martes, diciembre 10, 2013

¿en qué trabaja el muchacho? Fabricante de cajas de cartón

Me ha costado algo de trabajo recordar algunos de los trabajos que he tenido. No siempre por mi mala memoria, sino porque recordar algunos pasajes de la vida no siempre es tan agradable. No obstante, recordé con claridad la época en que tenía algo así como 150 pesos por capital y tenía que hacer frente a gastos como renta, agua, luz, teléfono, etc. Algunas otras iniciativas de trabajo que tuve habían fracasado memorablemente, así que en medio de la desesperación me dieron un regalito envelto en una caja de cartón corrugado. Chocolates. Cuando lo que me urgía era dinero. Chocolates envinados que me acabé en 10 minutos.

Agradecí el regalo de todas formas, y mientras me terminaba los chocolates empecé a observar la caja en la que venían. Algo similar a esto:



 (imagen que robé descaradamente de por ahí, no hemos matado a nadie)

Si bien la cajita era simpática, la manufactura dejaba mucho que desear (de esa caja, no de las de la foto) así que la desarmé toda en partes para ver por qué fallaba: las piezas mal cortadas, el pegamento no era el apropiado para el material, la pintura tampoco, etc. Recordé que tenía entre mi basurero de materiales de todo para hacer una prueba, así que la hice. Y la cajita que hice me quedó mucho mejor ensamblada, así que decidí invertir mis 150 pesos en más material, pegamentos y pintura. Hice mi patronaje para las piezas y por supuesto que optimicé los recursos. Suena muy ñoño, pero es increíble lo que hace el diseño por este tipo de trabajos: saber utilizar las herramientas y los recursos adecuados: navajas nuevecitas para el corte, brochas y pinceles para el pegamento y la pintura. Cortes para ensamble que facilitaron el armado y por fin terminé con algo así como sesenta cajas en dos diferentes tamaños y de tres diferentes modelos. Como sólo tenía pintura roja, las tapas de las cajas (redonda, cuadrada y de corazón) fueron el detalle de color de las piezas. Con el tiempo fueron reconocidas por ese "detalle"... nunca hice cajas totalmente coloreadas.

Ahora a vencer la pena de ir de tienda en tienda con mis bolsas de cajas a ofrecerlas al detallista. Obvio que hubiera preferido poner un local, pero con los doce pesos que me habían sobrado de la compra de todo no me alcanzaba por más que traté de convencer al rentero de que era un precio justo.

Así que aguantándome la vergüenza (en otro post les cuento acerca de esta horrible sensación) probé a ir de tienda en tienda. No tuve que pisar siquiera el tercer negocio: Vendí todo en algo así como diez minutos. Uno de los negocios me pagó por adelantado y el otro "a consignación" pero les di mi teléfono y me llamaron a los cinco días: uno para pagarme y ambos para ordenar más cajas.

Al los dos meses de iniciar ese negocio ya tenía varios encargos: Un total de ocho tiendas para surtirles cajas ya "de fijo" Les había gustado la calidad del producto. Algunos incluso querían que "les pasara el contacto directo" Así que decidí inventar una de mis primeras marcas con logotipo y todo: ah! cajas y empaques. Yo mismo hacía la impresión en serigrafía de las etiquetas en papel kraft que pegaba en la base de las cajas con mi número telefónico. Les daba un aspecto mucho más profesional. Empecé a cotizar la manufactura de bolsas interiores de papel celofán "para darle más caché"

Para ese entonces ya tenía varios modelos más (en tres tamaños, pequeño, mediano y grande):
Corazón
Circular y tubular
Hexágono
Cuadrada
Folding (con tapas flexibles que "se anudaban" con un hilo trenzado de papel de color)
Ovalada
Rectangular

Y me encontraba haciendo pruebas con los tamaños Premier y Jumbo (jajajaja)

Varios de los clientes me comentaban que les gustaría tener cajas de tal o cual forma o tamaño para que pudieran caber los osos de peluche gigantes, globos, figuritas y cuanta cursilería vendían en sus tiendas de regalos, así que yo evaluaba la viabilidad de generar más "líneas" de productos y si le veía posibilidades las hacía y me las compraban. Para ese entonces ya tenía que manejar órdenes de pedidos y blocs de recibos de pagos.

Lo que nunca me gustó fue la chinga que me ponía haciendo las cajas. Siempre he hecho la "talacha" con gusto: me gusta el trabajo manual. Pero aunque me divertía con un par de cervezas haciendo cajas el gusto no me podía durar mucho tiempo más.

Eran noches de verdadero desvelo midiendo y recortando a mano. Pegando tapas. Y aunque nunca lo hice yo solo, tuve que considerar mandar maquilar diversas piezas para que alguien más me hiciera los cortes (suajes) de las piezas, con tal de incrementar la produccion. Contraté a parientes y amigos para que hicieran el pegado y armado. En mi casa tuve que acondicionar un área como bodeguita y espacio de trabajo. Al poco tiempo empecé a ver por todos lados las "imitaciones" de mis modelos. Algunos clientes quisieron verse muy listos y empezaron a producir sus propias cajas, así que de pronto ya me vi enmedio de la especulación, el regateo y los malos tratos por parte de quienes compraban mis cajas. Empecé a tener problemas de liquidez nuevamente y lo que había sido un negocio productivo y divertido se convirtió en un problema más.

Conociéndome supe que el negocio que me había abierto tantas posibilidades y me había salvado de la quiebra durante casi medio año iba a tronar, decidí acabarlo yo mismo. Terminé de fabricar las cajas que pude con todo lo que tenía en "la bodeguita" y salí con desgano a venderlas. Tardé una semana en colocar LA MITAD de las cajas. Para esas fechas ya me había movido con varios contactos para conseguir un trabajo de medio tiempo en un negocio de diseño gráfico y tenía que ver cómo hacer para terminar mi licenciatura.

Podría seguir contando esta historia hasta lograr recordar con claridad qué fue lo que sucedió que sirvió como "puntilla" del negocio, pero termino de una vez aquí haciendo memoria de esos buenos días donde fabricar como maquinita cajas de cartón corrugado me ayudó a salir del hoyo. Aún hoy a veces me pongo a recordar esos tiempos y no puedo dejar de sonreír con nostalgia.