísta podría introducir el terminajo “dionisiaco” en la plática de la maestra. Como duda, claro, no vaya a ser que me pendejee.
Mientras pensaba dónde podía “entrar” el término, mi compañero (el nuevo) de al lado movió a un ladito su libreta de apuntes, subió una pierna al escritorio, colocó las dos manos sobre la mesa, respiró hondo y… contó.

1… 2… 1, 2, 3, 4…
¡TAP… TOC, TOC.. TAP… ¡TOC, TOC!... TAP… TAP… TAP…!

1 comentario:

Anónimo dijo...

NOooooooooooooooooo!!!! hasta yo me estresé!!! jajajajaja
ah pa compañeritos
Saludos Sivoli!
me estoy ejecutando todas tus chocoaventuras!
Ely